PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 10 DE SEPTIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Reglamentos, Ordenanzas e interés ciudadano


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Del Consejo de Gobierno de ayer se deduce que siguen dando vueltas con las Ordenanzas para tratar de compatibilizar el derecho de los hosteleros a montar en el exterior las terrazas de sus establecimientos, para uso y disfrute de una clientela fumadora y no fumadora que lo demanda de forma mayoritaria y el problema de los ruidos que pueden generarse. Y está muy reciente una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía sobre contaminación acústica de la que algunos han deducido que pueden “prohibir las terrazas de los bares” algo que es imposible porque supondría la ruina para gran parte de los locales y generaría muchas críticas de ciudadanos descontentos. Pero tampoco puede permitirse que cada terraza sea un enclave ruidoso en el que, entre la música y las voces de los clientes ,se genere un auténtico estruendo. Ahora bien , para determinar si el nivel de ruidos es aceptable o no lo es, están los medidores de decibelios que la policía maneja con pericia y la ilicitud del ruido comienza exactamente donde marcan los medidores, ni antes ni después.

El que existan unos horarios estrictos para el volumen musical que tiene que acabar a las doce de la noche en todas partes, atemperándose a partir de esa hora para no perturbar el sueño de los vecinos, es una medida necesaria. Que no siempre se cumple porque esta escribidora, vecina del Paseo de las Palmeras, ha comprobado en vivo y en directo como irrumpen ritmos y decibelios de establecimientos no muy lejanos hasta altas horas de la madrugada, sin ningún tipo de control y eso resulta bastante anárquico y desvirtúa de alguna manera la sentencia condenatoria contra las terrazas, en las que no me puedo creer que el ruido escale el volumen de lo que padecemos los vecinos de las Palmeras, sobre todo los últimos fines de semana o cuando en algún establecimiento se celebra una fiesta. Pero ese estruendo en el caso de mi zona se puede considerar esporádico, mientras que la contaminación acústica que es susceptible de producir una terraza día tras día resulta infinitamente más molesta (siempre y cuando así lo indiquen los medidores y no cuando así lo perciba algún vecino quisquilloso). Y el reto es hacer compatibles los intereses de la hostelería que obtiene buenos ingresos de sus instalaciones exteriores y el derecho al descanso del vecindario, por lo que lo aceptable sería no excederse por ninguna de las partes y que los clientes fueran capaces de no sentirse molestos si los propios camareros les indican en un momento dado que bajen el volumen de las conversaciones. Lógico que el ruego de no hablar pegando voces pueda resultar hiriente para unos tertulianos meridionales, que hemos sido mayoritariamente no-educados en el sentido de que resulta de mala educación el hablar prácticamente a gritos, como es la norma en el resto de Europa con excepción de Italia. De hecho muchos de ustedes habrán comprobado que cuando se está en un bar o en un restaurante digamos de Bruselas, el tono de las conversaciones es una especie de murmullo, como si en lugar de clientes hubieran moscardones, porque si alguien se pone a gritar sencillamente le echan del local. De ahí que resulte consolador que aquí mismo, en Ceuta, algunas cafeterías luzcan una pegatina de “Espacio sin ruidos” que es una especie de invitación a la moderación a la hora de reunirse a charlar en torno a las mesas. Y la gente lo cumple sin ofenderse, lo que denota que con discretas indicaciones todos somos capaces de poner de nuestra parte para hacer más fácil la convivencia. Ahora bien, lo que es evidente es que a no ser que se viva en un chalet y apartados del mundanal ruido, el sonido de la calle “existe” y cualquier terraza genera murmullo de conversaciones, algo que es inevitable y que si no excede lo reglamentado es absolutamente legal, como legal es, a pesar de muchos o de la mayoría, el ruido que genera el tráfico, los motores de los coches, los acelerones de las motos, los camiones y más aún el atronador camión de la basura y los autobuses. Por no hablar de los prohibidísimos coches-discotecas que a veces logran hurtarse a las sanciones policiales y pasan escandalizando con su pachanguéo calorro-macarra, hasta que les paran. Vivimos en una sociedad ruidosa, por las aceras los ciudadanos hablan a gritos por los móviles, en las terrazas de los bares muchas veces se topa con niños que lloran o chillan, el comunicarnos a voces parece formar parte de la idiosincrasia ibérica y los extranjeros nos achacan ese comportamiento como una especie de seña de identidad. Así la fama la tenemos bien merecida. Aunque toda sociedad evoluciona en el terreno educativo y va ganando en civismo y en educación ciudadana. ¿O es que hace veinte años alguien nos iba a convencer de que sería obligatorio el “reciclar” la basura? En absoluto pero casi sin notarlo hemos ido ganando en conciencia ecológica y así iremos ganando en “conciencia acústica”, seguro que sí, es tan solo cuestión de tiempo.
 

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Paseando por el Mercado Marinero


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

¿Que mejor actividad para una cálida tarde de septiembre que pasear por el Mercado Marinero? O Medieval . O Pirata. Cualquier acepción imaginativa es válida para definir un abigarrado conjunto de tenderetes y puestos en la explanada de las Murallas Reales, la instalación más amplia y espaciosa que las que suelen encontrarse en ese tipo de mercados en Granada o en Málaga donde a veces se apelotonan demasiado la artesanía de plata y el cocedero de pulpo y percibir la vaharada de guisos mientras el escribano se afana en recoger una poesía o un pensamiento en letra gótica o el calígrafo traza nombres con exquisitos caracteres árabes es poco motivador. Aquí los metros cuadrados abundan y hasta sobran, pero no resulta un lugar desangelado, muy por el contrario, resulta cómodo y se puede disfrutar viendo los expositores de los diferentes puestos sin atropellamientos ni carteristas al acecho como acontece en otras latitudes. ¿Sobrar? Los atuendos piratas que a algunos caballeros no les resultaban muy favorecedores, a las féminas sí, pero es que las mujeres están bien con cualquier trapo que se coloquen con gracia. Aún así el Medieval me resulta más entrañable, por lo conocido, aunque se repiten año tras año prácticamente los mismos tenderetes, con distintos diseños en cuanto a la mercancía que cada vez parece más selecta, sobre todo en la bisutería y dentro de la bisutería algún puesto de “design” de plata que no desmerecería en Puerto Banús. ¿Mi favorito? Por lo que representa, el rincón de artesanía, moda y complemento hindúes dirigido por la mágica Kanta Motwani con el concurso insustituible de Soni Sajnani, Inmaculada Serrano y Ricardo Gómez Caliani. Todos ellos miembros de la ONG “Hogar Suryoday” una organización a la que se destinan una parte sustanciosa de las ganancias obtenidas en el puesto durante estos días y que van directamente al noreste de la India a la zona de Madhya Pradesh para programas de prevención del sida entre los más pequeños, ayudas a las madres para que no aborten a sus hijas por ser niñas, colaboración con los agricultores para que modernicen sus métodos de producción y enseñanzas para niños de escuelas a quienes se regalan plantones de árboles, se les ayuda a sembrarlos, se les enseña a recolectar los frutos y comercializarlos para conseguir fondos para su educación, en una palabra, los chavales aprenden a construir sus propias cañas, a pescar con ellas y a capitalizar la pesca, así se sale de la pobreza y no con subvenciones. Y en el tenderete una gran variedad de mercancía procedente de la India y de otros enclaves adquiridas directamente de los artesanos, delicadas pashminas de Punjab, precioso calzado de Pakistán, vestidos, bolsos de Bombay, artesanía de Marwar y pulseras diseñadas por la propia y multifacética (es informática y hace sanación cuántica) Kanta que realizan los orfebres de Rayestán. Nada de intermediarios ni de mayoristas sino que todo se va en favorecer a pequeños artesanos, a orfebres y a comerciantes de los lugares de origen de las piezas, en conjunto es como un escenario de Bollywood con buen gusto y un acertado cromatismo. El año pasado los beneficios fueron para las víctimas del tsunami de Japón y este año se compartirán entre los proyectos de la India y los japoneses. ¿Otro lugar exquisito? Los puestos de perfumes, jabones y esencias naturales que constituyen una delicia olfativa y devuelven a épocas pasadas y a fórmulas de elaboración artesanales que huyen de la química y sin conservantes ni colorantes. ¿Relación calidad-precio? El hecho es que los productos son muy buenos y los precios muy bajos así que deben tener unos márgenes comerciales muy escasos porque perfumes y esencias similares los he visto en boutiques donde resultaban poco menos que prohibitivos porque el hecho de ser ecológicos encarece mucho.

¿Y el ambiente? Festivo y animado, con esporádicas actuaciones musicales, suficiente espacio como para quien se esté probando una pashmina dejada caer con descuidada elegancia no se atufe con el hervores de cocina al aire libre, buena aceptación de los rincones de hostelería que resultan muy cómodos y un ir y venir continuo de público que este año, al menos en su estreno, está comprando muy bien para satisfacción de los vendedores. La experiencia muy agradable y hoy prometo volver porque ayer no me paré en el atractivo enclave de la alimentación, tan solo pasé de largo y tapándome la cara para no caer en la tentación de las tartas gallegas. ¡Que digo tartas! ¡Auténticas “delicatessen” del “Rincón del gourmet”!.
 

 
OPINIÓN / SERPIENTE DE VERANO

Anécdota chusca y piadosa


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Imposible dejar de sustraerme al encanto de “celtiberia show” de la historia y no figurarme idénticos hechos retrotraídos a la realidad de Ceuta. porque, en verdad, las vecinas del pueblecito de Garaballa, de 150 belicosos habitantes gestionados por una alcaldesa del PP, parecen capaces de darnos sopas con hondas pese a nuestras raíces atlantes y templarias. ¿El motivo del comportamiento numantino de las señoras? Pues una gravísima ofensa con caracteres casi sacrílegos y blasfemos de la que hacen directamente culpable al actual cura párroco. En principio el sacerdote huyó del pueblo escoltado por la Guardia Civil a la que había avisado desde el escondrijo donde permanecía para sustraerse a la ira de las mujeres. ¡Valiente cura capaz de llamar a los guardias! Malo y chivato así es. Y depravado a la vista de la total malicia con la que había inferido la ofensa a las señoras que se autodenominan “devotas”. ¿Y devotas de qué exponente de la hispánica mariolatría que algunos consideran residuos de un ancestral culto a la diosa Isis? Pues nada más y nada menos que de la Santísima Virgen de la Tejeda, que fue coronada hace ya medio siglo y que es venerada y procesionada por todo el pueblo de Garaballa el día 8 de septiembre. Y no es culto o devoción tardía, sino que se remonta a 1.759 cuando la Santísima Virgen se apareció “al pastor” y pasó a ser la Sagrada Patrona del lugar. Por cierto, hablan de Ella maravillas y está precedida por su fama de milagrosa y de ser única intercediendo ante Dios Todopoderoso en favor de sus paisanos. De hecho, las vecinas que aparecieron en un espacio matinal de televisión se llamaban a ellas mismas “devotas” y parecían rivalizar un poco a ver quien llevaba más rigurosamente “las devociones”. Pero me centraré en el atropello imputado al cura : resulta que la Sagrada Imagen desde que se le apareció “al pastor” lucía en todas las procesiones una coqueta peluca de pelo natural peinada con largos tirabuzones que causaba arrebatos místicos entre las damas. Hasta este año que, para escarnio de la población, el cura perdió la peluca de los tirabuzones místicos y no se le ocurrió más que comprar un pelucón de pelo tieso y sintético en algún puestecillo de feria y colocárselo a la Patrona que surgió del vientre inciensado de la iglesia hecha un adefesio, con una peluca cochambrosa (según las devotas era el mocho teñido de una fregona) y con la corona de hace cincuenta años ladeada sobre la pelambrera. Alaridos, desmayos, ataques de ira, frenesí y todo el pueblo persiguiendo al cura (con fundamento porque era autor material del crimen estético) para pegarle una paliza y hacerle confesar el paradero de la peluca de tirabuzones. ¿Y que hizo ese párroco que a decir de las mujeres es poco menos que “la niña del Exorcista”? Pues llevar su culpabilidad y su mala conciencia a ocultarse y chivatear a los de Garaballa a la Benemérita, acusándoles de querer agredirle y pidiendo ser escoltado fuera del lugar. ¡Miren que ejemplo más saludable! ¡Encima de sustraer la peluca de los tirabuzones de la Santísima Virgen de Tejeda chivatea a las devotas! Cura lengüetón y pecador. Capaz es de plantarse y pedir hasta un rescate por la peluca. La alcaldesa, maruja ibérica y fetén, clamaba por la defensa de la cultura, las tradiciones y los tirabuzones ya que afirmaba que la Virgen se apareció con tirabuzones. Y esta anécdota chusca y piadosa, es tan bella, está tan cargada de fe que no puedo menos que recogerla para ustedes. De nada.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto