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                     Todos sabemos que nuestro sistema 
					educativo no pasa por buenos momentos. Recordemos el último 
					Informe Pisa en el que tan malos resultados obtuvimos y el 
					alto porcentaje de abandono escolar. 
					 
					Por todo ello, nuestro objetivo, en los momentos actuales, 
					no es otro que bajar al 14% el fracaso escolar en los 
					distintos niveles de enseñanza obligatoria, en especial, en 
					Educación Secundaria Obligatoria (ESO), lo que nos acercaría 
					a unos índices similares a la nuestra admirada Finlandia. 
					 
					Como muy bien sabemos, la ESO abarca desde los 12 a 16 años, 
					justo el final de la Enseñanza Obligatoria y gratuita. Es 
					una etapa en la que la pre-adolescencia y la pura 
					adolescencia hacen sus estragos en los comportamientos de 
					los alumnos, razón por la que necesitan una buena guía. Y 
					unos profesionales que, además, de infundir respeto, les 
					transmitan cariño y dedicación. Estos son los ingredientes 
					que conducen al éxito. 
					 
					El fracaso escolar es el fracaso de la Sociedad. El aula no 
					está ajena a esa situación. Tampoco es justo cargar toda la 
					responsabilidad al centro escolar, con la ilusión de todo el 
					profesorado, con su generosidad, su comprensión, porque son 
					ellos –los profesores- los que conocen toda la problemática 
					de los escolares, y teniendo siempre presente el viejo 
					“axioma” que nunca falla, “Educar es cosa de tres: alumnos, 
					profesores y familias”. Implicar a todos, es una tarea 
					fundamental porque está en juego la formación integral de 
					las futuras generaciones. 
					 
					Con frecuencia, en algunos centros, se olvidan de un alto 
					porcentaje de alumnos que tienen problemas sociales, 
					familiares o académicos, que su desatención conduce a que se 
					produzca irremediablemente su abandono escolar, muy presente 
					en zonas complejas, donde el centro educativo se convierte 
					en complicado. Estos alumnos, recuperables, deben ser 
					atendidos con un proyecto de “tutoría personalizada”, que no 
					se trata de una fórmula milagrosa, sino sencillamente en el 
					seguimiento y atención a esos alumnos con problemas. 
					 
					La existencia de una “Escuela de Padres y Madres” con amplia 
					participación de ellos es fundamental para el buen 
					funcionamiento del centro. Es necesario que se elaboren unos 
					programas para que puedan acceder a las actividades que se 
					realizan en el Centro. Una amplia experiencia en este campo 
					está condenada al éxito. Ya no es válido que los alumnos den 
					sensación de “orfandad”, por la ausencia de ellos en el 
					funcionamiento del Centro. No es suficiente con su 
					presencia, muy limitada, en el Consejo Escolar. 
					 
					En la Comunidad de Madrid se están llevando a cabo intensos 
					esfuerzos “declarando la guerra” al fracaso escolar y al 
					absentismo, a base de considerar el Centro Escolar como la 
					“Casa” de todos, poniendo de relieve el llamado “aprendizaje 
					colaborativo”, donde los alumnos más aventajados “tiran” de 
					sus compañeros que se retrasan. 
					 
					Destaca también en la Comunidad, la Plataforma “Mejorar la 
					Enseñanza Pública”, para interactuar con otros centros 
					educativos, con el intercambio de experiencias (en este 
					aspecto conviene recordar a los denominados “Centros de 
					Colaboración”, en una etapa ya olvidada, pero gratamente 
					recordada, en aquella Ley de Instrucción Pública y que se 
					llevaba a cabo entre los Colegios de Enseñanza Primaria con 
					la participación de escuelas ubicadas en determinadas 
					comarcas). 
					 
					Es el momento de recordar que el objetivo del Ministerio y 
					Comunidades Autónomas es rebajar tres puntos por año para 
					salir del furgón de cola de los países desarrollados. La 
					crisis ejerce un efecto nocivo pese al diseño de planes que 
					los expertos ven bien estructurados. Como por ejemplo, los 
					que destacan implantados por la LOE para romper la tendencia 
					al alza del fracaso y el abandono escolar, conceptos no 
					idénticos pero que a menudo se equiparan. Entre ellos 
					destaca el Plan de Refuerzo, Orientación y Apoyo (PROA), 
					nacido en 2006 para atender a alumnos de Primaria y 
					Secundaria de entornos desfavorecidos. Incluye un programa 
					de acompañamiento escolar y otro para la mejora global del 
					centro con dotación de recursos. 
					 
					Que la Comunidad de Madrid está en conseguir la reducción 
					del fracaso y abandono escolar, lo prueban la bajada del 
					fracaso en un 14%, distante, por un lado, del 30% nacional 
					y, muy cercano, al de Finlandia. Para tal efecto, han puesto 
					en marcha tres recetas que conducen al éxito: en primer 
					lugar la “libre elección del Centro”; un derecho de las 
					familias que estaba sin desarrollar plenamente. La 
					Presidenta de la Comunidad ya lo anunció como un plato 
					fuerte de la campaña electoral. Se trata de que los padres 
					puedan elegir el Colegio que deseen para que sus hijos estén 
					donde mejor se puedan encontrar; desaparece así la 
					“zonificación”. En segundo lugar, “paso al bilingüismo”. Un 
					programa de enseñanza en inglés y español que ha sido 
					definido como “diferenciador”, vanguardista y pionero, 
					porque ha transformado la educación pública madrileña. Se 
					implantó en 26 colegios en 2004 y se ha extendido ya a los 
					276 colegios y 14 institutos, con lo que uno de cada tres 
					centros de la Comunidad participa del programa. Y por 
					último, el proyecto “curso de excelencia” que está pensando 
					para que a partir del próximo curso accedan los alumnos con 
					más méritos durante su escolarización obligatoria, es decir, 
					Primaria y Secundaria. En síntesis, que se “ofrecerá” a los 
					estudiantes como mejores resultados una enseñanza más 
					exigente y que aspire a la más alta excelencia. 
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