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					Ciudadanos y militantes socialistas se congregaron ayer 
					frente al Palacio Autonómico para dejar más de medio 
					centenar de claveles en los pies del último alcalde 
					republicano de Ceuta, Sánchez-Prado, en el 75 niversario de 
					su muerte a manos del régimen franquista, en el que también 
					fueron fusilados casi 300 ceutíes. El historiador Francisco 
					Sánchez Montoya guió un acto sencillo a la par de emotivo. 
					 
					Claveles rojos simbolizaron ayer el tributo que más de medio 
					centenar de ceutíes dedicaron a la figura del alcalde 
					Sánchez-Prado en la conmemoración de los 75 años de su 
					fusilamiento a manos del régimen franquista.  
					 
					El acto, organizado por el PSOE de Ceuta pero sin 
					pretensiones de ser “partidista”, también quiso recordar a 
					todas aquellas víctimas del golpe de Estado de 1936 y hacer 
					un guiño a la memoria histórica que “todos debemos tener, 
					mantener y luchar por conseguirla”, declaró la secretaria de 
					Organización del Partido Socialista, Paloma Fernández 
					Coleto, durante la presentación del evento. 
					 
					El siguiente en tomar la palabra antes de que los ceutíes 
					posaran las flores a los pies de la figura de Sánchez- 
					Prado, frente al Palacio Autonómico, fue el historiador 
					Francisco Sánchez Montoya, que a finales de año plasmará en 
					papel la vida y obra del alcalde republicano, “víctima de la 
					barbarie y la sin razón”. 
					 
					El ceutí regresó a los años 30 para contextualizar a los 
					asistentes del homenaje aunque su interlocución arrancó a 
					las nueve de la mañana de aquel 5 de septiembre de 1936, 
					cuando Sánchez Prado fue fusilado en la playa del Tarajal. 
					El investigador tampoco dejó de lado a los casi 300 ceutíes 
					que junto al médico murieron a manos de las armas y lucharon 
					por “la libertad, la democracia y la paz”.  
					 
					Biografía 
					 
					Antonio López Sánchez-Prado nació en Sevilla en 1888 en el 
					seno de una familia humilde. El último alcalde republicano 
					de Ceuta se trasladó con sus padres a Granada, donde 
					concluyó el Bachillerato y sus estudios universitarios de 
					Medicina, “con alguna que otra asignatura para septiembre 
					como es normal”, bromeó el historiador.  
					 
					Con el título ”bajo el brazo”, Sánchez-Prado fue destinado a 
					un pueblo de Sevilla, que “le marcó” porque allí conoció a 
					su esposa. En marzo de 1923, el doctor aterrizó en la ciudad 
					autónoma, tomando contacto con la sociedad ceutí y llegando 
					a formar parte de la directiva del Casino Africano, llegó a 
					ser presidente del Centro de Hijos de Ceuta y del club de 
					fútbol África Sport. Y, sobre todo, “unido a la gente 
					humilde”, subrayó el escritor ceutí. En abril de 1931, ante 
					la convocatoria de elecciones y como militante de la Unión 
					Republicana, Sánchez-Prado llega a la presidencia del 
					partido y, “ante la necesidad de un cambio en la ciudad”, la 
					fuerza política se une al PSOE, formando la Conjunción 
					Republicano-socialista, que se alzó con la victoria 
					electoral, 25 de los 35 escaños de la Asamblea. 
					 
					Su “cariño y cariz” lo convirtieron en alcalde tras una 
					votación que ganó por mayoría el 22 de abril de dicho año, 
					proclamándose la República cinco días antes en el territorio 
					nacional. La apertura de 20 nuevas escuelas, la autonomía de 
					Ceuta con respecto a Cádiz y un delegado del Gobierno civil 
					fueron los mayores logros de Sánchez-Prado durante dicho 
					mandato, que más tarde abandonó para dedicarse, “por 
					completo” a su profesión como médico. Aunque en ese mismo 
					año se presentó a las elecciones del Congreso de los 
					Diputados, que ganó “alzando la voz incluso en contra de los 
					criterios de su propio partido político” para defender los 
					intereses de Ceuta, destacó Francisco Sánchez Montoya. 
					 
					Sánchez-Prados volvió a la alcaldía ceutí en febrero de 1936 
					aunque poco le duró su legislatura ya que en julio se 
					produjo la sublevación armada, siendo detenido por las 
					tropas franquistas que le juzgaron y fusilaron el 5 de 
					septiembre de 1936, a las 9 de la mañana, en la playa del 
					Tarajal. 
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