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					Si se quisieran catalogar y acondicionar todas las piezas 
					que la Consejería de Educación, Cultura y Mujer, a través de 
					su departamento de Patrimonio, conserva en este momento de 
					las distintas excavaciones arqueológicas que se han llevado 
					a cabo en Ceuta durante los últimos años, serían necesarios 
					como mínimo cinco años de trabajo. Es una estimación, aunque 
					basta con ver los cientos de miles de pequeñas piezas 
					cuidadosamente recopiladas, para pensar en un período 
					todavía más largo.  
					 
					Entre todas esas piezas, algunas de las últimas en llegar 
					han sido las de la ciudad medieval que se encontró 
					recientemente bajo el Pasaje Fernández, una zona que ya está 
					protegida a nivel patrimonial como nivel uno. De las miles 
					encontradas allí, ya están catalogadas unas 350. Entre todas 
					ellas, una pequeña jarra policromada puede servir como 
					ejemplo para observar todo lo que una pieza de cerámica 
					puede decir sobre el periodo histórico al que pertenece. 
					 
					Esta talla, de aproximadamente quince centímetros de altura 
					y coloreada en verde y negro nazarí, provendría del siglo 
					XIV. “La jarra nos habla de la relación entre Ceuta y 
					Granada, cuando Granada era parte del reino Nazarí, y es de 
					un diseño fino, de cierta calidad, por tanto nos habla de 
					una familia con dinero que podía permitirse piezas que 
					estaban más o menos de moda, y utilizaba distintos 
					utensilios de cocina para cada una de las necesidades que 
					surgen en ella”, explica el personal de la Consejería. 
					 
					“Contextualizando, es muy probable que perteneciera a alguna 
					familia adinerada que, después de haber vivido en Granada, 
					regresó, como hicieron otros muchos musulmanes en aquella 
					época. Ceuta era entonces la gran ciudad del norte de 
					África”.  
					 
					¿Cómo se llega a estas conclusiones a partir de una pieza de 
					dimensiones tan reducidas? En la Consejería de Educación, 
					Cultura y Mujer, explican que es un proceso “largo y 
					laborioso”, pero que lo importante es que cada pieza “tiene 
					mucho más significado dentro de su contexto”.  
					 
					Elegir las piezas significativas, las más adecuadas para 
					dejar de ser parte de los miles de fragmentos conservados 
					por Patrimonio y convertirse en una de las que serán 
					observadas desde las vitrinas de un museo es complejo, y a 
					la vez muy subjetivo.  
					 
					“Entre todas las piezas que clasificamos, elegimos las que 
					tienen mayor potencial para contar una historia, las que 
					tienen una lectura más sencilla o son más visuales. De hecho 
					la función del Museo es esa, el ser capaz de contar 
					historias a través de lo que contiene”, explican. Según 
					ejemplifican desde la Consejería, una jarra como ésta es 
					mucho más identificable que una cantimplora, por ejemplo. De 
					igual forma no dice tanto una pieza en solitario como un 
					conjunto agrupado por contexto. 
					 
					Para llegar al estado de conservación en el que se encuentra 
					ahora, esta jarra ha pasado por un delicado proceso de 
					limpieza, en el que se le quitaron primero las sales 
					pegadas. Después, y tras haber sido clasificada en grupos y 
					subgrupos junto a otras piezas, se ordena en base a su 
					función y el material con el que está compuesta. La 
					restauración de esta jarra ha sido llevada a cabo por el 
					arqueólogo municipal, quien explica que la pieza ya está 
					lista para su incorporación a cualquiera de los museos de la 
					Ciudad. 
					 
					Tras más de seis siglos desde su origen, la jarra de agua 
					catalogada como PF-4112 nº42, podría pasar a formar parte en 
					cualquier momento de las piezas que, en sí mismas, cuentan 
					la historia de nuestro pasado desde las salas de un museo.
					 
					 
					“Ahora solo falta que alguien la necesite. Bien para servir 
					en una exposición sobre modos de vida, sobre cerámica del 
					periodo nazarí, o para un monográfico sobre todo lo 
					encontrado en el mismo Pasaje Fernández”, dicen en la 
					Conserjería.  
					 
					Mientras ella espera su turno, otros cientos de miles de 
					piezas aguardan el suyo para poder relatar su historia a los 
					ceutíes.  
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