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OPINIÓN - SÁBADO, 6 DE AGOSTO DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Graves problemas de inmigración =
¿Pueden irse los políticos de vacaciones?


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Dada la actual situación que atraviesa España ¿Son lícitas las vacaciones de los políticos?. Esa es “la pregunta del millón” y se responde a ella con una abrumadora negativa. Tanto a nivel nacional como a nivel local. Lo curioso es que nadie se haya planteado la inconveniencia y la cruel burla que supone para los ciudadanos el que una clase política que ha llevado al país a la ruina se encuentre tan “agotada” por el esfuerzo de llevar adelante su desastrosa gestión que necesite con carácter urgente tomarse un mes de holganza. Eso sí, la suma de errores, desaciertos, estupidez y decisiones desafortunadas han de provocar un innegable agotamiento al Gobierno de la Nación. Pero aquí la oposición debería haber tomado las riendas negándose a interrumpir la actividad hasta que se enderece el rumbo y se solucionen los problemas, exigiendo incluso un mayor adelanto electoral. Eso a nivel nacional, aunque a nivel local no estamos tampoco para tomarnos “respiros”. Para tomar aire y respirar están las aceras mientras se va y se viene de los despachos en los que hay que permanecer aunque sea testimonialmente y dándose viento con un abanico hasta que solucionemos de una vez por todas el eterno incumplimiento por parte de Rabat de todos y cada uno de los Acuerdos firmados en lo referente a la inmigración.Y el Gobierno ceutí ha de presionar aún con mayor fuerza al Gobierno Central y utilizar a los europarlamentarios del Partido Popular para llevar la denuncia ante el Parlamento Europeo y que ya sea Bruselas la que obligue a Marruecos a asumir sus compromisos, condicionando las futuras relaciones con Rabat al freno del problema inmigratorio.

La excusa será que estamos en “vacaciones” a nivel Madrid, precisamente en unos difíciles momentos en los que ningún Ministerio puede permitirse la licencia de cerrar sus puertas mientras sus titulares, tostándose la ingle al sol, provocan el furor de la ciudadanía. ¡Y encima se van de vacaciones!. El derecho consuetudinario parte de la base de que “las costumbres hacen leyes” pero yo opino que las costumbres evolucionan y las leyes cambian porque nada puede permanecer estático, con excepción de la cronificada estupidez de la clase política a la hora de nombrar a asesores y consejeros, que viene a significar regalarle el puesto a un “amigacho” y aumentar la cuota de estómagos agradecidos. Pero al “amigacho” que suele ser más tonto que el propio político no se le pasa por la mente el que la función pública se conforma con gestos y actitudes y el gesto necesario aquí y ahora hubiera sido el de una colectiva renuncia a la paralización de cualquier tipo de actividad en plan marketing “Los españoles se van de vacaciones (los que pueden) pero los políticos siguen trabajando”. Demasiada astucia para mentes absurdas para el colectivo de “asesores-sin-sesera” que revolotean en tono a los Mandamases agitando los botafumeiros con brío y frenesí pero incapaces de trazar estrategias y de parir ideas que beneficien la imagen pública del “Jefe” y que al tiempo satisfagan al pueblo soberano. ¿Consejo? Hacer las maletas y de vuelta al trabajo, a bregar con los graves problemas económicos que nos acucian y en el caso de Ceuta a preparar la formulación de una queja ante Bruselas y al tiempo negociar de nuevo con Rabat las ayudas económicas que necesitan para repatriar desde Marruecos a todos los africanos a sus países de origen. Para evitar que entren ilegalmente en Europa, donde la ciudadanía ni tiene capacidad económica para absorber la miseria de África ni tiene por qué verse afectada por problemas internos de países africanos cuya solución compete en exclusiva a los cascos azules de la ONU. Ni Europa es competente para derrocar regímenes corruptos ni va a tener el eterno aguante de regalar millones y millones de euros de “ayuda” para engrosar las cuentas suizas de sátrapas y dictadorzuelos.

Y en lo referente a los onegetistas que se rasgan las vestiduras en honor a las virtudes lacrimosas y que ven en cada inmigrante una “víctima” aún no se ha dado el caso de que, ante la evidencia de que con un sueldo medio español pueden al menos vivir y malcomer cuatro o cinco bocas más, ofrezcan su casa y su economía a los africanos y se los lleven a vivir con ellos en testimonio de solidaridad auténtica, sincera y real. Y lo digo por determinadas “plumas” ceutíes, siempre dispuestas a poner el grito en el cielo ante la crueldad de Europa al no “abrir las fronteras” cuando la pluma en cuestión, que se sepa, no se ha llevado a un grupo de africanos a su domicilio, dando testimonio solidario de “apertura”¿No quiere inmigrantes? Pues que se lleve a unos cuantos a vivir en su casa y les dé de comer atendiendo a sus necesidades a costa del presupuesto de la familia de la “solidaria”. Ante problemas reales la hipocresía irreal resulta aún más lacerante. Tan lacerante como el ocio agosteño de los políticos a quienes desde aquí emplazo a nivel nacional y a nivel local a volver a sus puestos, empuñar las riendas, dejar las vacaciones para cuando esto comience a reflotar , que den auténtico testimonio de su sentido de la responsabilidad y se nieguen en redondo a interrumpir el año y la actividad política permaneciendo al frente de sus funciones para demostrar a quienes padecen esta situación, que mientras exista un solo español que sufra dificultades ni los que gobiernan se van de vacaciones, ni les importa un carajo “la cultura del ocio”, ni recargan pilas, ni se relajan, ni abandonan este barco que escora una puta milésima de segundo.

Porque ya se sabe que un político puede permitirse el lujo de tener mala leche, pero el de ser un frívolo jamás.
 

Cuando Ceuta procesiona a la Reina de África


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Siempre he pensado ser una privilegiada por haber tenido ocasión de asistir a la Santa Misa bajo la bóveda de piedra de las dos catedrales más antiguas de España : la de Roda de Isábena y la de Jaca. Desde ayer la emoción se triplica al haber comulgado bajo una bóveda aún más antigua, la del cielo de Ceuta que sustituía los arcos por jirones de nubes ejerciendo de lámpara la luna creciente y de muros una pared de flores que perfumaba de nardos y claveles la ceremonia enmarcando la sagrada imagen de la Virgen de África. Es la hispánica mariolatría que nos hace sacar el arte a las plazas y a las calles, aunque reto a cualquier ciudad de España a que me demuestre ser depositaria de una plaza en la que, como en esta Ceuta mariana y marinera, se unan la espiritualidad de una catedral y un santuario enfrentados en suntuosidad y misticismo.

Sacramento al caer del día, que esta ciudad siempre elige los crepúsculos para hisopaduras y pangelinguas, para cánticos y para devociones, por mor de atrapar en las fachadas de los templos los últimos reflejos dorados de los rayos crepusculares y que el cielo claree asalmonando los vientres de las nubes en el mismo instante de la comunión.¿Desliz de protocolo?: tan solo conté dos mantillas “de tarde” es decir de encaje marfileño. Las señoras en general muy elegantes pero ¿Se puede presentar una mujer del sur ante una Emperatriz a cabeza descubierta? Si se es española no. Ni tampoco hay que olvidar que aunque las Reinas Católicas sean las únicas que ostentan el privilegio de poder llevar la mantilla de blonda blanca ante Su Santidad el Papa, ese honor se extiende a toda las españolas cuando la misa se celebra con la luz del día y la peina tiene que ser también marfileña y de las que tienen forma de media concha, porque las altas son más semanasanteras en carey y también claras para las bodas de tronío.

¿A destacar? El trasiego de golondrinas y de vencejos porque las gaviotas son más tímidas a la hora de asistir a solemnidades. Y resaltar también la interminable fila de comulgandos y la corrección generalizada de la vestimenta, allí estaba el futuro Felipe González léase José Antonio Carracao, un tipo que “viste” como nadie el socialismo (sin faltar por supuesto a Paco Vázquez), el elegante Francisco Márquez, la señora de Vivas con un modelo en negro y detalles marfil en el bajo estilo Paco Rabanne, Yolanda Bel con vestido y estilo tipo Carla Bruni, Mabel Deu en encajes sobre fondo rosa maquillaje y sandalias planas y todas ellas ¡Sin mantillas! muy propias para cualquier recepción en la Zarzuela pero no para saludar a la Realeza, por más que Santa María de África obvie bastante los rigores protocolarios y sea feliz siendo la mimada Capitana general, Gobernadora y Alcaldesa, amen de Directora General de todo el cotarro cristiano ¿Será por titulaciones? Cosas de la leche celtíbera de esta tierra nuestra que es de bronce de campanas, de crismones románicos,del olor a vientre de piedra en el corazón de nuestros templos y donde el tercer ojo se nos transformó en signo de la cruz que soñara el emperador Constantino, reapareciera en Covadonga, cabalgara junto al Apóstol Santiago, diera sombra en las Navas de Tolosa y así por los siglos de los siglos hasta hoy mismo y hasta el fin de los tiempos...

¡Ave Santa María que pariste Mesías! ¡Y lo que hubiera ayer disfrutado mi maestro del alma Gonzalo de Berceo, poeta y peregrino, asistiendo a la batalla olfativa entre las vaharadas de nardos y claves y las nubes de incienso! Del mismo incienso que perfumara a Alfonso X el Sabio cuando pergueñaba sus Cantigas “Rosa de rosas, flor de flores...”. Y la Reina de África procesionada por su pueblo, acunada por el son de los tambores y las cornetas y empapada en una lluvia de verano de pétalos de flores. ¡Y qué nos gusta a los cristianos pasear a nuestras sagradas imágenes! ¿Lo más emocionante? En una esquina de la calle Jáudenes un niño de ojos azules llamado David, animado espectador de la procesión, protestando porque “la Virgen no llega” y proclamando “Cuando pase yo le digo ¡Guapa, guapa y guapa!” ¡Ay Santa María, esta raza nuestra que surge de un niño de cinco años esperando a la Madre! ¡Ay que no se nos puede aguantar! ¡Ay que nos corre la devoción por las venas y nos sale por cada célula!. David presenció la lluvia de pétalos y también sin duda sus hijos y los nietos de sus hijos seguirán la tradición ¡Guapa, guapa y guapa!.
 

¡Jo,jo,jo! ¡Qué brutos somos!


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Viene a cuenta la carcajadota grosera para titular este conglomerado de palabrería en el que justificaré mi falta de asistencia a la luminosa, lúdica y bien organizada feria de Ceuta, con excepción del día de la inauguración donde quedé maravillada y gratamente sorprendida por tres cosas: el espectacular diseño de la portada, el vestido minimal de la cada vez más elegante Yolanda Bel y el prodigio fashion de la camisa del delegado de Gobierno. Cierto es que aparte de esos elementos la música es la idónea para no mezclar pachanga con chumba-chumba, el ambiente abrileño y malagueño a la par, con reminiscencias de caipirinha del Estrecho y un toque de piña colada, las casetas de los partidos políticos muy apropiadas (no se han dignado a invitarme a ninguna y eso que como poco y no resulto nada molesta), las atracciones ocupadas por una chiquillería jubilosa, pero...

¿No estaban prohibidas las atracciones con animales? ¿Cómo se come y cómo se bebe una rueda de ponys agotados dando vueltas y más vueltas? ¿Quién ha permitido “eso”? ¿Dónde están los de la Protectora de Animales y los Ecologistas? Recuerdo que mucho antes de la prohibición de la exhibición de animales y de su utilización como reclamo, en muchas localidades veraniegas iba y venía “el fotógrafo del mono” cargando con un chimpancé vestido de uniforme, los turistas se hacían fotos con el simio que estaba amaestrado para sonreír a la cámara y hacer patéticas morisquetas que hacían que el personal se meara de risa. Hasta que la gracia dejó de ser tal, porque los chimpancés, a fuerza de recibir flashes acababan ciegos y recogidos en cualquier mísera instalación, los de nosécuantas Protectoras denunciaron y se acabaron el negocio y el rollo. Mala cosa, cosa de bestias explotar a seres vivos, comprendo que ahí entra la sensibilidad de cada cual y que poco puedo quejarme en un país que hasta hace bien poco no ha comenzado a legislar en serio y a castigar el maltrato a los animales. Los dueños de los galgos ahorcados con alambres tras la época de caza, las terribles peleas de perros y de gallos, el abandono de mascotas y los escabrosos asuntos de crueldad y de sadismo que periódicamente salpican los telediarios.

Y supongo que a los ponys de la feria les tratarán bien, porque en ello le va al dueño la industria, pero a mí me parecieron tristes y alicaídos amén de un espectáculo de aquellos otros tiempos en los que éramos más brutos y nos partíamos el pecho de la risa al ver tirar a la cabra desde el campanario en las fiestas del pueblo, en la localidad de Nalda en la Rioja los mozos a caballo les arrancaban el cuello a una serie de gallos colgados vivos y el aterrorizado toro “embolao” con los cuernos en llamas despierta el entusiasmo del personal. Proverbial la mala leche mamada de la Iberia Vieja, sadismo no obstante con un toque de dignidad y de coherencia porque luego llega el sanguinario toro “Ratón” figura estelar de cualquier festejo que se precie, va sembrando las ferias de España de víctimas y tiene cada año tantos contratos gracias a su talante asesino que su manager tiene que dosificar las apariciones, cuestión de talante celtíbero que es característica que siglos y siglos de melindres y educación cívica, no han logrado atemperar. ¡Esta joía raza nuestra! Pero una cosa es celebrar el carácter belicoso del españolísimo “Ratón” que tiene dada la venia para acogotar “ad majorem gloria” de nuestras tradiciones, que no son más que sueños culturales y otra explotar a desdichados equinos enanos suscitando nuestra inquina y aversión.

Jugarse las pelotas ante el provicero toro “Ratón” tiene la rara dignidad que se deriva de un pasatiempos milenario cuyas raíces se hunden en los recovecos de nuestra glándula pineal, pero lo del borriquillo dando vueltas a la noria sin ir a ninguna parte y los ponys haciendo tres cuartos de lo mismo ni es tradición, ni tiene arraigo, ni supone el placer del riesgo que es un placer noble.

Por eso no voy a la feria, porque puedo evitar encontrarme con esa atracción y no verla, pero voy a saber que “está” y la sensación va a ser la misma.
 

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