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					Dicen que hay lugares en los que si estás una semana o un 
					mes, sales pensando que podrías escribir un libro, pero como 
					pases inmerso un año ya no entiendes nada de nada porque los 
					miles de matices desbordan. En Ceuta sucede algo así, y más 
					aún en un tema como el de la inmigración, tan presente en la 
					ciudad autónoma, que actualmente acoge a más de 750 
					inmigrantes en el CETI (Centro de Estancia Temporal de 
					Inmigrantes). 
					 
					La complejidad del asunto es uno de los principales 
					problemas al que se han visto enfrentados tres jóvenes 
					cineastas franceses llegados a Ceuta con la intención de 
					grabar un documental sobre este tema. Son Loic H.Rechi 
					-periodista-, Jonathan Millet -director de cine- y Mikael 
					Kandelman -técnico de sonido-. ‘Ceuta, dulce prisión’ es el 
					título de la película que quieren grabar y para la que 
					cuentan con una financiación de 30.000 euros.  
					 
					La idea nació hace dos años, cuando se cumplieron los veinte 
					años de la caída del Muro de Berlín. “Caímos en la cuenta de 
					que existen en el mundo muchos muros y no siempre son de 
					cemento. La frontera de Ceuta con Marruecos puede ser un 
					ejemplo”, explica uno de ellos. “Nos llamaba la atención que 
					hubiese una parte de España en África”.  
					 
					Llegaron a Ceuta hace un año y medio y se encontraron con 
					una historia: la de unos jóvenes inmigrantes indios que 
					pedían acogida en España. Estuvieron unos días, grabaron 
					unas imágenes y se fueron. Pensaban que ya estaba todo casi 
					hecho. Llegaron a Francia y vendieron el proyecto. Se los 
					compró una productora parisina llamada ‘Zaradoc’.  
					 
					Volvieron a Ceuta en plena ‘operación feriante’ y se 
					sintieron perdidos. No solo ya no estaban aquellos indios, 
					sino que la ciudad estaba inmersa en una ‘avalancha’ de 
					inmigrantes subsaharianos y argelinos. Alquilaron un piso en 
					Ceuta y decidieron tomárselo con calma. Las primeras dos 
					semanas se dedicaron a establecer contactos con los 
					inmigrantes. “Hemos pasado 16 horas diarias con ellos, nos 
					han enseñado sus zonas para relajarse“, explican. No han 
					conseguido, sin embargo, permisos ni para grabar en el CETI 
					ni para tomar imágenes al otro lado de la frontera, en 
					tierras marroquíes.  
					 
					Su intención es realizar un documental concretado en las 
					historias de varios inmigrantes. De momento, han contactado 
					con dos chicos de Chad, uno de Nigeria, otro de Costa de 
					Marfil, uno de Gambia y un indio. Están enfrascados en sus 
					historias: “Nos han contado que se reúnen para pescar porque 
					odian la comida del CETI y que lo que peor llevan es el 
					agobio mental por, después de haber pasado la ‘aventura’ de 
					venir, no saber cuándo van a salir de Ceuta ni qué va a 
					pasar con ellos”. 
					 
					Los cineastas estarán en Ceuta un par de semanas más, 
					después tienen previsto tardar unos cinco meses entre el 
					montaje y la postproducción. Si todo va bien, presentaran 
					después ‘su Ceuta’ a los franceses. 
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