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					Del extremo más nórdico, al más septentrional. El estudiante 
					Magnus Drogseth, alumno en el último curso de la Escuela de 
					Arquitectura y Diseño de Oslo (Noruega) se encuentra estos 
					días en Ceuta estudiando de primera mano el urbanismo y la 
					arquitectura de la ciudad, profundizando en ello a través de 
					la influencia que ha podido ejercer sobre ellos el hecho de 
					estar desarrollados sobre una ciudad fronteriza.  
					 
					Drogseth, que aterrizó en la ciudad el pasado lunes, ha 
					elegido la ciudad autónoma como marco para su proyecto final 
					de carrera a sabiendas de que iba a ser una idea 
					“complicada”, tanto por la lejanía de su lugar de residencia 
					como por todos los factores implicados en el enfoque que 
					quiere darle al trabajo. Aún así, lo tiene claro. Su 
					inspiración se remonta hasta hace algo más de cinco años, 
					cuando en la Muestra de Arquitectura de Rotterdam (Países 
					Bajos), en 2005, el tema elegido para la misma fue ‘El 
					poder’.  
					 
					“Me llamaron mucho la atención proyectos para posibles 
					construcciones en ciudades como Tijuana, y entre otras 
					muchas cosas había algo sobre Ceuta y Melilla. Eran ideas 
					bastante artísticas y algo politizadas, pero desde entonces 
					empezó a interesarme cómo pueden influir las fronteras en la 
					arquitectura de las ciudades”, explica. 
					 
					Después, un viaje a San Diego (Estados Unidos) y la propia 
					Tijuana (México) hicieron que Drogseth se decantara por 
					Ceuta como la ciudad perfecta para encuadrar su proyecto. 
					Una vez que conozca mejor la ciudad, el objetivo del 
					estudiante es diseñar un espacio “que pueda ser de utilidad 
					a los ciudadanos, o consiga mejorar la habitabilidad de la 
					ciudad, aunque nunca llegue a construirse”.  
					 
					Mientras observa y analiza la historia que rezuman los 
					edificios locales, “todo habla de una ciudad que ha tenido 
					una larga historia como frontera”, Drogseth va perfilando lo 
					que diseñará en los próximos meses. De momento, las primeras 
					impresiones que Ceuta le ha ofrecido al futuro arquitecto 
					son mejores de lo que esperaba. “La ciudad me ha sorprendido 
					de forma muy positiva, tiene mucho más potencial para el 
					turismo del que pensaba”, comenta.  
					 
					El plazo que Drogseth se marca para esta primera toma de 
					contacto con la arquitectura y el urbanismo ceutí es de una 
					semana, un tiempo en el que tendrá que asimilar los 
					múltiples condicionantes de una urbe con una larga historia 
					fronteriza. 
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