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OPINIÓN - JUEVES, 11 DE AGOSTO DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Broma de mal gusto o “serpiente de verano”
con nuestro patrimonio ecológico


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Ya saben lo que es la típica “serpiente de verano” agosteña, cuando se lanza o lanzan una noticia a menudo rocambolesca o directamente calamitosa y la propagan hasta el punto de que la superchería llega a los ciudadanos que se sorprenden, irritan, cabrean, revuelven y se muestran dispuestos a recoger firmas, llamar a las televisiones, acudir al “Sálvame” y luego alargarse al Juzgado de Guardia a poner “la denuncia” contra inductores, cooperadores necesarios, cómplices, encubridores, compinches y autores de la felonía. Ayer el reptil recorrió la ciudad esparciendo el bulo de que se tiene el proyecto de ¡Talar los ficus centenarios de la Avenida de África! Los teléfonos echaban humo y la preocupación era tal que fue barómetro y encuesta de Sigma 2 para determinar el extraordinario grado de conciencia ecológica y de adoración por su patrimonio natural que sienten los ciudadanos. Revulsivo espiritual, aviso a navegantes y constatación de que los ceutíes son muy conscientes de la riqueza que supone nuestra flora, del valor patrimonial de las especies autóctonas que al ser seculares presentan el requisito de la singularidad y como tales merecen una protección total, amen de que a algún espontáneo con el cerebro bien amueblado, le de la vena y se acuerde de que en casi todas las ciudades de España tienen sus ejemplares catalogados, se les considera “especie protegida” y se farda de ello como reclamo turístico.

En el día de ayer, bastante proceloso y singularmente alevoso, los enrrabietados y sulfurados ciudadanos clamaban recitando en comandita el artículo 332 del Código Penal, ya saben aquel que señala que “El que con grave perjuicio para el medio ambiente corte, tale, queme, arranque, recolecte o efectúe tráfico ilegal de alguna especie o subespecie de flora amenazada o de sus propágulos o destruya o altere gravemente su hábitat será castigado con la pena de prisión de cuatro meses a dos años o multa de ocho a 24 meses” Y las fulminaciones continuaban con la salmodia del artículo 339 del mismo texto legal “Los jueces o tribunales ordenarán la adopción, a cargo del autor del hecho, de las medidas necesarias encaminadas a restaurar el equilibrio ecológico perturbado, así como de cualquier otra medida cautelar necesaria para la protección de los bienes tutelados en este Título”. Lógico que se quisieran ir como fieras en busca del Juez y del Fiscal en funciones de guardia para que prohibiera el desaguisado ecológico, pero la pregunta clave de la jornada era “¿Pero “quien” ha podido ordenar algo tan horroroso?” y continuaban con una reflexión “¡Ni a los de la Coalición Caballas se les ocurriría nada semejante!”.

De hecho y según relatan en los mentideros el Presidente de los Verdes estaba poco menos que en estado de shock y el cotarro en general se palpaba revuelto y contestatario, con ganas de gresca, follonero y altivo. “¡Veréis cuando se entere Juan Vivas, le puede dar algo!” “Eso es que quieren aprovechar que se va de vacaciones para destrozar el patrimonio”. Y la serpiente con su lengua viperna que voy que vengo, sembrando ideas emponzoñadas y brindando a la ciudad el privilegio de ese “darnos cuenta” de que tanto en la Avenida de África como en tantos otros mágicos enclaves existen ejemplares maravillosos de los que todos nos sentimos extraordinariamente orgullosos, porque sabemos que son obras de arte que la naturaleza, generosa, ha querido regalarnos como mensaje de belleza. ¿Una historieta? La de aquel tipo que no creía en los milagros y retó a su colega a que le demostrara que existen, el colega le llevó ante un ficus de la Avenida de África lo señaló con el dedo y dijo “Mira, esto es un milagro” el colega se sorprendió “¿Como va a ser eso un milagro, eso es un árbol” y el amigo le respondió “¿Que no es un milagro? ¡Pues hazlo tú”. Aquí se aman, se sienten, se disfrutan y se valoran los milagros de la naturaleza cuando se transforman en árboles, en plantas, en flores que dan un mensaje de belleza y que pueden ser disfrutados por igual por todas las criaturas. De ahí que a algún tipo con endémica mala leche, se le ocurriera soltar el bulo del delito ecológico “Van a talarlos porque dicen que se están secando” ¿Que se están secando? Eso será porque no los conservan en condiciones con su riego, su abono, sus pequeñas podas si existe alguna rama seca y los mimos que merecen quienes han sido testigos vivos de la historia de la ciudad. Pero comentan furiosos que de ahí , el que llegue con malos propósitos, no corta una astilla, ni aunque la necesite de forma urgente para rascarse los huevos porque le ha picado un mosquito. Nada. ¿Recuerdan a Carmen Thyssen encadenada a los árboles centenarios del Paseo del Prado de Madrid cuando a Ruiz Gallardón se le pasó por la sesera talarlos para que pudieran pasar más coches? ¡No le dieron nada al Albertín! ¡A poco se lo comen! ¡Pues ya se pueden figurar la que se puede liar si tocan los árboles centenarios y tratan de expoliar nuestro patrimonio!. Cierto es que tan solo ha sido una broma de mal gusto, una serpiente de verano y un chisme de mala baba propiciado por alguna mente retorcida. Pero también conlleva una nota positiva que es la de tomar conciencia de lo perentorio que resulta el catalogar el patrimonio y comenzar a sembrar Ceuta de placas doradas de “especie protegida”, comenzando por los ficus de la Avenida de África esos que constituyen en sí un auténtico vergel, un rincón de cuento de hadas, un homenaje a la belleza y una obra de arte en el corazón de Ceuta. Y además son un auténtico milagro y si a esos árboles encantados que son el ábside de una catedral verde y umbrosa no los consideran un milagro ¡Prueben ustedes a hacerlos!.

*Dedicado a Tamara, Patricia, Virginia, Paula y Ángela, que aman los árboles.
 

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