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                     Magnífica la fotografía con que se 
					ha ilustrado hoy la primera de este periódico –ayer para 
					ustedes-, perteneciente a Fidel Raso, y en la que 
					Juan Vivas se ve sometido a los gestos brutales de dos 
					políticos que tratan de amedrentarle. De meterle el miedo en 
					el cuerpo. De Asustarlo. Pues susto es lo que refleja la 
					cara de un presidente temeroso de que el puño airado del 
					secretario general de CCOO le destroce el mentón. 
					 
					La fotografía de Fidel Raso que sirvió, como ya he dicho 
					antes, de portada para informar sobre todo lo ocurrido en el 
					primer pleno de carácter extraordinario, merece ser 
					enmarcada y distribuida por todos los rincones peninsulares. 
					Con la siguiente explicación: alcalde a punto de ser 
					noqueado por un concejal de la oposición, mientras el 
					compañero del posible acosador, distraía la atención de la 
					primera autoridad de Ceuta. 
					 
					La fotografía que ilustra hoy, ayer para ustedes, la portada 
					de este periódico es, sin ninguna duda, la prueba evidente 
					de cómo los políticos pertenecientes a la oposición no deben 
					comportarse. Una oposición responsable está para denunciar 
					las deficiencias del Gobierno, pero sugiriendo alternativas.
					 
					 
					En este caso, hemos comprobado que la coalición Caballas, 
					por medio de su dirigente principal, Juan Luis Aróstegui, 
					y de su segundo, Mohamed Alí, va a ser noticia 
					destacada en todos los plenos por hacer uso y abuso de la 
					irresponsabilidad.  
					 
					Irresponsabilidad permanente, con el único fin de contaminar 
					el debate político con ruido y presionando, con la 
					brutalidad ya anunciada por ellos, a un alcalde al que 
					consideran pusilánime más que cauto y prudente.  
					 
					Los dos políticos de Caballas han asumido jugar a hombre 
					bueno y hombre malo para hacerle la rueda a un alcalde que 
					ha venido destacando por mantener en los plenos la 
					tranquilidad suficiente para que no volvieran a repetirse 
					los escándalos de otros tiempos no muy lejanos; tiempos en 
					los que se traficaba con viviendas de protección oficial en 
					un bar cercano al Ayuntamiento. 
					 
					En aquellos plenos, había políticos que llegaban a las 
					sesiones con el cuerpo pidiéndoles grescas, riñas de mucho 
					calado, para poder insultarse a sabiendas de que todo 
					acabaría con la intervención de la Policía Local, a petición 
					del alcalde y sin que faltara el consiguiente soponcio de 
					cualquier criatura desbordada por los acontecimientos. 
					Tiempos Horribles. Donde primaban las actuaciones 
					barriobajeras y los plenos concitaban a muchísimo público 
					ávido de presenciar un espectáculo de primera. Un 
					espectáculo donde salía a relucir lo mejor de la España 
					valleinclanesca. Esperpento a discreción.  
					 
					Pues bien, la coalición Caballas, que tiene perfecto derecho 
					a fiscalizar todo lo que considere oportuno en relación con 
					las actuaciones del Gobierno, ha empezado equivocando las 
					formas de comportamiento. Tratando de que las sesiones 
					plenarias sean una reunión donde impere lo grotesco. El 
					barullo. El tumulto por excelencia. La gresca por sistema. 
					La falta de respeto y educación por las instituciones. 
					 
					Ante semejante actitud, solo cabe que el alcalde no dé la 
					menor muestra de inseguridad. Pues en esta vida no hay que 
					permitir que la gente intuya la menor debilidad. Así que se 
					impone la firmeza, para mostrarles a los opositores el 
					camino del respeto. 
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