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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 20 DE JULIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los plenos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace mucho tiempo, un montón de años, que decidí no asistir a las sesiones plenarias. Bien es cierto que no ha mucho, más o menos un año y medio, estuve en una donde no tuve ningún inconveniente en destacar la actuación de Mohamed Alí. Cuando aún no había sido ganado para la causa de un tipo que ha sufrido tanto para volver a ser concejal como para hacerse viejo. Viejo de verdad. Porque solamente a un viejo, como a Juan Luis Aróstegui, se le seguiría ocurriendo tenerle la fobia que le tiene este periódico.

La vejez de Juan Luis Aróstegui es un asunto que le debería preocupar mucho. Puesto que semejante vejez prematura, debido al odio que atesora contra ‘El Pueblo de Ceuta’, puede que le esté privando de comportarse como debe en el tálamo nupcial. Y es que hay hombres cuyas obsesiones consiguen distraerle de los compromisos contraídos. Y no me vengan ahora a decirme que lo escrito es un atentado contra la vida íntima de un tío que no cesa de propalar que todos los que escribimos en este periódico somos unos vendidos y otras lindezas por el estilo.

Juan Luis Aróstegui ha vuelto a despotricar contra este periódico. Ha vuelto a calificarlo de panfleto, olvidándose de que él escribe en un periódico añejó donde su editor se lleva la mayor tajada de la publicidad institucional. Un editor que nunca se cortó lo más mínimo en airear que sus negocios con el secretario general de CCOO fueron siempre redondos. Vamos, tan sustanciosos que él anhelaba en todo momento que Aróstegui volviera a ser concejal. Con el fin de volver a las andadas: o sea, a obtener muchos beneficios de la amistad que ambos se profesan.

Hablar de Aróstegui, aunque ustedes no lo crean, me desagrada. Me agota. Me hace sentirme mal. En puridad: es un sujeto del cual escribir me causa una gran insatisfacción. Ya que no deja de ser una persona desabrida y cuyas aspiraciones son, sin duda alguna, las de convertirse en jefe de tribu y poblado con el fin de empequeñecer aún más el territorio donde vive.

Juan Luis Aróstegui, tras haber sufrido lo indecible para volver a ser concejal, tal es así que se le han echado los años encima, está dispuesto a no perder la oportunidad que se le ha presentado, uniéndose a Mohamed Alí para romper la armonía de la ciudad. Para cizañar entre comunidades. Sin importarle los medios que deba usar para conseguir un logro que lleva metido entre ceja y ceja desde hace muchísimos años. Desde que tuvo uso de razón. Porque es la única manera que tiene para verse realizado.

No obstante, conviene decir que la forma de ser de Aróstegui, es decir, su comportamiento dispuesto siempre a atentar contra la convivencia de esta tierra, está siendo alentada por el egoísmo de ciertos empresarios a los que les conviene que el sujeto, Aróstegui, esté en todo momento dispuesto a procurar que los miembros del Gobierno se sientan intranquilos. Nerviosos. Y no dejen de dar muestras de debilidad. Que es lo que viene ocurriendo ya. Y el fútbol ha sido el mejor ejemplo que hemos tenido. Y no será el último.
 

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