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					Joyas para reinas” es lo que Ion asegura que vende en su 
					puesto. Aunque acaba de llegar de Benicasim, es rumano y es 
					la primera vez que trabaja en Ceuta. Para Rodolfo, aunque no 
					sea la primera vez que viene a esta ciudad, es la visita que 
					ha afrontado con más ganas. Hacía once años que no pisaba 
					tierras caballas, más de una década en la que anualmente ha 
					ido diciendo: “El año que viene iré al Mercado de Ceuta”. Un 
					compromiso que por diferentes circunstancias siempre se veía 
					obligado a postergar. “Era mi asignatura pendiente -explica 
					Rodolfo- pero este año me organicé y renuncié a todos los 
					demás lugares que me ofrecieron al mismo tiempo, tenía que 
					venir a Ceuta”. En la Feria ofrece productos hechos con 
					cristal de Valencia. Explica cómo el vidrio de sus pulseras 
					y collares es más resistente “porque hierve a 900 grados”, y 
					como dependiendo de que luz le de, la pieza varia de color. 
					En Valencia lleva casi veinte años viviendo, pero no ha 
					perdido, sin embargo, su acento natal. Una entonación 
					argentina que, asegura no ha dejado de utilizar no por 
					conservar sus raíces latinas, sino porque “a la gente le 
					gusta y es una buena forma de atraer a los clientes”.  
					 
					Para Isa, una vendedora de ambientadores hechos con 
					parafina, “que duran ocho meses”, es su segunda visita a 
					Ceuta. Antes de conocerla le producía cierto recelo esta 
					ciudad -“La visión que tenemos en la península de cómo será 
					Ceuta es muy diferente a como después es”, apunta-, pero 
					ahora está encantada de dejar por unos días su tierra, 
					Elche, para trabajar en el Mercado Marinero.  
					 
					Aceites, bisutería, sacos termoterapia, figuras de vidrio 
					soplado, amuletos contra todos los males, maquetas para 
					montar en 3D, carteras, cuadros pintados por Julio Torres en 
					tres minutos, maceteros con forma de Pinocho, cerdos de 
					barro... La variedad de productos está servida. “Tengo una 
					lámina de ‘El beso’, un cuadro de Klimt, ¿lo conoces? Ayer 
					cené con él”, bromea Jorge Enrique, encargado de un puesto 
					de láminas. Después, de manera directa, añade: “¿Vas a 
					comprar?”. 
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