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ACTUALIDAD - VIERNES, 19 DE AGOSTO DE 2011


basura en el suelo de ‘La pecera’. fidel r.

equipamientos educativos
 

Las instalaciones todavía sin estrenar de la guardería de Juan XXIII, llenas de basura

Los obreros tienen que limpiar todas las
mañanas los residuos que algunos vecinos vierten durante la noche al patio y a la marquesina del futuro Centro de Infantil
 

CEUTA
Paula Zumeta / Tamara Crespo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Las instalaciones aún sin estrenar del Centro de Infantil ‘La pecera’, en la barriada de Juan XXIII, amanecen todas las mañanas desde que comenzaron las obras llenas de basura. Así lo confirmaron ayer los propios empleados que se encuentran desesperados porque, además de tener que recoger colillas, medicamentos, cartones de leche o botellas de plástico, se han encontrado con dos problemas mayores: la grasa acumulada en el suelo del patio de caucho después de que algún vecino tirara “restos de embutidos” y los escombros de “reformas” internas en el edificio que se acumulan en la marquesina de la guardería.

Los empleados de la obra de la guardería ‘La pecera’ en la barriada de Juan XXIII ya no pueden más. El problema con el que se encuentran todas las mañanas cuando llegan a las instalaciones del futuro Centro de Infantil es que el patio está “lleno de basura”. Así lo manifestaron ayer a EL PUEBLO delante de dos bolsas llenas de residuos que acababan de recoger. Los operarios se han encontrado “todo tipo” de cosas: “Desde medicamentos, cartones de leche vacíos o botellas de plástico hasta colillas”. “Incluso en alguna que otra ocasión se han recogido restos de ‘volaores’”, explicaba uno de los obreros.

Algunos de los restos “más llamativos” que se han encontrado han sido cuchillas de afeitar o pañales. “Desde que se llegó a trabajar en la zona, cuando todavía no era nada, los trabajadores de Urbaser entraban en el recinto y limpiaban el lugar”. Sin embargo, tras el inicio de las obras, el recinto se ha convertido en “privado”. “Tiran absolutamente de todo y se recoge al día la basura”, continuaba este trabajador. “En cada jornada se encuentran diferentes cosas y son algunos vecinos los que lo hacen”, resaltaban. “Urbaser ahora mismo tan sólo puede limpiar en la parte de atrás ya que está finalizada esa zona”, aseguraba.

Este diario también fue testigo de que no solamente se arrojan cartones o bolsas de plástico al nuevo patio, sino que al lado de uno de los toboganes que ya se han instalado el suelo de caucho que se usa en los parques infantiles está lleno de grasa. “Se han tirado en varias ocasiones restos de embutidos”, explicaban. “Eso ahora es muy complicado de limpiar porque le ha dado el sol”, aseguraba un operario que añadía que “se ha intentado quitar pero la grasa se queda ahí”. Y es que, los niños de 0 a 3 años “van a usar estas instalaciones y no se puede permitir que estén en estas condiciones porque tiren la basura desde arriba”, resaltaba.

No sólo el patio se ha visto afectado por el incivismo de algunos de los vecinos, sino que la marquesina o saliente de hormigón que dará sombra a los más pequeños también se ha convertido en un improvisado y peligroso vertedero, en este caso, de escombros, que podría caer por las aberturas. “Uno de los residentes en la zona estaba haciendo reformas en su casa y ha decidido que en lugar de bajar a tirar los escombros al contenedor, lo mejor era dejarlos en el saliente”, explicaba. “Ninguna persona ajena a la obra puede entrar ahí y al final van a pensar que la basura es de los trabajadores de la obra”, aseguraron. “Hay gente buena y maravillosa en el edificio y en la barriada”, resaltó uno de los empleados. “No hay que culpar tampoco a todos por unos pocos; es una guardería preciosa y Juan XXIII va a contar con la presencia de niños y deberían demostrar que son buenos vecinos”, aseveró preocupado. “El que se acostumbra a algo es muy complicado que cambie, pero hay que intentar evitar este tipo de prácticas”, concluyó.

Un total de 150 viviendas forman la barriada de Juan XXIII y algunos de los vecinos explicaron ayer que los que ensucian las instalaciones de ‘La pecera’ son sólo “cuatro o cinco residentes”. “Ya se ha hablado con ellos y se les ha avisado de que no pueden seguir con este tipo de actos”, relataban.
 


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