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                     Y con todo el calor que uno puede 
					esperar, aunque en Ceuta se atenúa varios días por esas 
					nubes que se agarran al estrecho y parece que no dejan 
					llegar ese calor con toda su fuerza. 
					 
					En días pasados ya hemos tocado alguna vez este asunto y 
					hemos comentado que no nos terminaba de convencer eso que 
					dicen, cada día, los que nos dan el pronóstico del tiempo 
					sobre la primavera que ha terminado. 
					 
					Yo no sé en qué parte de España o en qué partes habrán 
					tomado las temperaturas para poder afirmar que ha sido una 
					primavera más “calentita” que las de los años pasados. 
					 
					Más lluviosa o tanto como la que más, es muy posible, pero 
					de llover mucho a haber tenido unas temperaturas más 
					elevadas que las normales para esa época va un abismo. 
					 
					Con todo, eso ya ha quedado atrás, eso ya es historia, tanto 
					para los que la hemos soportado, como para la propia 
					historia de la climatología. 
					 
					Y ahora el verano, y un verano que ha comenzado con mucho 
					calor, repito que no tanto aquí en Ceuta, como en Los 
					Barrios y de ahí hacia arriba, especialmente cuando uno va 
					cruzando Andalucía y se dirige hacia Extremadura, Castilla 
					La Mancha, Murcia o Levante. 
					 
					Esto de momento, porque incluso en la otra Castilla, también 
					ha comenzado y con fuerza esta estación de muchas 
					vacaciones, de playa, a veces de montaña y de pocas ganas de 
					trabajar. 
					 
					Dicen, mejor dicho pronostican, que va a ser de los veranos 
					calurosos de verdad y no me extraña, según está siendo el 
					comienzo. Particularmente ya me ha tocado algo hace un par 
					de días, cuando viajando después del mediodía, desde Los 
					Barrios hasta Cáceres no bajaba la temperatura de 39 grados. 
					Qué barbaridad. 
					 
					En el coche, es cierto, lo único que se advertía era la 
					cifra que marcaba el vehículo en el cuadro de mandos, pero 
					fuera el ambiente era de un típico horno, de los de verdad. 
					 
					A las cuatro y media de la tarde, ya digo, desde la salida 
					de Algeciras se estaba tocando los cuarenta grados y con esa 
					misma temperatura kilómetros y más kilómetros hasta bien 
					entrada Extremadura, y bien avanzada la tarde. Luego al 
					llegar a mi tierra, diez de la noche, las cosas habían 
					cambiado y en mi pueblo, Piedrahita, tan sólo 20 grados. 
					 
					Una ventaja, en este tiempo para quienes viven ahí, pero en 
					enero, diciembre o febrero se cambian las tornas y mientras 
					medio Andalucía goza de temperaturas agradables, en mi 
					pueblo, por ejemplo, tienen que soportar los bajo cero y ya 
					es una suerte el día que no se baja de los menos diez. 
					 
					Cada uno tiene lo suyo, no conocemos ningún año que haya 
					tenido dos veranos o dos inviernos, por lo que lo mejor es 
					estar preparados para soportar lo que va llegando y 
					curiosamente, saliéndome del tema, desde hace ya muchos 
					años, la llegada de esta estación de tanto calor viene 
					precedida de unas elecciones que dejan bien cargadito el 
					ambiente y que en los primeros compases lo van cargando un 
					poco más, con los repartos de “prebendas”, con las críticas 
					a lo que hubo antes y con las promesas casi siempre 
					infundadas, de lo que aspiran para el futuro. 
					 
					Por duro que sea el calor del verano es mucho más soportable 
					que las falsas ilusiones que proponen los políticos, sean 
					desde el poder o desde la oposición: siempre falacias. 
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