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OPINIÓN - DOMINGO, 24 DE JULIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Presencia en el escenario del desastre
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

En estos días se recuerda lo que se conoce como “el desastre de Annual”, donde unos 8.000 combatientes españoles perdieron la vida y más de medio millar fueron apresados por las harkas sublevadas, en Marruecos, por Abd-el Krim, que en pocos días reconquistaron todas las posiciones establecidas por la zona oriental del Protectorado. Ocurrió este hecho el 21 de Julio de 1.921.

Mi tío Antonio, uno de los hermanos de mi padre, la “suerte” quiso que se viese involucrado en el conflicto, ya que en el momento de incorporarse a filas, su Unidad fue enviada a apoyar la recuperación de la zona perdida.

Con algo más de noventa años, con una mente lúcida, me estuvo contando sus vivencias ocurridas en Marruecos. “El desembarco de Alhucemas tuvo lugar el día 8 de Septiembre de 1.925. Después de los ataques de Abd-el-Krim, a la guarnición del Peñón de Alhucemas, se consideró necesario asegurar esta fortaleza para ejercer un dominio efectivo en la parte oriental del Protectorado. El General Primo de Rivera se encargó de dirigir la operación de desembarco que pudo hacerse con gran rapidez, gracias a la indecisión del cabecilla rifeño. El éxito del desembarco fue debido al error de Abd-el- Krim de atacar la zona francesa de Marruecos para apoderarse de Fez. Los gobiernos de Francia y España acordaron una acción conjunta contra el jefe rifeño y se llevó a cabo el desembarco de Alhucemas, en el que participaron las escuadras de ambos países. La ofensiva desencadenada en Febrero de 1.926, dio como resultado la derrota total de las tropas rifeñas y la rendición sin condiciones de Abd-el-Krim, en Mayo de 1926, que se entregó a los franceses”.

Muy grabado quedó en la mente de mi tío Antonio, los contactos con los “compañeros” franceses: “Lo mejor de la convivencia fue el intercambio de víveres, aunque más que intercambio era recibir ayuda de los mismos, ya que ellos estaban mejor dotados, en todos los aspectos, que nosotros”.

“Cuando teníamos que acercarnos a la frontera, la ida era como un paseo, puesto que teníamos que enfrentarnos a la línea, donde se encontraban ellos (el enemigo). Íbamos montados en las mulas. Yo era acemilero. El regreso lo hacíamos con los animales cargados, y nosotros a pie. La distancia era considerable, más de 20 km. Algunos animales no regresaban, puesto que estaban reventados; otros, se despeñaban. Así logramos mejorar en algo la comida, que hasta entonces era escasa y mala”.

De sus aseos, recuerda las chapuzones en las albercas, donde contrajo la fiebre palúdica. “Yo quedé fuera de combate, con fiebre alta, escalofríos y sudoración. Dado de alta, cumplido el servicio a la Patria, ya de regreso a Grazalema, continué con la recuperación, pero al llegar la primavera tenía que suspender mi actividad laboral, porque de nuevo aparecía las fiebres palúdicas. Así estuve varios años, hasta que me curé...”e había establecido en esta localidad cercana a Melilla, cayó en manos de los rifeños; a esta péridida siguieron la de otros destacamentos del inte

“Sobre el Desastre de Annual, la guarnición que el General Fernández Silvestre había establecido en esta localidad cercana a Melilla, cayó en manos de los rifeños; a esta pérdida siguieron la de otros destacamentos del interior de Marruecos. El desastre fue completo: perecieron la mayor parte de las fuerzas españolas los rifeños llegaron hasta las cercanías de Melilla. Abd-el-Krim había dejado confiarse deliberadamente a Fernández Silvestre y, al llegar el momento oportuno, desencadenó el ataque, donde el propio general perdió la vida”.

Quizás, y esto lo comenta irónicamente, ésta fue la condecoración que recibí por exponer mi vida al servicio de la Patria. También comenta con tristeza: “La mayor parte del país no estaba de acuerdo con la política marroquí del rey, Alfonso XIII. Creo que fue una guerra absurda”.

Arturo Barea, escritor, estuvo también en el escenario de los acontecimientos, cumpliendo el servicio militar. En su libro “La forja de un rebelde II (La ruta)”, destaca “que los libros de historia lo llaman el Desastre de Melilla o la Derrota española de 1921; dan lo que se llama los hechos históricos. No se nada de ellos, con excepción de lo que leí después en estos libros. Lo que yo conozco es parte de la historia nunca escrita, que creó una tradición en las masas del pueblo, infinitamente más poderosa que la tradición oficial. Los periódicos que yo leí mucho más tarde describían una columna de socorro que había embarcado en el puerto de Ceuta, llena de fervor patriótico, para liberar Melilla....

Todo lo que yo conozco es que unos pocos miles de hombres exhaustos embarcaron en Ceuta con destino desconocido, agotados hasta el límite de su resistencia después de 100 km, de marcha a través de Marruecos... Y Melilla era una ciudad sitiada. Muchos años después aprendí lo que significa vivir en una ciudad sitiada, bajo la amenaza constante de la entrada del enemigo que se ha prometido así mismo botín, vidas y carne fresca de mujer...A la mañana siguiente marchamos hacia las afueras de la ciudad: íbamos a romper el cerco y comenzar la reconquista de la zona. Nos fuimos alejando de la ciudad, adentrándonos en el campo abierto, y vimos el horror... Amontonamos los muertos en el patio sobre el caballo, los rociamos de petróleo y prendimos fuego a la pila, apestaba a carne asada y vomitábamos...y seguimos vomitando días y días incontables...Yo no puedo contar la historia de Melilla de Julio de 1921. Estuve allí, pero no se donde; en alguna parte, en medio de tiros de fusil, cañonazos, rociadas de ametralladora, sudando, gritando, corriendo, durmiendo sobre piedra o sobre arena, pero sobre todo vomitando sin cesar, oliendo a cadáver, encontrando a cada nuevo paso un nuevo muerto, más horrible que todos vistos hasta el momento antes...”

Mi tío Antonio, una vez licenciado con la “laureada” de su fiebre palúdica, abandonado por aquellos que lo había utilizado, año tras año, tuvo que soportarla, hasta que llegó el momento en que desapareció. La primavera, con su llegada, representaba un proceso lleno de incertidumbre, porque no sabía si se iba a repetir, hasta que después de varios años, desapareció.

Su actividad, en los primeros momentos, era la de preparar carbón vegetal, en zonas cercanas a su Grazalema natal; después, al comienzo de nuestra Guerra Civil, por anarquista, fue detenido, juzgado, encarcelado, condenado a l a pena capital, conmutada por cadena perpetua, redimido por trabajos forzados, liberado y vuelto a las labores del campo...
 

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