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					Los últimos peregrinos cristianos en llegar, el pasado 
					martes, a la ciudad autónoma, compartieron durante todo el 
					día de ayer un recorrido por las calles y parroquias 
					ceutíes, en las que dieron muestra de su felicidad por el 
					viaje, al tiempo que agradecían la oportunidad de vivir una 
					experiencia que califican de “aventura”. 
					 
					Después de un intenso viaje, que iniciaron el sábado 13 en 
					Iraq y continuó desde allí hasta Turquía y Barcelona, 
					recorriendo después media España para llegar en autobús 
					hasta Algeciras y pasar el Estrecho en barco, ninguno de los 
					peregrinos de Oriente Medio que se encontraba ayer 
					disfrutando de la compañía de otros cristianos tenía 
					palabras para hablar de otra cosa que no fuese la felicidad 
					que les proporcionaba el hecho de estar aquí, y el 
					agradecimiento que querían trasladar a la ciudadanía ceutí 
					por haberles recibido “tan bien”.  
					 
					El grupo de casi 70 jóvenes que llegaba el martes por la 
					noche, procedente de Iraq y Líbano en su mayoría, llegan 
					desde una zona en la que en muchas ocasiones ser cristiano 
					es sinónimo de estar amenazado, o incluso, de llegar a 
					perder la vida.  
					 
					Sinan Palandar y Hanna Hanna, de 17 y 19 años, son amigos y 
					viven al norte de Iraq, en la zona de Kurdistán. Sus 
					familias son cristianas y acuden con asiduidad a la iglesia, 
					pero ambos saben perfectamente que ser cristiano conlleva 
					ciertos riesgos en su país. “En el sur hay muchos 
					terroristas que están en contra de los cristianos. Allí no 
					es como aquí, donde nos sentimos completamente seguros y 
					arropados. En Iraq nos falta vivir con seguridad, 
					necesitamos autonomía”, afirma el primero de ellos. “La 
					familia que nos acoge nos ha tratado muy bien, esto es algo 
					nuevo y maravilloso para nosotros, una gran aventura por la 
					que queremos dar las gracias”, añade el más joven de los 
					dos.  
					 
					Semir Georgys, un farmacéutico casado y con un hijo y 
					también residente en el norte de Iraq afirma que “Jesús es 
					la felicidad, él me ha cambiado la vida”.  
					 
					Mientras caminan por la ciudad al ritmo de cánticos 
					entonados, ahora sí, en varios idiomas, levantan la bandera 
					de su país, y muestran grandes pancartas con lemas que 
					invitan a seguir el Camino Neocatecumenal, verdadero 
					organizador de los eventos que se han llevado a cabo en 
					Ceuta durante los últimos días, y que hoy mismo culminan, 
					cuando los aproximadamente 600 peregrinos de varias 
					nacionalidades que han pasado por la ciudad tomen rumbo a 
					Madrid, para asistir a la llegada del Papa Benedicto XVI. 
					Allí serán partícipes, junto a prácticamente dos millones de 
					personas, de la JMJ. 
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