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sociedad - DOMINGO, 28 DE AGOSTO DE 2011


una niña ucraniana acogida. cedida.

REPORTAJE / ACOGIDA
 

Hogares ceutíes para
nuevas infancias

Una quincena de niños ucranianos acogidos por familias ceutíes regresan hoy a su país
de origen tras un verano en el que han compartido experiencias tan beneficiosas para ellos como para quienes les han recibido
 

CEUTA
Cristina Rojo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La pequeña Irina, ‘Ira’, como le llaman cariñosamente desde que llegó a Ceuta, se despide hoy de la familia que le abrió las puertas el pasado mes de junio por primera vez, y que ya se ha convertido en un segundo hogar para ella; quizás incluso un primer hogar para la niña de once años, que proviene al igual que sus compañeros, de un orfanato ucraniano en el que vive durante el resto del año.

Irina, acogida por Elena Mateo y su marido Francisco Javier Morales, forma parte del programa de acogimiento a niños ucranianos que DIGMUN organiza desde hace ya varios veranos en colaboración con la asociación ANUA de Andalucía, para ofrecer a niños que viven en orfanatos ucranianos la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida, al menos durante unos meses al año, y beneficiarse del cuidado y cariño que les puede ofrecer una familia, de la que la mayoría de ellos carece en su país de origen.

Elena Mateo, monitora de natación en el polideportivo Guillermo Molina de la ciudad autónoma, explica que se decidió a acoger por primera vez ya que la propia asociación andaluza costeaba los 800 euros que cuesta traer a estos niños durante el verano, debido a las “lamentables condiciones” en las que se encontraban muchos de ellos, con profundas necesidades alimenticias, sanitarias y de cariño.

Después de tres meses, y aunque no todo ha sido fácil, la monitora de natación ya ni se plantea que Irina no regrese a su casa en la próxima campaña de Navidad, de hecho, ya ha cumplimentado los papeles para que la niña vuelva a Ceuta dentro de unos meses. “Ha habido momentos difíciles, sobre todo al principio. Cuando llegó no hablaba ni una palabra de español y se notaba que era una niña con carácter. No estaba acostumbrada a la vida familiar y daba demasiada importancia a la figura paterna. Venía con las muelas picadas y estaba muy delgada”, relata. Tras llevarla al pediatra y compartir con ella, su marido, y sus tres hijos el verano, la familia ha creado un vínculo con el que todos han aprendido.

“Mis hijos, que ya tienen 24,26 y 27 años, también han aprendido mucho de esta experiencia. Es una nueva escala de valores donde pueden apreciar mejor que ellos lo tienen todo, así que ha sido beneficioso para todos”.

A la integración de los niños ucranianos han ayudado las actividades organizadas para ellos, como la Noche de San Juan, las clases de natación, visitas al Parque Marítimo del Mediterráneo y otras organizadas en colaboración con la Casa de la Juventud. A menos de veinticuatro horas para que Irina se marche, toda la familia está algo nerviosa, la propia Irina lleva varios días “inquieta” porque ya sabe que esto se termina y no quiere abandonar el nuevo hogar que ha encontrado, en el que desde el primer día pudo por fin decir ‘papá’ y ‘mamá’. Elena Mateo explica que no es que ella no conozca a sus padres, de hecho se acuerda de ellos, pero cuando se le pregunta no quiere hablar del tema.

Ahora, la ‘nueva madre’ de Irina se plantea viajar a Ucrania la próxima Semana Santa para visitar el lugar donde vive la pequeña durante el año y, si es posible, conocer a sus padres biológicos.

Cuando hoy coja el autobús en el que emprenderá el viaje de vuelta a su país de origen, Irina se llevará muchas cosas en la maleta. Ropa para los próximos meses y alguna foto de su verano en Ceuta, que empezó con la celebración de su cumpleaños en compañía del resto de familias de acogida y niños ucranianos. Pero la maleta más importante es la afectiva, la de experiencias compartidas, varios kilos más de peso y un nuevo idioma en el que ha aprendido a comunicarse “con increíble facilidad”.

Desde hoy mismo la asociación DIGMUN prepara ya la campaña de navidad para la recogida de ropa y material escolar para los niños, nuevos o no, que vengan a pasar sus vacaciones en algunos hogares ceutíes.
 

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