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                     La llovizna del sábado y la alegre 
					fiesta del Aïd Al Fitr aliviaron la pesadez del ambiente, 
					volviendo más respirable no solo las calles. Es curiosa esta 
					religión de la paz y la tolerancia, el Islam, que no duda un 
					ápice en su rígida ortopraxis en exigir a su comunidad de 
					fieles no solo el “ser” sino, por encima de todo, “el 
					parecer”. A pie de obra desde hace ya una década, puedo 
					constatarles la aceptación del obligatorio ayuno del Ramadán 
					entre una amplísima capa de la población si bien, también es 
					obvio, empiezan a alzarse voces críticas en el seno de la 
					misma así como ciertas disidencias que son ahogadas por el 
					peso social de la masa, eficazmente auxiliada por leyes “ad 
					hoc”. En cualquier caso, como pasó entre los católicos 
					españoles, la gente empieza a pensar… y preguntarse qué es 
					eso de no comer carne en Semana Santa, por ejemplo... ¿Se 
					acuerdan verdad?.También en Marruecos desde el emblemático 
					13 de septiembre de 2009, comienzan a florecer brotes de 
					sana rebeldía como el protagonizado cada Ramadán por el MALI, 
					Movimiento Alternativo para las Libertades Individuales, 
					Religiosas y Sexuales, liderado por la valiente periodista 
					Zineb El Ghzaoui, quien convoca no sin peligro de su 
					integridad física (¿dónde está la libertad?) rupturas 
					públicas del obligatorio ayuno religioso. Baste decir que la 
					legislación funciona como una apisonadora: por el mero hecho 
					de comer públicamente, algunas decenas de ciudadanos 
					marroquíes han sido condenados a penas de seis meses de 
					prisión. Sin comentarios. ¿Y es esta religión, de la 
					tolerancia y la paz, la que pretende ser tratada como un 
					igual en la cobarde, estúpida y decadente Europa… ? Algo no 
					va bien, nada bien….. 
					 
					En esta dirección, de avance progresivo hacia una sociedad 
					más libre, sana y madura, el secretario general del Centro 
					Marroquí para la Democracia de las Elecciones, Ahmed 
					Douraïdi, no duda cara a las inminentes elecciones en 
					solicitar la prohibición de “la utilización de versos 
					coránicos o de otra referencia religiosa”, con el loable 
					propósito de garantizar un debate eminentemente político. 
					Algo notable pues la Constitución marroquí, de base islámica 
					aunque con notables guiños a la Declaración Universal de 
					Derechos Humanos, sigue coartando las libertades 
					individuales y sociales más básicas, como el derecho a la 
					libertad ideológica y de religión. Sin ir más lejos, todos 
					los partidos que concurran electoralmente deben de ser, 
					obligatoriamente, de inexcusable referencia islámica… Ahí va 
					eso. 
					 
					¿Y ahora qué…? El otoño se avecina caliente, las reservas de 
					divisas no dejan de disminuir, mientras la clase política 
					empieza a enredarse con el ministerio del Interior cara a 
					las próximas elecciones. Así, las baterías de los islamistas 
					parlamentarios del PJD, Partido de la Justicia y el 
					Desarrollo, comienzan a largar andanadas: su secretario 
					general adjunto, el prestigioso economista Lahcen Daoudi 
					(uno de los principales cerebros del partido de la Lámpara) 
					no duda en calificar al actual gobierno de Abbas El Fassi de 
					“anti-democrático” y la verdad es que razón no le falta al 
					diputado por Fez. Por lo demás la curiosa y masiva 
					aprobación, “de manual”, de la nueva Constitución sigue 
					levantando suspicacias: Samir Abdelmoula, ex alcalde de 
					Tánger, se limita a constatar lo obvio: “La gente votó al 
					Rey, no a la Constitución”, mientras que una centena de 
					imames que habían sido arrastrados (“engañados”, me 
					confirman) por el ministerio de Habús y Asuntos Islámicos a 
					una manifestación anti movimiento 20 de Febrero delante del 
					Parlamento, han denunciado por manipulación al ministro 
					Ahmed Toufiq: los manipulados imames pensaban que iban a 
					salmodiar el Corán en el mausoleo de Mohamed V y Hassan II. 
					Visto. 
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