| 
                     
					El ir y venir de clientes no ha cesado en todo el verano. 
					Aunque Mohamed, propietario desde hace once años del 
					restaurante ‘Caballa’, con sede sobre el Club Náutico del 
					mismo nombre, asegura que este año la ocupación está “como 
					al 50% menos con respecto al año pasado”. En total, unas 150 
					personas, entre almuerzos y cenas, suelen pasar cada día por 
					el restaurante, según apunta Mohamed, una cifra que se 
					intensifica durante los fines de semana, cuando muchos bares 
					de la ciudad permanecen cerrados. 
					 
					Desde el mediodía hasta las cuatro de la tarde y de las 
					20.00 horas a medianoche, el ‘Caballa’ es un referente a la 
					hora de comer pescado. La media diaria que se compra oscila 
					entre los 30 y los 40 kilos de pescado, entre las diferentes 
					especies que ofrecen. “Es siempre fresco, cada noche encargo 
					la mercancía que compraré al día siguiente; va según el 
					momento, igual hoy hay boquerones, pero mañana no, pero a 
					cambio tenemos lenguado”. 
					 
					Aunque los fieles no siempre se decantan por el producto más 
					marinero. “Los de fuera, los turistas, siempre quieren 
					pescado, pero una gran parte de nuestros clientes son fijos, 
					y esos igual comen pescado que carne, varían según les 
					apetezca”, explica Mohamed. “Muchos trabajadores de la zona, 
					los funcionarios, y ahora en septiembre vuelven los 
					profesores”, anota como la principal clientela fija. 
					 
					En el ‘Caballa’ suelen ser también los encargados de ofrecer 
					comida a los grupos grandes que llegan a la ciudad. Uno de 
					los últimos servicios es el que ofrecieron a los fieles de 
					las ‘Jornadas Mundiales de la Juventud’. “Se llegaron a 
					juntar más de 300 personas”, explica. “También ha pasado por 
					aquí mucha gente famosa”, añade. 
					 
					Un equipo “servicial” 
					 
					La plantilla la conforman doce personas, entre los dos 
					cocineros, los ayudantes y los camareros. Apuntan que uno de 
					sus puntos fuertes es el menú que ofrecen, que lleva cinco 
					años costando ocho euros. “Primer plato, segundo plato, 
					bebida, postre y café; no queremos que nuestros clientes se 
					queden con hambre”, explica Mohamed, y añade: “Si pones un 
					precio barato pero das mal de comer, la gente no vuelve; me 
					gusta dar bien de comer, porque así la gente habla bien del 
					local, se siente a gusto y repite”. “Cantidad, calidad y 
					precio”, apunta como ‘secreto’ del éxito. En ese sentido, 
					añade que uno de los aspectos que más valora a la hora de 
					contratar al personal es que sean “agradables y 
					serviciales”. 
					 
					El ‘Caballa’, sin embargo, tiene sus días contados; al 
					menos, en su ubicación actual. El pasado 27 de julio 
					concluía el plazo de la concesión que les permite ocupar 
					este espacio histórico. Las instalaciones tendrán que ser 
					derribadas, ya que se incumple la Ley de Costas y la de 
					Patrimonio, al estar edificado sobre la muralla. Finalmente, 
					Delegación del Gobierno les ha dado un plazo de cinco años. 
					Cuando se derrumbe, la intención es instalar otro ‘Caballa’, 
					aunque aún no está definida la ubicación. A este respecto, 
					Mohamed añade: “No me preocupa demasiado porque espero que 
					quien viene aquí, vaya también allí”. 
   |