OPINIÓN - MIÉRCOLES, 31 DE AGOSTO DE 2011

La Plaza de los Reyes y su Puerta de Alcalá en miniatura

Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com
 

Siempre repito lo mismo : que Ceuta es una ciudad para vivirla con los sentidos. Y para sentirla hay que “pasearla” buscando recovecos, descubriendo rincones y callejeando sin rumbo. Pero a la Plaza de los Reyes no se llega callejeando ni por despiste total, sino tirando recto para arriba hasta desembocar en una especie de miniatura de la Puerta de Alcalá, que no tiene nada que ver, pero que recuerda inconscientemente al enclave del madrileño barrio de Salamanca. Es como si hubieran intentado un “mix” entre Alcalá y retazos del Parque del Retiro porque la plaza está conformada por parterres de flores donde el paisajista tuvo el buen criterio de plantar árboles que dan sombra. Y como los parterres se bordean en bancos de piedra es una delicia sentarse allí en este mes de Agosto, buscando el frescor y disfrutando del microclima que componen la frondosidad de los árboles y el agua pulverizada que surge de la gran fuente que no es central, sino que está al fondo, decorando con bruma acuática el lugar. Un lujo sentarse el cualquiera de los bancos y contemplar los dados de piedra desperdigados que también se utilizan como asientos y que deben proceder de alguna timba organizada por Neptuno el Dios de los atlantes. Y esta escribidora que experimenta desasosiego ante cualquier decoración paisajística moderna no puede menos que reconocer que el conjunto, pese a que las discrepancias estéticas entre la delicada puerta y los dados de la timba de Neptuno son más que evidentes, el conjunto resulta hermoso. Por la luminosidad. Es un lugar que desprende luz y que está ubicado en pleno corazón urbano y bullicioso, no da sensación de aceleramiento como la Plaza de España de Madrid que es un lugar donde parece que la gente va siempre con prisas. La Plaza de los Reyes es un remanso de tranquilidad y más lo sería si tuvieran la precaución de hacer los normales controles de palomas habida cuenta que las bandadas de palomas ensucian mucho, deterioran los edificios y los monumentos con la acidez de sus defecaciones, son un riesgo para los niños y las mascotas porque sus cacas son tóxicas y aunque embellecen cualquier paisaje, en número excesivo resultan muy molestas. Y en la Plaza de los Reyes el número es excesivo hasta el punto de ocupar casi por entero la Puerta lo que conlleva el lógico deterioro del monumento, por lo que algún día se tendrá que hacer lo que en otros lugares de la geografía que padecen el problema de abundancia de aves que es prohibir echarles de comer en ese lugar para que no acudan en tropel.

Porque no se trata de que utilicen la fuente de agua vaporosa y pulverizada para realizar las abluciones a las que tienen derecho todas las palomas de España, al revés, para tomar baños y asearse usan la linda fuente de la Plaza de España y allí llegan por turnos, sin apelotonarse ni molestar a quienes ocupan la terraza del bar donde trabaja mi amigo Anas que como ha estado tanto tiempo en Cataluña parece catalán por el habla, que no por el carácter porque es amabilísimo. Lo dicho, a la fuente de la Plaza de España llegan, toman un baño refrescante, hacen una educada tertulia y se van sin incordiar porque a incordiar van a la Plaza de los Reyes donde la fuente no invita a ser utilizada como piscina. Pero con palomas o sin ellas la plaza es un primor, falta algún detalle y alguna intervención como las que llevaron a cabo en la malagueña Plaza de la Merced cuando descubrieron las autoridades culturales el rédito que se le podía sacar a la casa natal de Picasso y se encontraron con que existía algún edificio de los cutres años setenta que desentonaba y chirriaba con el conjunto. ¿Solución? Mandar a llamar al arquitecto y ordenar que los edificios horteras fueran remozados para quedar en consonancia estética con el resto del enclave y allí se pusieron a maquillar bloques horrorosos, escayolas decimonónicas por acá, cornisas artísticas por acuyá, aquello era un auténtico maquillaje “de teatro” pero consiguieron sacarle los colores a las construcciones y dejarlas con una apariencia auténticamente elegante y en perfecta sincronización cromática con el resto. Porque dicen los expertos que la diferencia entre los edificios clásicos o antiguos, anteriores a los sesenta y los inventos posteriores de las distintas etapas, radica en que lo antiguo y lo clásico va adquiriendo más valor a medida que envejece y va adquiriendo la pátina de los años, mientras que los edificios funcionales no envejecen sino que se van deteriorando y se arruinan. Y en la Plaza de los Reyes hay un determinado edificio que está pidiendo a gritos una intervención estética, porque la necesita como el comer y más aún cuando linda con uno de los edificios más bellos y “abolengosos” de la ciudad y tiene a un lado la Delegación de Gobierno que, por cierto, parece a medio hacer y no tiene un gran reloj en la fachada. ¿Pueden entender ustedes que existiendo en una plaza singular un edificio oficial este no tenga un buen reloj en la fachada? ¿Y si los paseantes quieren saber la hora? Y no me digan que miren sus relojes porque puede estar paseando algún esenio como yo y nosotros no podemos llevar ni relojes por cosa de la austeridad pero sí tenemos derecho a saber qué hora es para no llegar tarde a las citas porque si se es impuntual se queda fatal. Y volviendo a la Delegación de Gobierno ya podrían estirarse y darle un poco de azúcar porque es un lugar vainilloso y sosísimo aunque con inmensas posibilidades porque el lujo tanto en arquitectura como en decoración se mide en metros cuadrados.

Mejoras aparte, que todo lleva su tiempo, la plaza es de dulce y la miniatura de la Puerta de Alcalá resulta elegante con los macetones reventando de flores que la flanquean, el verdor de los árboles, las nubes de agua del fondo, los dados atlantes y encima la nueva panorámica que se disfruta cuando te sientas en la recién inaugurada cafetería Charlotte, chic parisienne, cuya entrada da directamente al arco de la Puerta de Alcalá en junior. Oigan, el conjunto bonito de verdad y el microclima que generan las plantas y el agua una delicia, en ese lugar se despiertan los sentidos, pera ya les dije y repito que Ceuta es una ciudad para vivirla con los sentidos.

*Dedicado a Antonio Gómez que me enseñó Ceuta