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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 20 DE JULIO DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

La necesaria colaboración del Reino de Marruecos


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

La visita del Director General de la Policía Española a Rabat se ha saldado con una promesa de colaboración por parte de Marruecos en temas de inmigración y control de sus fronteras para frenar la avalancha de africanos que está soportando Ceuta, es decir, España que es lo mismo que decir la Unión Europea.

Lo que no ha quedado suficientemente aclarado es si nuestro alto cargo policial ha puesto sobre la mesa el Tratado Bilateral de 13 de febrero del año 1992 firmado por España y Marruecos para la devolución automática de ciudadanos de terceros países que accedan ilegalmente a nuestro país a través del país vecino. Tan solo con el estricto cumplimiento de ese acuerdo no existiría inmigración africana en ninguno de los dos países, si los inmigrantes estuvieran seguros por pruebas palpables y evidentes que tratar de entrar a España desde Marruecos implica la devolución automática cambiarían las rutas y elegirían Argelia-Tunez para tratar de llegar a la isla italiana de Lampedusa. No a Malta porque ese Estado se niega a permitirles desembarcar en sus costas, ni por razones humanitarias ni por ningún tipo de razón. Sucede como en Suiza donde la inmigración ilegal está castigada con penas de cárcel, para eso los suizos son especiales, comparan la entrada ilegal en un país al hecho de que una familia se encuentre cenando en su casa e irrumpan por la fuerza unas personas que, alegando pobreza y necesidad, se instalen a vivir en el domicilio alegando que “tienen derecho a huir de la pobreza” y que la familia no les pueda echar.

Proceloso asunto que con tan solo la aplicación de un Tratado suscrito por dos países soberanos podría solucionarse y aliviar muchas situaciones cortándole las alas a las mafias que organizan la inmigración ilegal al privar a las organizaciones del trampolín de Marruecos. Si existe imposibilidad de llegar a través de ese país las rutas se cambiarán, al tiempo que resulta necesario blindar la frontera con Argelia para evitar que las mafias operen desde la ciudad de Oujda vendiendo falsas expectativas a los africanos. No hay trabajo en España, incluso los temporeros que recorrían los campos de campaña agrícola en campaña agrícola han sido sustituidos por españoles, antiguos trabajadores del ladrillo. En Rumanía que es una economía emergente hay veinticinco mil puestos de trabajo de la construcción a la espera de ser ocupados y sí aceptan a españoles y a portugueses, aunque el clima tiene efecto disuasorio para muchos por la dureza de los inviernos. Son las hieles de los países que ayer vivieron las mieles de la prosperidad y que hoy tienen que apretarse el cinturón para tratar de evitar ser intervenidos por Europa.

En la España todos conocemos las altísimas tasas de paro en el colectivo extranjero y como se está incentivando el retorno porque nos quedan años duros antes de que volvamos a emerger y poder ofertar trabajo a mano de obra inmigrante. Por ello el futuro de los africanos que acceden ilegalmente a nuestro país es absolutamente incierto, no hay trabajo y los recursos sociales llegan a duras penas a los cinco millones de parados y los más de ocho millones de pobres contabilizados por Cáritas. La situación es difícil, el sistema de Seguridad Social universal es insostenible y peligran y mucho las pensiones. A esta realidad llegan los africanos tal vez porque son víctimas de una quimera y no saben que muchos de ellos acabarán durmiendo en las calles, comiendo en los comedores de Cáritas. Y la Península no está llena de Cetis con techo, cama, comida y necesidades cubiertas mientras se sale y se entra con libertad. Allí de los cuarenta días de internamiento si no se puede expulsar el individuo se va a la calle y en los albergues los días de permanencia son muy limitados y están saturados de españoles. Tampoco existe por parte del Gobierno de España el tipo de actitud de otros gobiernos de Europa donde responsabilizan a Embajadas y Consulados de sus países de origen de la suerte de sus nacionales obligando a esos países a cumplir con sus obligaciones de asistencia, auxilio y ayuda. A no ser que el inmigrante tenga el estatuto de apátrida o el de refugiado de un país en guerra.

Con respecto al asilo político a nivel europeo los peticionarios llegan con la documentación en regla y todas las pruebas acreditativas de su condición de perseguido. No olvidamos la irrupción en Europa de cientos de licenciados y doctores iraníes, totalmente acreditados, que huyeron cuando el derrocamiento del Sha. Pero quienes entran ilegalmente en Europa a través de Ceuta son inmigrantes económicos que desconocen la realidad de la crisis que sufrimos, que no van a ver cumplidas sus expectativas y a quienes la noticia de que se aplica por vez primera un acuerdo que data de 1992 entre España y Marruecos les disuadiría de emprender el viaje hacia el país vecino.

La estrategia es mucho más amplia que impedir que los africanos se lancen al mar desde ahí al lado. Comienza con medidas inmediatas como la devolución humanitaria por parte de la Guardia Civil de aquellos que traten de acceder por mar y su entrega a las Autoridades Marroquíes sin más requisitos, el anuncio de la aplicación del Tratado de 13 de febrero de 1992, las ayudas económicas a Marruecos para las repatriaciones de los inmigrantes a sus países de origen y dentro de unos meses la redacción de una nueva Ley de Extranjería más realista e idéntica a la de otros países de Europa.

No dudamos de que la visita del Director general pueda haber dado sus frutos, pero lo cierto es que resulta algo impreciso basar el control en simples actuaciones policiales, falta la base, falta la exigencia de cumplir con lo firmado por ambos países y falta la intermediación de Bruselas. Es evidente que no contamos entre nuestros gobernantes ni con grandes politólogos, ni tan siquiera con medianos estrategas y negociadores. Habrá que esperar.
 

La hipócrita moralina de los “sepulcros blanqueados”


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

De los sepulcros blanqueados que aparecen en los Evangelios al dramaturgo noruego Ibsen que comparaba su país con una inmensa bola de nieve blanca y delicada por fuera pero agusanada y putrefacta en su interior, el pecado de la hipocresía no conoce ni tiempos ni lugares y sus exponentes brotan en cualquier enclave y en cualquier época. Así en el Pleno de la Asamblea celebrado hace un par de fechas todos los presentes tuvimos que aguantar, en un paroxismo de estupor, como el diputado Aróstegui representaba con cierto virtuosismo su autoasignado papel de “Adalid Seráfico” usando y abusando de presunciones de infalibilidad mientras que trataba de obtener “patente de corso” para sus supercherías

Como titulaba mi artículo de ayer, Aróstegui se ha convertido en un “demagogo profesional”, es decir, en un especialista profesional en el arte de la manupulación. Como buen demagogo jamás piensa de forma diferente a sus propios intereses e intenta, hacernos ver lo blanco negro con tal de salirse con a suya.

Lo malo es que cuando no consigue lo que quiere a través de la manipulación, recurre al pataleo constante para llamar la atención. Nadie puede llevarle la contraria y de hacerlo pasaría a convertirse en “enemigo de su noble causa”.

Por eso considera a ‘El Pueblo de Ceuta’ uno de sus mayores enemigos y no duda acometer por la publicidad institucional contra este diario mientras permanece en taimado silencio en lo relativo al diario decano de esta ciudad que es quien se lleva el mayor y más importante porcentaje de publicidad institucional entre todos los medios de comunicación de Ceuta. Los generosísimos apoyos al decano no merecen el calificativo de “malversación moral y jurídica” sino seguramente este Adalid Seráfico los definiría como “íntegro acicate logístico y potenciación moralizante de las libertades de expresión y de opinión y de la más prístina exaltación de la cultura autóctona”. Lógico que en caso de su diario amigo el de la Coalición Caballas exalte las libertades ya que allí se expresa semanalmente y publica sus refitoleras opiniones, no se le vayan a poner en contra y le echen a la calle hurtándole el placer de su modesta columnilla semanal que utiliza a modo de escupidera donde vomitar sus agravios.

¿Y de los nuevos locales municipales que posiblemente se le facilitarán a su diario amigo? ¿No tiene nada que decir Aróstegui? Y de la amabilidad de Emvicesa y de las Brigadas Verdes para con los allegados a su coaligado Mohamed Alí ¿Tiene algo que comentar?. Ataca con saña a la AD Ceuta pero ¿calla ante el último escándalo de presunta corrupción en la Federación de fútbol ceutí?

La verdad es que Aróstegui dirá que no, un “no comment”, porque su demagógica y pretendida “integridad” tan solo alcanza a quien él considera sus contrarios, reos convictos y confesos del delito pavoroso de no “guardarle el agua” con la circunstancia agravante muy cualificada de “contestarle poniendo los huevos encima de la mesa de forma especialmente alevosa”. Con esos quiere formar la escabechina con el delirante propósito de atemorizar a sus “enemigos políticos” y hacerles caer en una especie de Síndrome de Estocolmo del que sacar rédito en un futuro, obligándoles a plegarse ante cualquiera de sus desvaríos y de sus propuestas mamarrachiles. Torpe tentativa. Error de cálculo y de previsión. Aquí carecemos de síndromes nórdicos y cuando constatamos que alguien trata de hacer pender sobre nuestras cabezas “la espada de Damocles” nos regocijamos y damos gracias, nos quedamos con la espada y la usamos para hacer una brocheta en la barbacoa y brindamos con horchata de chufas en honor de la publicidad institucional que recibe el decano y de los Caballas,

¡Salud!.
 

¿A qué juegan la Federación de Fútbol
de Ceuta y el Comité de Árbitros?


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

La noticia saltó a la palestra el pasado día 15 cuando en El Pueblo de Ceuta se publicaron las duras acusaciones formuladas por el ex-árbitro Hamido Abselam Mehdi contra el Comité de Árbitros y la Federación de Fútbol de Ceuta a quienes se imputaban hechos que pudieren corresponder a los artículos 422, 423 y 286 bis del Código Penal. La denuncia de corrupción era de suficiente relevancia como para que hubiera motivado una inmediata y urgente comparecencia de los representantes de la Federación y del Comité para ofrecer su versión de los hechos y lógicamente emitir “el rotundo desmentido y anuncio de acciones legales”. La dinámica es siempre idéntica. Al igual que la intervención de la Policía Judicial o de la Guardia Civil debería haber sido instantánea para investigar los hechos denunciados. Pero para nuestra sorpresa la respuesta general ha sido el silencio total, ni desmentidos, ni intervenciones, ni notas de prensa, ni inicio de una investigación. La reacción ha sido nula por parte de quienes estaban obligados a reaccionar y por lo tanto la noticia y la acusación genérica de corrupción sigue creciendo y expandiéndose hasta el punto de que ayer martes 19 de julio fue protagonista absoluta de la página 22 del diario MARCA.

Es normal, ante la falta de iniciativa por parte de los acusados de unos hechos graves que empañan la imagen del deporte en nuestra ciudad, siembran la duda y el recelo, salpican al fútbol con esa sustancia de consistencia alquitranosa que es la corrupción y nos ponen a los pies de los caballos, el mutismo absoluto viene a implicar una cierta aceptación o la “política del avestruz” y hace que se murmure maliciosamente que “quien calla otorga”.

Porque resulta incomprensible y sorprendente el que “ninguno” de los “salpicados” haya puesto el grito en el cielo, proclamado su indignación, anunciado querellas, juramentado denuncias y declamado su absoluta inocencia y ajeneidad a los hechos que han aparecido publicados, primero en este diario, después en la prensa nacional sin que se haya apreciado en ningún momento reacción alguna. Ni tan siquiera la lógica postura autoexculpándose. Mala técnica, peor táctica y nula estrategia defensiva, el fútbol ceutí puesto a la altura del betún y ni una voz defendiendo su honorabilidad.

Porque por menos de “esto” al atleta y concejala del PP Marta Domínguez vivió una pesadilla judicial por un montaje político conformado por falsas imputaciones, hasta que una jueza no manipulable por “las Alturas” le dio un carpetazo a esa Operación Galgo que constituye una muestra más de la abyección moral a la que puede llegar un sistema político.

Pero en este caso con denuncias de corrupción de por medio y hechos bien expuestos en negro sobre blanco y letra redondilla que luego han venido multiplicándose en la red, la inmovilidad y la pasividad de los denunciados parece correr paralela a la de aquellos llamados a actuar desde el mismo momento en el que tienen noticias de la presunta comisión de un delito. Los acusados son sabedores de cada extremo y de cada aseveración, pero a la vista está que parecen haberse quedado paralizados y sin capacidad de reacción. O han decidido “no reaccionar” lo que constituye una torpeza y deja en muy mal lugar a todas aquellas personas honradas, honestas y trabajadoras que directa, indirecta o tangencialmente se encuentran ligados al fútbol, desde árbitros a jugadores, desde entrenadores a directivos.

Inexplicable. Nada más que alegar.
 

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