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                     María Dolores de Cospedal 
					estuvo de visita en Ceuta no ha mucho tiempo. Se alojó en el 
					Hotel Tryp y allí la tuve yo muy cerca de mí departiendo con 
					los políticos de su partido. Mentiría si no dijera que le 
					estuve mirando con discreción sus hechuras. Y me percaté de 
					su cuerpo menudo, bien torneado, así como de que su cara 
					parecía graciosa por ser chatilla. 
					 
					De repente, un militante añejo del Partido Popular de Ceuta, 
					que estaba en línea conmigo, se atrevió a decirme de manera 
					audible, aunque bajito, que la Cospedal no sólo carecía de 
					interés como mujer sino que, además, iba de lista en todos 
					los aspectos.  
					 
					Crítica tan acerba me sorprendió en su momento. Máxime 
					viniendo de un militante que tenía, y tiene, más que 
					demostrado que no sólo es fiel a su partido sino que, 
					además, ha sido tachado siempre de pertenecer a la derecha 
					más rancia. Vamos, de los que aún siguen pensando que con 
					Franco se vivía mejor. 
					 
					Tras aquella opinión, procedente de una persona que nunca se 
					ha aprovechado de su militancia destacada en el partido para 
					obtener ningún tipo de prebenda ni canonjía que valga, 
					decidí seguir muy de cerca las actuaciones de la señora 
					Cospedal: abogada del Estado, que ha ocupado cargos 
					relevantes en la vida pública. Y, sobre todo, que ha sabido 
					aprovecharse de las enseñanzas políticas recibidas por 
					Esperanza Aguirre. De la que no se cansa de decir que 
					fue su mentora.  
					 
					Y así, sin prisa pero sin pausa, he ido viendo la enorme 
					visión que tuvo el militante del PP al enjuiciar a la señora 
					Cospedal, cuando todavía ésta no había dejado entrever su 
					capacidad para afrontar situaciones graves aun a costa de 
					hundir en la miseria a muchas personas. 
					 
					Y a los hechos me remito: la presidenta de Castilla La 
					Mancha, María Dolores de Cospedal, ha puesto tan alto el 
					modelo de ajuste del gasto autonómico al presentar su plan 
					de recortes para la comunidad manchega, que amén de cortar 
					los gastos superfluos, que me parece decisión acertada y 
					necesaria, dejará a muchos manchegos sin pan que llevarse a 
					la boca.  
					 
					La señora Cospedal, anunciando las medidas tan drásticas que 
					va a tomar, quizá nos esté indicando que Mariano Rajoy, 
					si gana las elecciones, hará lo mismo que ella ha aireado ya 
					a los cuatro vientos. Una forma de prepararnos para que no 
					nos coja de sorpresa lo que nos espera, llegado el momento. 
					Lo que nos espera, si no hay alguna intervención divina, es 
					volver a los tiempos donde solamente los ricos podían 
					desayunarse y hacer las dos comidas que manda Dios.  
					 
					Uno entiende que la señora Cospedal elimine gastos 
					innecesarios en su comunidad, gastos que están en la mente 
					de todos; pero lo que no me parece bien es que haya salido a 
					la palestra dándoselas de ser lo más parecido a Margaret 
					Tatcher. Señora que despreciaba a los pobres porque sí y 
					sin tener un adarme de sentimiento de conciencia. 
					 
					De extenderse por toda España el recorte difundido por la 
					presidenta de Castilla La Mancha, habrá miseria a granel. Y 
					los de siempre, o sea, los pobres, tendremos que volver a 
					comer por turno; o sea, introduciendo las cucharas en la 
					olla comunal. Y deberá dar gracias a Dios quien atrape un 
					garbanzo. El militante del PP ha triunfado como pitoniso. Y 
					a mí me tiene por testigo. 
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