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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 22 DE JUNIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Antonio García Gaona
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Es presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta. Un presidente a quien no he tenido el menor inconveniente en recordarle, una y otra vez, la obligación que tiene de auditar las cuentas del organismo que preside.

Mi insistencia al respecto, podría haberme granjeado el odio eterno de García Gaona. Cualquier otra persona en su caso me habría declarado la guerra. Hubiera dicho impropios contra mí y hasta me hubiera perdido el respeto. Con o sin razón. Que la verdad absoluta no la tiene nadie.

Pero el presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta supo hacer algo que es muy recomendable: optó por consultar al corazón. Y éste le dijo en bastantes ocasiones que había que aceptar las críticas. Unas críticas siempre encaminadas a evitar que un presidente tuviera que comerse el marrón de los muchos dispendios ocasionados por otro que había dirigido la federación a su aire. Como si ésta fuera una finca suya.

Por ello, no me ha sorprendido, en absoluto, la forma de actuar de Antonio García Gaona cuando acompañado de Vicente del Bosque iba camino del comedor del Hotel Tryp. En ese momento, García Gaona tuvo un gesto que evidencia su saber estar. Y que me permite a mí destacarlo con suma complacencia.

El gesto consistió en decirle a Del Bosque que muy cerca de él estaba yo, Manolo de la Torre, un profesional del fútbol de los años de Maricastaña. Y Vicente, a pesar de ser marqués, no tuvo el menor inconveniente en venir a mi encuentro. Del Bosque, me dijo lo siguiente: “Creo que nos conocemos”.

Y mi respuesta no se hizo esperar: Por supuesto que sí nos conocemos. Nos vimos un día en el Rincón de Pepe de Murcia. Un hotel extraordinario. Allí estaba alojado el Madrid entrenado por Miljan Miljanic. Un día en el cual Paul Breitner, extraordinario jugador alemán, con inquietudes políticas, fumaba como un carretero. Y cuando yo le pregunté al técnico macedonio por qué le permitía fumar tanto, me respondió así: “Porque es el que más corre en los partidos”.

Más tarde, dada la amistad que mantuve con Miljanic, tuvimos la ocasión de hablar en un trofeo de verano celebrado en las Baleares. Y pude darme cuenta de que tú acabarías siendo un técnico de tronío. En fin, Vicente, que me alegro muchísimo que estés disfrutando de un triunfo tan sensacional como es ser seleccionador de un equipo Campeón del Mundo.

Tras las palabras dichas, nos despedimos. Mientras yo volví a charlar con Javier Troncoso. Un empresario de Arcos de la Frontera que se lo pasó en grande durante el intercambio de impresiones que mantuvimos Del Bosque y yo. Por cierto, esa conversación ha quedado inmortalizada por Nico. Un profesional del daguerrotipo que siempre está en el sitio justo.

Ahora bien, no tengo más remedio que insistir en el buen hacer de Antonio García Gaona. Un tipo a quien le he zurrado la badana de lo lindo y, sin embargo, jamás ha perdido el oremus. Es decir, nunca tuvo un mal gesto hacia mí. Supo morderse la lengua en momentos donde entiendo que le apreté las tuercas de lo lindo. Y a un tipo así, que sabe encajar tan bien los golpes, no hay más remedio que destacarlo. Máxime si es capaz de echar mano de su buena educación en momentos claves. Gracias, presidente.
 

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