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					La Guardia Civil busca a un hombre de mediana edad marroquí 
					con pasaporte francés que había sido detenido al detectarse 
					en su vehículo la presencia de 24 kilos de hachís ocultos 
					con el pretendía acceder a la península. Tras ser llevado, 
					por cuadros de ansiedad, en dos ocasiones al hospital tras 
					su detención, dijo que se asfixiaba, momento en que 
					aprovechó para golpear al guardia y huir. 
					 
					Un hombre de mediana edad marroquí con pasaporte francés 
					logró huir este domingo de los calabozos de la Guardia Civil 
					en el Puerto después de golpear a un agente y desorientarlo. 
					El fugado fue detenido tras encontrársele oculto en el 
					interior de su vehículo 24 kilos de hachís. 
					 
					La Guardia Civil estableció un operativo para su búsqueda 
					desde el momento en que se tuvo constancia del suceso en las 
					dependencias de la Benemérita en el puerto, pero al cierre 
					de la edición los intentos seguían siendo en vano. Se teme 
					que el fugado haya logrado huir a Marruecos, motivo por el 
					cual se ha informado del suceso a las autoridades 
					fronterizas del vecino país. 
					 
					El detenido presentaba cuadro de ansiedad tras ser recluido 
					por lo que fue trasladado hasta en dos ocasiones hasta el 
					Hospital Universitario.  
					 
					Tras volver de la segunda visita al clínico el detenido 
					llamó la atención del guardia porque, según gritaba, se 
					asfixiaba. Fue entonces, cuando el individuo aprovechó que 
					el agente le acompañaba, al parecer, a la zona de servicios 
					para asestarle un golpe y derribarlo e iniciar la huida del 
					lugar. 
					 
					Un solo guardia 
					 
					Se da la circunstancia de que el guardia, de más de 50 años, 
					es el que, además de tener que custodiar a los detenidos, 
					asume el control de la puerta, el control de los vehículos 
					que llegan a la ciudad autónoma y el que está a cargo de la 
					centralita. La falta de personal en el puerto se convierte 
					en una exigencia por seguridad.  
					 
					El agente, con una impoluta hoja de servicios a sus 
					espaldas, se encuentra abatido por la situación generada. Se 
					trata del primer borrón en su dilatada carrera y sus 
					compañeros se han puesto a su lado. 
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