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					Así lo han hecho público diversas personalidades francesas y 
					algunas de las organizaciones mayormente comprometidas con 
					la defensa de nuestros hermanos. El Gobierno francés, 
					capitaneado por Nicolás Sarkozy ha seguido practicando, 
					desde el verano del año pasado, toda clase de presiones para 
					conseguir que los gitanos rumanos y búlgaros, ciudadanos 
					comunitarios como cualquiera de nosotros, salgan 
					definitivamente de Francia. Y para ello se utilizan todas 
					armas de presión social inimaginables. 
					 
					 Hace menos de una semana, en Marsella, alrededor de 100 
					gitanos, entre ellos unos 30 niños, asentados fuera del caso 
					urbano, a la entrada de la ciudad, fueron desalojados por la 
					policía. La orden fue expedida a petición del alcalde de 
					Marsella, quien pertenece al mismo partido del presidente 
					francés. En la orden de evacuación de las familias se dice 
					que constituyen “una amenaza seria al orden público”. 
					 
					 Pero como la represión no conoce límites, en el norte de 
					Francia, cerca de la ciudad de Lille, el alcalde de La 
					Madeleine que se llama Sébastien Laprètre ha dictado dos 
					ordenanzas: una prohibiendo la mendicidad y la otra 
					prohibiendo que los mendigos busquen comida o cualquier otra 
					cosa en los recipientes de basura instalados en las calles 
					de la población. Y para que no quede la más mínima duda de 
					quienes son los destinatarios de ambas órdenes  estas han 
					sido redactadas en rumano y en búlgaro. (Suponemos que nadie 
					ha advertido al alcalde de que la mayoría de de estos 
					desgraciados que buscan alimento en las papeleras no saben 
					leer ni escribir). 
					 
					 Acabo de tener acceso al informe realizado por Médicos del 
					Mundo (MDM) en relación con las trágicas consecuencias de la 
					política deportadora del gobierno francés. Estos algunos 
					datos: 
					 
					 Jean-François Corty, que es el director de proyectos de MDM 
					en Francia, ha manifestado que “en algunos campamentos hemos 
					llevado a cabo acciones similares a las de las zonas en 
					guerra. Por ejemplo, en Seine-Saint-Denis hemos distribuido 
					material de primera necesidad porque sus necesidades 
					vitales, como el acceso al agua potable, no están 
					cubiertas”. 
					 
					 Los pobres gitanos rumanos y búlgaros tienen miedo, mucho 
					miedo a ser expulsados. Por eso han abandonado su atención 
					sanitaria. Desde que el año pasado Sarkozy iniciara por 
					estas fechas la persecución contra ellos, han dejado de ir 
					al médico. El resultado ha sido que en Nantes, Burdeos, 
					Marsella y Estrasburgo solo el 8% tiene una cartilla 
					sanitaria que certifique que le han puesto las vacunas 
					oportunas. La aplastante mayoría de las personas del grupo 
					analizado no está por lo tanto protegida contra enfermedades 
					corrientes o incluso mortales. “La violencia de las 
					expulsiones produce una supresión de la atención 
					sanitaria”,  ha manifestado Jean-François Corty. 
					 
					 Las gitanas sufren de forma muy especial esta persecución. 
					Lo dice Médicos del Mundo: Solo una de cada diez mujeres 
					tiene un seguimiento durante el embarazo por lo que  la 
					mortalidad neonatal, es decir la de los niños gitanos que 
					mueren durante el primer mes de su vida, es nueve veces 
					superior a la media de los niños “gadches” franceses. 
					 
					El Gobierno francés está utilizando la medicina como un arma 
					política de represión de los gitanos lo que constituye, 
					según Jean-Fraçois Corty,  “un sinsentido desde el punto de 
					vista de la ética médica”.  En el país vecino existe la 
					Ayuda Médica Estatal de la que dependen la inmensa mayoría 
					de los gitanos. Desde el uno de marzo esta ayuda está sujeta 
					a una cuota anual. El resultado ha sido desolador: de todos 
					los gitanos entrevistados por Médicos del Mundo el 77 por 
					ciento no tiene acceso a la Ayuda Médica Estatal. Y las 
					consecuencias no se han hecho esperar: los casos de 
					tuberculosis son extremadamente numerosos. Lo ha dicho Jean-Françoise 
					Corty: “las expulsiones repetidas hacen la labor de los 
					médicos prácticamente imposible”. 
					 
					 Creíamos que este mes de agosto sería más tranquilo que el 
					del año pasado, pero ya vemos cual es el panorama: 
					 
					 Ø      “Mentes Criminales” el programa de TV de La Cuatro 
					que, como el nombre de la serie indica, nos presenta como 
					verdaderos demonios. 
					 
					Ø      “Mi Gran Boda Gitana” auténtico bodrio, racista y 
					ofensivo, emitido por Antena3, algunas de cuyas secuencias 
					son claramente constitutivas de delito con el Código Penal 
					en las manos. 
					 
					Ø      A lo que hay que añadir algunas informaciones 
					aparecidas en la prensa española como la que denunciamos el 
					pasado día cuatro relacionada con el tiroteo de Mérida en 
					Extremadura, o la pretendida violación de una joven en 
					Lérida de hace un par de semanas. 
					 
					 Malos vientos corren, amigos, por esta Europa nuestra 
					víctima de la crisis, del paro, de la economía sin 
					conciencia y de una parte de la clase política tan alejada 
					de la cruda realidad cotidiana. Apena profundamente que sea 
					el presidente de ese gran país, que fue cuna de la 
					Ilustración, quien tire por la borda aquellos luminosos 
					principios  que en el Siglo de las Luces proclamaron los 
					pensadores que basaron en el Derecho Natural el derecho que 
					tienen todos los hombres a la vida y a la libertad. 
					 
					 Por eso choca inmensamente que no nos demos cuenta de que 
					la Somalia del hambre y la falta de agua potable la podamos 
					tener tan cerca de nuestras propias casas. 
					 
					Abogado y periodista 
					Presidente de Unión Romani 
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