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                     FERNANDO M.F.S: 47 años: Yo 
					procedía de la Barriada de Pescadores “El Cuadro”. Realicé 
					mis tres primeros cursos en el Grupo Escolar “General 
					Orgaz”. Después nos trasladamos a “Los Albergues”, que se 
					construyeron en la desaparecida Plaza de Toros. Pasamos 
					después a los Grupos “Bermudo Soriano”. Así empecé el cuarto 
					curso en el “Convoy”. Llegué hasta 7º. 
					 
					Con mi profesor de 5º, recuerdo que nos mandó hacer un 
					dibujo de una persona. Las curvas no me salían. Lo intenté 
					varias veces y terminé por aburrirme. No lo entregué. El 
					profesor no se creía que lo había intentado en mi casa. Me 
					sacó a la pizarra y me explicó que por medio de “cuadros” se 
					podía encajar mejor el dibujo. A uno de mis hijos, en una 
					consulta sobre un dibujo similar, le expliqué cómo se hacía. 
					 
					El episodio que voy a relatar es muy triste: Yo no quería 
					asistir a clase, y hacía “novillos” con otro compañero. 
					Salíamos de casa y nos escondíamos. Tenía pánico al maestro 
					de 4º, que, a veces, se le “iba la mano”. Una vez fui 
					“crucificado”, de rodillas con los brazos en cruz y en las 
					palmas de las manos, dos pesados libros. El llamó a mis 
					padres, pero yo no se lo decía. Un día me dijo: “Si tu madre 
					no viene, voy yo a buscarla”. No tuve más remedio que 
					comunicarlo en casa, y sufrir las consecuencias. 
					 
					NIEVES H.M. 52 años: Me incorporé al “Convoy” en el 
					curso 72-73. Era el último de la antigua Enseñanza Primaria. 
					Se trataba de un 8º Curso. Un grupo muy heterogéneo, ya que 
					estaba formado por alumnos y alumnas, que sólo el criterio 
					de la edad (14 a 16 años), se tuvo en cuenta, para su 
					agrupamiento. Era mixto en sexo, cultura, creencias. Y 
					además, con algo más de cuarenta alumnos. 
					 
					Me viene a la memoria un corriente día de clase de Ciencias, 
					con una señorita en periodo de Prácticas. Se tenía que 
					desarrollar el tema: El aparato reproductor masculino y el 
					femenino. A falta de medios audiovisuales y documentales, se 
					recurrió a una alumna que sabía dibujar muy bien, que 
					plasmara en la pizarra los esquemas de los citados aparatos. 
					 
					De pronto, un chico levantó la mano y dijo: “Yo no quisiera 
					estar en clase porque hablar de ese tema me da mucha 
					vergüenza, sobre todo si una mujer lo explica y, más aún, 
					que otra lo dibuje”. Tal fue el asombro de la clase, al ver 
					que era un chico, no una chica, quien hiciera la 
					observación, que la “seño” optó por preguntarnos si se hacía 
					por separado. Se aceptó la propuesta por gran mayoría 
					masculina, por lo que no hubo más remedio que proceder a la 
					división en dos grupos: las chicas por un lado y los chicos 
					por otro. ¡Eran otros tiempos! 
					 
					JOSÉ ANTONIO C.C. 48 AÑOS: Mis amigos de vecindad 
					vivíamos en el Campo Exterior, en un barrio llamado “De la 
					Julia”, en la Carretera del Serrallo. Teníamos un horario 
					escolar distinto al resto de los alumnos del “Convoy”. El 
					autobús escolar nos recogía a las 8:30 de la mañana y 
					regresábamos a las 17 horas, permaneciendo toda la jornada 
					escolar en el Centro, ya que comíamos en el Comedor Escolar. 
					 
					Recuerdo esta anécdota curiosa: Despertaba en mí una ansiada 
					ilusión: la llegada del viernes. Nuestro maestro que 
					utilizaba los viernes, -hacía de profesor de Educación 
					Física, aunque él era profesor de Matemáticas- decía: José 
					Antonio, echa un vistazo a ver cómo está la ‘Chirifa’, en 
					clara alusión a la Sra. Directora. Yo bajaba con cierta 
					cautela, observando que todo el Centro estaba en silencio, 
					con el desarrollo habitual de las clases, y le informaba: 
					“Sr. Profesor, está todo en orden y tranquilo”. Nos formaba 
					en el pasillo y bajábamos, donde organizábamos el alegre y 
					divertido partido de fútbol. Este hecho me llenaba de 
					alegría, ya que, debido a las características de mi horario 
					escolar semanal, significaba para mí una vía de escape. 
					 
					Por último, me gustaría agradecer a todos los profesores que 
					tuve en mi etapa escolar; todos aportaron su granito de 
					arena para que, sobre todo, me formara como persona, con la 
					regla básica de la convivencia…” 
					 
					ANA ÁNGELES G.G. 44 AÑOS: En nuestro Colegio, Convoy de 
					la Victoria, se respiraba un ambiente muy bueno. Había 
					tolerancia. Nada de racismo. Diálogo para resolver nuestros 
					problemas. El tratamiento era entre iguales. En este Centro 
					realicé toda mi escolarización. 
					 
					Recuerdo gratamente a todos mis profesores, pero me marcó 
					mucho la Maestra del ‘punto y Platero y yo’. Yo me aficioné 
					a la lectura. Hacíamos muchos ejercicios de Lenguaje con el 
					libro de ‘Platero’. Uno de ellos era, en una competición, 
					buscar con el diccionario una serie de palabras, para 
					conocer su significado. Ganaba la respuesta más rápida. 
					 
					En una ocasión, la cita Maestra, nos llevó a presenciar la 
					actuación de la Masa Coral de Ceuta, que la dirigía su 
					marido. Ella también cantaba. Como era próximo a la Navidad, 
					presenciamos un recital de Villancicos. Fue en la Escuela 
					Normal de Magisterio. 
					 
					Me suele ocurrir con mucha frecuencia: sueño con mi Colegio, 
					y lo veo todo tal como estaba. Siento enormes deseos de 
					visitarlo. Recorrer aulas y pasillos… 
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