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OPINIÓN - DOMINGO, 19 DE JUNIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

La gran figura de la radio local
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

No es mi costumbre salir por la noche. Salvo excepciones. Que pueden ser tres o cuatro veces al año. Lo hice anoche. Recibí una llamada. Y tras varios minutos de charla telefónica, decidí aceptar la invitación que se me hacía para compartir conversación en un piso céntrico.

El anfitrión, la misma persona que habló conmigo por teléfono, me recibió con muestras de satisfacción. Ya que, aunque nunca tuvimos unas relaciones fluidas, ambos nos conocemos desde hace su tiempo. Y no hay, además, motivo alguno para que la desconfianza prenda entre nosotros, así por que sí.

En la sala de estar, confortable y coqueta, ya había otra persona. Con la que sí mantengo más trato y hasta debo confesar que a veces hablamos de asuntos que podría calificar de comprometidos, porque los dos nos merecemos confianza suficiente.

Tras los saludos de rigor, y la preparación de mi bebida preferida a esa hora, el clásico JB, con poca agua y sin hielo, el dueño de la casa me preguntó que si no me había extrañado su invitación. Y le dije que no. Que existían motivos suficientes para que él quisiera hablar conmigo. A pesar de que uno no pinta nada de nada en esta ciudad.

Y el propietario del piso, ante mi contestación, respondió con celeridad: “No te las dé de modesto… Pues yo sé que eres un intuidor de aquí te espero. Y un aventajado estratega”.

-Terminarás por sacarme los colores -le dije.

-Al grano, Fulano -recomendó la otra persona, con la que ya he dicho tener más confianza-. Así que ya puedes estar diciéndole a Manolo que lo que debe evitar es quedarse sin “política”. Porque, como decía alguien, de cuyo nombre no me acuerdo ahora, la política si no la haces te la hacen. Hablo de política/higiene como estrategia de supervivencia.

-Vaya, hombre, así que me habéis sacado de mi casa a hora intempestiva para mí, con el único fin de instruirme acerca de que tengo que estar muy atento a lo que pueda estar tramándose entre autoridades y tipos con escasos escrúpulos.

-Más o menos. Días atrás, te pusimos al tanto de que una autoridad había comido con quien tú sabes. En la casa de éste. Información a la que tú, siempre tan desconfiado, le diste poca o nula importancia. Sin embargo, en esa comida, quien tú sabes, tal vez dejándose llevar por los efluvios del alcohol, habló peste del periódico en el cual escribes. Os puso a parir. Y dijo, quizá debido al odio que os profesa, que hará todo lo posible por sacaros de vuestras casillas. Que maneja argumentos para que perdáis el norte.

-Bien. Lo que tú me estás contando no es novedad para mí. Pues sé que ese tipo hace ya mucho tiempo que anda a la deriva. Dando barquinazos. Pobre de él. Y, encima, tengo entendido que anda convencido de que maneja la lengua española con tanta soltura o más que Bobby Deglané, quien fuera maestro de la radiodifusión española.

-O sea, Manolo, que sigues mostrando desinterés por lo que yo te cuento.

-No, hombre, no; ni lo pienses. Ahora bien, lo que sí me gustaría saber, por encima de las necedades que pueda decir esa gran figura (!) de la radio, es lo que pensaba esa autoridad y qué cojones hacía, si es verdad, en la casa de semejante desquiciado.
 

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