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                     La emoción me embarga, que ya 
					saben ustedes que es lo único que me pueden embargar. Dos 
					lagrimones, de la categoría de un par de chorizos, resbalan 
					por mis mejillas sin que pueda contenerlos. Para mí, más que 
					lagrimones, son cataratas del Niágara. Y todo ello se lo 
					debo a la mayor inteligencia política de esta tierra, 
					después de leer a mí compañera de éste periódico, la 
					sugerencia hecha por Aróstegui a los periodista de cómo 
					tenemos que hacer las preguntas al PP. 
					 
					Siempre he sentido una gran admiración por las inteligencias 
					superiores, en éste caso muy superior a la mía. De ahí que 
					no lo he pensado ni un sólo segundo rogando, a esta superior 
					inteligencia, encarecidamente, me sea enviado el temario con 
					las preguntas que le tengo que hacer a los populares. 
					 
					A nadie le debe extrañar que una inteligencia como la suya, 
					muy superior al resto de los mortales y, ni te cuento a la 
					de los periodistas que ejercemos nuestra profesión en esta 
					tierra, el que se nos surgiera cómo tenemos que hacer 
					nuestro trabajo. No podía ser de otra forma, el que sabe, 
					sabe y, hay que reconocerlo, éste hombre sabe de todo, 
					incluso las preguntas que tenemos que hacer y cómo debemos 
					hacer nuestro trabajo ¡Genio, que eres un genio!. Nunca 
					sabrás cuanto te tenemos que agradecer, los periodistas 
					ceutíes, que nos indique cómo debemos realizar el trabajo de 
					cada día. 
					 
					Con perdón, como esto me huele a cosa de ese genio del humor 
					que fue Gila, voy a coger el teléfono y llamar a la sede del 
					PP, para hacerle algunas preguntas comprometidas. Y la que 
					se va a liar cómo no me quieran contestar. 
					 
					¿Oiga está el PP?, que se ponga. Al otro lado del teléfono. 
					Una voz contesta Sí, dígame. Es usted el presidente. No 
					señor, soy uno que pasaba por aquí, pero, pregunte, 
					pregunte. 
					 
					Amárrese los machos, usted que pasaba por ahí.- ¿Me quiere 
					decir por qué razón los ceutíes nos quedamos sin nuestra 
					Caja de Ahorros. 
					 
					Mire usted, nosotros… 
					 
					No me conste aún, que tengo que preguntar más cosas, Me va a 
					contestar al final de todas mis preguntas. Además las quiero 
					por escrito, firmada y sellada. ¿Cree usted qué, 
					supuestamente, alguien “trinco” en el asunto. Por qué no 
					pudo establecerse Continente en nuestra tierra. Por qué nos 
					costó a los ceutíes, de nuestros bolsillos, cientos de 
					millones de las antiguas pesetas el asunto de Ciudad Limpia 
					y el de las Playas ratifícales. Y qué me pueden decir de 
					cierto parking. 
					 
					Mire, de momento, voy a dejar otras preguntas para más 
					adelante, Pero, en esto momentos, espero que me contesten a 
					las que le he preguntado y, por supuesto, sin tratar de 
					engañarme y escurrir el bulto. Que no me fío ni un pelo de 
					ustedes. 
					 
					Vera, usted, es que yo sólo soy uno que pasaba por aquí. 
					 
					Ya trata usted de poner peros a la cosa. Es que en cuanto se 
					le hacen preguntas comprometidas, escurren el bulto. Pues, 
					anda que no les queda nada en esta legislatura con las 
					preguntas qué les voy a hacer. 
					 
					Yo siempre sigo las sugerencias del maestro Ciruela, que no 
					sabía leer y puso una escuela. Adiós, muchacho 
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