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melilla - MIÉRCOLES, 17 DE AGOSTO DE 2011

 

transporte aereo

Vacaciones de Roma a Dakar en
avioneta pasando por Melilla

MELILLA
Paqui Sánchez T.

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El deseo de Alberto y Carlo de parar en Melilla no fue posible hasta el trayecto de vuelta, debido a que en nuestra ciudad no hay posibilidad de repostar combustible. Según Carlo, hijo de Paloma Gómez Borrero, ésta es la única pega que ha encontrado a Melilla, ciudad que les ha causado “una sorpresa muy agradable” y que prometen volver a incluir en el próximo viaje que planifiquen.

En cierto modo, esta familia tiene vinculación con Melilla, ya que el Fuerte de Rostrogordo fue construido por Francisco Roldán, tatarabuelo de la conocida periodista, que era ingeniero del Ejército. “Hemos hecho peregrinaje familiar”, comentó con una gran simpatía Alberto de Marchis, que se mostró muy contento de que el Fuerte se conserve en tan buen estado.

Padre e hijo abandonarán Melilla después de llegar el domingo. Su visita a la ciudad forma parte ya del amplio anecdotario de este viaje de aventuras que culminarán dentro de pocos días, cuando regresen a Roma. Desde que salieron de la capital italiana el pasado 6 de agosto, Alberto y Carlo han recorrido 10.000 kilómetros y han pasado por cinco países. Además de Italia y lugares de España como Jerez y Lanzarote, han parado en Mauritania, Senegal y Marruecos. Todo ello, en 30 horas de vuelo en una avioneta de un solo motor, construida en 1975 y pintada a mano por su anterior propietario, un cuidador de delfines estadounidense, que decoró la chapa de la aeronave con este mamífero y el retrato desnudo de la mujer. Para no ofender a los países islámicos, Alberto y Carlo han tenido que tapar dicha imagen en este viaje.

Hoy, cuando emprendan rumbo de regreso a Roma pasando por Alicante o Baleares, Alberto y Carlo destaparán a la mujer, que permanece en la avioneta por la superstición de que los cambios de pintura en las aeronaves traen mala suerte. Paloma Gómez Borrero no les ha acompañado por su miedo a volar. “No le gusta nada, y menos en una avioneta de un solo motor”, afirma su hijo Carlo, que está encantado no sólo con el viaje que ha hecho estos días con su padre, sino también por la buena impresión que se llevan de Melilla.
 

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