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OPINIÓN - SÁBADO, 30 DE JULIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Sevillanas en la Feria
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Donde fueres, haz lo que vieres, es un refrán que nos anima a comportarnos de acuerdo a las costumbres del lugar en que nos hallemos. También hay un proverbio existente en la Roma clásica que reza así: “Cuando estés en Roma, vive conforme a las costumbres romanas”. Son lecciones que aprendí muy pronto, debido a que una parte de mi vida me la pasé yendo de un sitio para otro. Así que lo mismo me tocó residir en Las Baleares como en Extremadura, en Castilla, en La Mancha o en Andalucía. Y a fe que algunas de las tradiciones de los diferentes pueblos en los que me tocó ganarme la vida, me repateaban. Pero jamás salió de mi boca el menor reproche.

Tuve amigos, en aquellos años donde a mí se me conocía en muchos sitios, que se desvivían por invitarme a las fiestas tradicionales de sus pueblos. Y jamás me dio por aceptar dichas invitaciones, porque nunca fui partidario de celebraciones donde el gentío tuviera como principal diversión beber como cosacos, comer con avaricia, y divertirse por medio de burradas que me desagradaban en extremo. Por tales motivos, y otros más que renuncio a enumerar por falta de espacio, jamás quise participar en fiestas tradicionales por las cuales no sentía el menor aprecio. Temeroso de que, en algún momento, pudiera escapárseme algún comentario adverso que pudiera herir la susceptibilidad de los lugareños.

Durante varios años, varios amigos, residentes en Madrid, trataron de convencerme para que acudiera con ellos a disfrutar de los Sanfermines. Y siempre les respondía que no. Que a Pamplona yo no quería ir durante esa fiesta considerada de fama mundial. Y no tenía el menor inconveniente en exponer mis razones. En principio, me resultaba insoportable saber que iba a estar en unas fiestas donde primarían los borrachos por doquier y donde los ruidos no cejarían ni de día ni de noche.

Dado que a mí me chiflan las corridas de toros, mis amigos intentaban por todos los medios animarme a que asistiera aunque fuera solamente para ver los espectáculos taurinos. Y les contestaba que no me seducía en absoluto lo que me proponían. Pues ver toros en la plaza Monumental de Pamplona me parecía, y me parece, un espectáculo decadente donde los haya. Porque hay que echarle muchos bemoles para acudir a un tendido donde los espectadores convierten el espacio en una escena carnavalesca. Algunos van poco menos que con escafandra, un poco por la mierda y un poco por hacer la gracia.

Incluso las mujeres han de ir vestidas para la ocasión, es decir, para que puedan echarles por encima jarras de vino tinto, sangría o Kalimotxo. Y qué decir de las batallas campales que organizan los navarros en los tendidos disparándose con toda clase de alimentos. Y hacen bien. Están en su tierra y se divierten con sus tradiciones. Y de haber tenido yo que trabajar en Pamplona, jamás me hubiera atrevido a decir ni pío de semejantes costumbres.

En Ceuta hubo un tiempo donde en la Feria se oían muchas sevillanas y se bailaban. Y las mujeres, vestidas de gitanas, alegraban la vida de quienes hemos nacido en ese ambiente ferial. Un ambiente que permitía la conversación en mesas repletas de buen vino y de tapas variadas. Esa Feria debe prevalecer. Y a quien no le guste que haga lo que yo hacía con los Sanfermines: no ir.
 

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