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sociedad - MIÉRCOLES, 10 DE AGOSTO DE 2011


puesto de turrones. gardeu.

REPORTAJE / los últimos FERIANTES
 

“Si no viniera a Ceuta en
cada feria, me faltaría algo”

Paqui, Nicolás y Francisco han decidido apurar hasta el final; son los únicos tres feriantes que, con sus puestos de turrones aún en la ‘Marina Española’, continúan en Ceuta tras el final de los festejos
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Más de cincuenta veranos lleva Paqui viniendo a las fiestas de Ceuta. De hecho, hubo un tiempo en que hacía dos ferias en la ciudad autónoma: una las fiestas patronales y otra la de Hadú. Era entonces una niña que venía acompañando a su madre, la cual, cuando cada verano la ve partir hacia Ceuta, se queda con las ganas de venir. “Pero es mucho jaleo ya para ella”, dice Paqui, que explica que su madre ya esta mayor “para estos trotes”. Su familia, todos ellos procedentes de Lucena (Córdoba), la componen seis hermanos: “Y todos somos ruteros”, apunta, mientras explica que ella y dos de sus hermanos hacen la ruta que para por Ceuta, y ahora ella se va a Almería, otro a la feria de Málaga y un tercero a la de Linares. Pero a ella le gusta esta: “Es que si no viniera a Ceuta en cada feria, me faltaría algo”, agrega, mientras evoca cuando era adolescente y se iba de discotecas al Monte Hacho.

Paqui tiene un puesto de turrones. Es una de las tres personas que ha decidido quedarse unos días más en Ceuta, aunque la feria haya terminado ya. “Total, uno de mis hermanos se ha intentado ir y ha tenido que pasar toda la noche en el Puerto por las caravanas que se montan para salir, así que aquí, al menos, estoy vendiendo”, agrega. El otro de esas tres personas es su hermano Nicolás. Aunque los dos añaden que vender, no han vendido mucho. “Se ha notado sobre todo el Ramadán, la gente estaba asimilándolo todavía y no venía”, explica Paqui.

Aún así le compensa. “Me encanta Ceuta”, repite, y asegura que los cambios de este medio siglo en el que lleva viniendo han ido siempre a mejor. Una ciudad que ha mejorado mucho, sobre todo en seguridad, “Antes a la gente le daba miedo venir, se montaban muchas broncas, pero ahora no”, explica. Que se sienta “muy a gusto” en esta ciudad es otro de los aspectos que le hacen tener ganas de venir a Ceuta y, de momento, aprovechar y quedarse unos días más. Al menos, mientras se lo permitan.

Su hermano explica que tienen previsto marcharse el viernes. Agrega que para los puestos de turrones es más fuerte la venta de día que la de noche y que, por ello, esperan poder hacer algo más de caja en estos días de prórroga. “Por la ubicación de nuestros puestos -al principio de la Marina Española, a la altura del inicio del Paseo del Revellín-, por la noche apenas vendíamos nada porque el recinto ferial nos pillaba muy lejos, y cuando más vendíamos era cuando la gente se dirigía hacia la feria”, explica Nicolás.

El tercero de los puestos de turrones es propiedad de Francisco. Es de Linares y lleva viniendo a Ceuta desde hace 45 años, tres menos de la edad que tiene. En esta ocasión, ha aprovechado para darse un paseo por la ciudad porque aunque lleve viniendo tantos años hacía algunos que no sacaba un hueco para pasearse por la ciudad. Además de sus recuerdos como feriante, conserva uno muy especial: “Hice aquí la mili, así que soy medio caballa, por obligación pero también por devoción”. Destaca de esta ciudad que la gente les trata “muy bien”.

En cuanto a cómo ha ido la feria, explica: “Como la venta ha estado floja, le hemos pedido permiso al Ayuntamiento para quedarnos unos días más y nos ha dicho que sí”. Este año han traído como novedad las pipas garrapiñadas. Aunque asegura que los que más se han vendido, además de las manzanas caramelizadas y de chocolate, “que son clásicas”, son los pitufos de peluche y las muñecas negras, “que están este año de moda”.

Cuando mañana, Paqui, Nicolás, Francisco y sus respectivas familias, recogan los bártulos y se enrolen en el barco hacia Algeciras se irá con ellos los últimos resquicios de estas Fiestas Patronales. Los últimos cocos, manzanas de caramelo, turrones y esos juguetes que los niños aún señalan al pasar por la Marina.
 

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