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					La insalubridad de la casa en la que reside ha llevado a 
					Fátima Layachi a pedir una Vivienda de Protección Oficial en 
					la que poder vivir ella y su hijo. En 2009, EL PUEBLO se 
					hizo eco de esta historia. Sin embargo, desde entonces nada 
					ha cambiado para esta mujer que sigue pidiendo una vivienda 
					digna, ya que ni siquiera tiene trabajo para arreglar la 
					suya. 
					 
					Fátima Layachi, de 35 años, vive en una situación límite 
					desde hace ya varios años. En 2001, esta mujer que reside en 
					el Príncipe pidió ayuda por primera vez a los Servicios 
					Sociales, gracias a la cual lleva sobreviviendo desde 
					entonces. Ahora no tiene trabajo, sólo una comida diaria de 
					Cruz Blanca y la prestación que recibe del Estado, de 400 
					euros, con la que tiene que sacar adelante a su hijo, de 
					sólo 11 años. Ambos viven en la casa que fue de su padre, ya 
					fallecido, de esta cabeza de familia y que ahora se ha 
					vuelto “inhabitable”, explica Hafida Mohamed, que acompaña a 
					Fátima, a la que le cuesta explicarse en castellano, un 
					idioma que entiende con dificultad. Un problema, que según 
					Hafida, ha hecho que le “den largas” en su solicitud de una 
					nueva vivienda en la que poder escapar de las “condiciones 
					insalubres” que la rodean.  
					 
					El olor a humedad da la bienvenida a quien llega a casa de 
					Fátima, cuenta su amiga, que añade que en el interior, el 
					hedor de las heces de las ratas “que parecen gatos” se puede 
					sentir en el ambiente. Una imagen que hace saltar las 
					lágrimas de esta mujer que afirma con amargura: “Nadie 
					quiere entrar en mi casa”.  
					 
					Esta razón, unida a que en su hogar no dispone ni siquiera 
					de una cocina en la que poder preparar alimentos calientes 
					para su hijo, ha llevado a Fátima a solicitar una de las 
					viviendas de protección oficial que la ciudad ofrece a los 
					más necesitados. Aunque es verdad que ella ya tiene una 
					casa, su amiga explica que desearía que se la quedara la 
					Ciudad, porque no la puede reformar, a cambio de un nuevo 
					hogar.  
					 
					La historia se repite 
					 
					No es la primera vez que esta mujer ha pedido una solución. 
					EL PUEBLO ya recogió la historia de esta familia en dos 
					ocasiones en el año 2009. En ese momento, se incluyó la 
					vivienda de esta madre en un registro de infravivendas en el 
					Príncipe. Además, Fátima pidió ayuda para reformar su casa 
					que nunca llegó, según explica. Desde entonces sólo ha 
					cambiado una cosa, Asuntos Sociales obligó a la familia a 
					retirar el camping-gas que tenía en casa, por ser ilegal, lo 
					que dejó a la familia sin sitio para cocinar.  
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