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OPINIÓN - MARTES, 5 DE JULIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Conviene generar ilusiones
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me toca intervenir entre conocidos con los que mantengo una conversación de sobremesa. Y me da por destacar la entrevista realizada a Alfredo Pérez Rubalcaba en El País del domingo pasado. Destaco, por encima de todo, el mensaje positivo transmitido por el candidato del PSOE a la presidencia. Los reunidos a la mesa me miran con cara de pocos amigos, como si yo hubiera cometido pecado nefando. Y, tras la pausa acusadora, alguien rompe el silencio para responderme:

-A buenas horas viene Alfredo P. a decirnos que tiene soluciones para solventar una crisis en la cual ha tenido él arte y parte.

Fue entonces, en ese preciso momento, cuando se me ocurrió responder con anécdota que me pertenece y a la que me veía obligado a recurrir como ejemplo de lo que hay que hacer cuando uno es la persona elegida para cumplir cualquier misión que parezca imposible realizar.

Mirad, hace muchos años, y perdonad que hable de mí, yo me especialicé en salvar del descenso a equipos de fútbol que estaban ya condenados a perder la categoría. Equipos desahuciados por directivos, aficionados y periodistas. Equipos hundidos en la miseria por mor de una mala planificación y de un trabajo inadecuado en todos los sentidos.

Pues bien, en la primera entrevista que me hacían, mi mensaje era el siguiente: quedan equis partidos por jugarse y vamos a ganarlos casi todos. Es más, si ahora formamos parte de los tres o cuatro últimos clasificados, les puedo asegurar que acabaremos, al final de temporada, entre los cuatro o cinco mejores equipos del grupo.

Aquellas declaraciones desataban los comentarios contra mí. Se me llamaba de todo. Se recomendaba, incluso, que se me pusiera bajo cuidado de loquero. Yo entendía, cómo no, que la gente desconfiara de mis predicciones. De mi absoluta confianza en salir ileso del reto tan difícil que había afrontado. Pero me mantenía en mis trece. Porque sabía, sobradamente, que la única manera de conseguir el milagro radicaba en cundir los ánimos suficientes entre los componentes de la plantilla.

Los logros fueron varios. Y muy sonados. Aunque no tuvieron la misma repercusión mediática que obtienen los ascensos. No obstante, aquel trabajo, que en versión taurina significa limpieza de corrales, es decir, torear el ganado que las figuras del toreo no quieren, me proporcionó una inmensa confianza en mis posibilidades a la hora de emprender cualquier otra tarea por complicada que ella fuere.

Por tal motivo, yo no soporto a los entrenadores que se les contrata para salvar una situación complicada y en vez de generar ilusiones se ponen a expandir las dificultades que entraña la labor que han asumido. Porque yo siempre tengo presente lo que dijo Albert Camus: “Todo lo que sé acerca de la moralidad y las obligaciones se lo debo al fútbol”.

El fútbol me ha enseñado que para competir es fundamental crear un ambiente sensacional alrededor de él. Una fórmula que es imprescindible para enfrentarse también a los problemas que nos van surgiendo en cualquier faceta de la vida. Así que las declaraciones de Alfredo Pérez Rubalcaba me han parecido extraordinarias. Y es que para competir hay que hacerlo repleto de ilusiones y transmitirlas por doquier.
 

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