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					 La solidaridad es uno de los pilares básicos del 
					Ramadán. Lo saben bien en las mezquitas de la ciudad, que a 
					diario ofrecen de forma totalmente altruista alimentos a 
					aquellos que no tienen recursos para que puedan romper el 
					ayuno. Es el caso del Cementerio Musulmán, donde este año 
					están notando un gran aumento de familias melillenses que 
					recurren a ellos para llevarse la comida a casa antes de la 
					puesta de sol. Es una de las consecuencias de la crisis, que 
					también está haciendo mella en las donaciones de alimentos 
					que suelen recibir para que puedan seguir atendiendo a 
					quienes no tienen absolutamente nada.puesta de sol. Es una 
					de las consecuencias de la crisis, que también está haciendo 
					mella en las donaciones de alimentos que suelen recibir para 
					que puedan seguir atendiendo a quienes no tienen 
					absolutamente nada. 
					 
					Ayudar a los más desfavorecidos para que también puedan 
					celebrar el mes sagrado de Ramadán es uno de los principios 
					básicos del cuarto pilar sagrado del Islam. La solidaridad 
					está muy presente en los musulmanes en estos días de fiesta. 
					Por eso tradicionalmente son muchos los que llevan de forma 
					altruista alimentos a las mezquitas para que sean repartidos 
					entre los más desfavorecidos y éstos puedan también celebrar 
					la ruptura del ayuno cada día.  
					 
					Sin embargo, la crisis económica está haciendo mella en 
					muchas familias melillenses, dado el descenso de donaciones 
					que están registrando algunas mezquitas. En el Cementerio 
					Musulmán, por ejemplo, la crisis se está notando bastante, 
					aunque no impide que todos los días puedan preparar un menú 
					de Ramadán para todos aquellos que se acercan a romper el 
					ayuno a última hora del día, y también para las familias que 
					como no tienen apenas recursos, acuden a la mezquita para 
					recoger la comida y llevarla a su casa. 
					 
					En este aspecto también se está notando la crisis, ya que 
					este año son más los padres de familia que se acercan por el 
					Cementerio Musulmán para recoger algo de harera, pan y leche 
					que llevar a sus hijos. Según explicó el responsable del 
					camposanto, Hach Mimón, en estos primeros pasos de Ramadán 
					ha habido días en que varias decenas de padres o madres han 
					recurrido a la mezquita para poder poner la mesa en sus 
					casas en la puesta de sol. “Hoy ha venido una mujer que 
					tiene siete hijos y al marido en la cárcel. No tiene nada, 
					así que le he dado una taza grande de harera, siete barras 
					de pan, huevos y dátiles para que puedan comer”, dice Hach 
					Mimón mientras atiende a más de medio centenar de personas 
					que ese día han ido al Cementerio Musulmán a romper el ayuno 
					con una gran hospitalidad y humildad. “Estamos aquí todos 
					los voluntarios este mes para ayudar a los pobres”, explica 
					el responsable del camposanto, que se muestra muy agradecido 
					por aquellos que le ayudan de forma altruista a cumplir con 
					esta función donando alimentos. “Gracias a Dios, en Melilla 
					todavía hay gente buena”, comenta antes incluso de romper el 
					ayuno mientras los comensales ya van por el segundo tazón de 
					harera. “Antes la gente daba mucho, pero ahora ya no es como 
					antes y traen poco”, lamenta Hach Mimón, que ha podido vivir 
					en primera persona esta evolución porque lleva desde 1994 
					trabajando en Ramadán para servir a los demás. Sin embargo, 
					prefiere pensar en positivo y rápidamente recuerda que un 
					voluntario ha aportado 400 barras de pan para ayudar a todos 
					los que van diariamente a romper el ayuno al Cementerio 
					Musulmán, casi todos inmigrantes del CETI y menores 
					extranjeros del Fuerte de la Purísima. 
					 
					Hospitalidad para todos 
					 
					Hach Mimón y los seis o siete voluntarios que le ayudan 
					durante todo el día a preparar la ruptura del ayuno se 
					vuelcan con todos los comensales, porque son conscientes de 
					que no están pasando por un buen momento al tener que 
					celebrar el mes de Ramadán lejos de sus familias. Entre 
					ellos hay niños, jóvenes y mayores, de varios países y 
					distintos idiomas, que comparten en torno a pequeñas mesas 
					sin lujos pero dotadas de alimentos donados por melillenses 
					anónimos y cocinados por voluntarios. Todo ello en el patio 
					de la mezquita, contemplando cómo la puesta de sol enrojece 
					y va apagando el cielo de la ciudad al mismo ritmo que se 
					vacía la olla de harera, que siempre tiene un gran éxito 
					entre todos los que la prueban.  
					 
					El responsable del Cementerio Musulmán lo sabe y desvela que 
					el secreto de una buena harera es hacerla a fuego lento 
					durante seis o siete horas. Uno de los voluntarios que le 
					ayuda a hacerla es Ualid, uno de los chicos del Fuerte de la 
					Purísima que lleva cinco años en Melilla y cuatro ayudando 
					en el camposanto a organizar las rupturas del ayuno 
					colocando las alfombras para el rezo o haciendo lo que le 
					pidan. Con sólo 16 años, vive de forma intensa el Ramadán, 
					“un mes grande para los musulmanes en el que hay que 
					ayudar”. A él no le cuesta mucho ayunar. Según dice, incluso 
					se le pasa rápido el día ocupado en tareas y estudiando el 
					Corán. “Aguantamos el calor y el ayuno por Dios”, afirma con 
					la sonrisa perenne que adorna su cara. 
					 
					Sin embargo, Hach Mimón reconoce que a él le cuesta más 
					romper el ayuno, al lado de la comida y los fogones todo el 
					día. “Son días muy duros y es difícil trabajar todo el día 
					preparando la comida, pero lo hacemos con mucha alegría 
					porque en Ramadán hay que ayudar y trabajar”, afirma el 
					responsable del Cementerio Musulmán. 
					 
					Ser mejores personas 
					 
					Después de comer, la mayoría se queda en la mezquita para 
					hablar y escuchar las charlas que se ofrecen sobre Dios y el 
					Ramadán. “Ahí explicamos que Ramadán no es para comer sólo, 
					sino que hay que ser mejores personas y que no hay que 
					robar, ni mirar mal a la gente ni hablar mal de los demás”, 
					destaca Hach Mimón, que antes de sentarse a la mesa, después 
					de todo el mundo, insiste en que en Melilla “tenemos que 
					vivir todos juntos, cristianos, musulmanes, hebreos... todos 
					queremos paz en nuestra ciudad”. 
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