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                     Y es que todo aquello que es 
					agradable dura poco, o si es que dura más ese tiempo se hace 
					muy corto. 
					 
					No hay hechos destacables, respecto a otros años, por cuanto 
					esta feria tiene una serie de elementos que se vienen 
					repitiendo pero sin cambiar grandemente. 
					 
					La de Ceuta no es la feria de las improvisaciones y los 
					bandazos, de un año para otro, las normas siguen muy 
					paralelas del 2010 al 2011 y así seguirán para la siguiente 
					edición. 
					 
					Lo que sí varía, lógicamente, son los artistas invitados o 
					contratados, que tanto monta, y que cada año van a tono con 
					lo mejor de lo mejor que haya en el “mercado”. 
					 
					Así, con estas mínimas alternativas, se han pasado todos los 
					días de una feria que quedará en el recuerdo como una más, 
					una de tantas en Ceuta, sin haber añadido nada especial y 
					sin haber quitado algo que la hace característica. 
					 
					Y por no variar, no podía ser menos, ni siquiera han variado 
					los intentos de “fuga” entre los camiones de los carruseles, 
					por parte de quienes pretendían, igual que otros años, 
					saltar al otro lado del estrecho, en medio de las norias, 
					los cochecitos locos o como fuera. 
					 
					Tampoco aquí hubo excepción alguna y ese intento de huida, 
					para desde el otro lado tener un campo abierto y mucho más 
					grande, fue abortado, como no podía ser de otra manera, por 
					parte de las fuerzas de seguridad, que ya se saben, más que 
					de memoria, todo el tipo de artimañas que van estudiando 
					aquellos que un día llegaron a Ceuta y, al correr de las 
					semanas, Ceuta se les queda chica, con lo que tratan de 
					encontrar otros horizontes más amplios. 
					 
					La Policía y la Guardia Civil, pues, en el fin de la feria, 
					tienen un trabajo extra cada año, con este nuevo método para 
					esquivar todo lo que sean papeles de libre circulación. 
					 
					Varios detenidos, muchos que se quedaron con la miel en los 
					labios y el lugar donde estuvieron las atracciones ya ha 
					quedado despejado para cuando llegue una nueva feria y otra 
					serie de atracciones más. 
					 
					Pero eso sí, la seguridad, al menos en el ferial, fue total 
					y la seguridad a la hora de transportar todos los 
					carruseles, los cochecitos locos y las demás atracciones fue 
					como todos los años, total. 
					 
					Y es que ya va siendo hora, por muchos deseos de fuga que 
					tengan algunos, de que se den cuenta de que con las nuevas 
					tecnologías la simple respiración de cualquiera es 
					detectada, es controlada, sin problema alguno. 
					 
					Eso, al menos, me parece a mí, se les debe olvidar a quines 
					vienen maquinando de qué manera pueden escapar de estos 18 
					kilómetros cuadrados que es el territorio de Ceuta, a donde 
					llegaron sin que nadie les llamara, donde son tratados mejor 
					que en su territorio de origen, pero donde hay unas leyes de 
					obligado cumplimiento para todos, ceutíes y foráneos, desde 
					el instante de haberse instalado uno allí. 
					 
					Es cierto que estos que ahora quieren escapar llegaron a 
					Ceuta no para quedarse, sino a un lugar que les sirviera de 
					trampolín para irse a otras partes y ahí es donde fallaron, 
					no al entrar que se colaron como pudieron, sino al salir que 
					no hay filtro alguno que permita escapar sin ser vistos, ni 
					siquiera cuando intentan esconderse en medio de lo que han 
					sido las atracciones que animaron la feria. 
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