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                     Los docentes han aprovechado la 
					inauguración del curso para protestar por los recortes que 
					se van a producir en algunas comunidades Autónomas. En 
					Madrid, por ejemplo, el próximo lunes arranca el curso con 
					concentraciones en los Colegios. Desde la Comunidad aseguran 
					que lo harán la totalidad de los interinos, junto a los 
					titulares. 
					 
					Por otra parte, para el día 22 de Octubre, las Centrales 
					Sindicales plantean una manifestación a nivel nacional. ¡Un 
					otoño caliente!, en detrimento de una paralización escolar. 
					Sabemos que el malestar surge por el aumento de horas 
					lectivas a los docentes, con perjuicio de los interinos, que 
					verían como se reducirán las posibilidades de trabajo, por 
					aquello de recortar horas lectivas, con lo que sólo se puede 
					perjudicar a la enseñanza individualizada y a la atención a 
					los alumnos con necesidades específicas especiales, sin 
					olvidarnos del abandono y el fracaso escolar, que también se 
					verán afectados. 
					 
					Por parte del Ministerio se aconseja no recortar, de ninguna 
					manera, en todo aquello que tiene que ver con programas de 
					refuerzo, de apoyo, de acción tutorial. Por otro lado la 
					interiorización de una enseñanza más individualizada, una 
					atención a la diversidad, a aquellos alumnos que tienen más 
					dificultades o más cualidades, también. 
					 
					Es cierto que en nuestro país no está mal la relación de 
					profesores y alumnos, es decir, la ratio. Este cociente es 
					muy complicado calcularlo. Recordemos cuando en enseñanza 
					Primaria, todavía no se cubrían las plazas por 
					especialidades. Cada grupo, un tutor, y así cada uno conocía 
					individualmente su “ratio”. Para el centro educativo, total 
					de alumnos entre el total de maestros. Se estimaba en unos 
					treinta alumnos por enseñante, pero siempre dentro de una 
					gran flexibilidad. 
					 
					Yo, a la manera de anécdota, recuerdo que en una ocasión, 
					por necesidades de escolarización, atendí a un grupo de 
					setenta alumnos, todos varones, de dos niveles distintos, 5º 
					y 6º de la antigua Enseñanza Primaria. No era una situación 
					única, ya que a otros compañeros, ante la problemática de 
					dejar alumnos sin escolarizar, se adaptaban a este tipo de 
					agrupaciones. 
					 
					Pero, me voy a distanciar más en el tiempo, recordando mi 
					escolarización primaria. El Centro educativo era particular, 
					privado, y acogía a unos cien alumnos todos varones. Pero lo 
					más sorprendente era que nos atendían solamente dos 
					maestros, que se tendrían que multiplicar para atender, en 
					jornadas de mañana y tarde, a tal cantidad de alumnos, cuya 
					ratio estaría a algo más de 50 alumnos por profesor. ¡Un 
					auténtico milagro! 
					 
					En la situación actual, que también se habla de ratio, los 
					criterios para conocerlo deben ser variados. El más lógico 
					sería dividir el número total de alumnos entre el total de 
					docentes, aunque se tiene referencia, teniendo en cuenta un 
					número determinado de alumnos que estaría entre 25 ó 30. 
					 
					Retomando el capítulo de “recortes”, según datos facilitados 
					por el Ministerio, hay 2.000 millones menos para educación 
					en 2011 y no sólo por los sueldos de los profesores. Se han 
					eliminado rutas de transporte, programas de compensación, 
					atención a la diversidad... pero todo dentro de una 
					“razonable austeridad” en tiempo de crisis. 
					 
					“Y preocupan a los profesores su ánimo y su confianza. El 
					profesor no es sólo el que transmite conocimientos en las 
					horas de clases. La disposición 1994 dice ‘que un profesor 
					tiene 37,5 horas de dedicación’. Y se manda un mensaje como 
					si trabajara 20 horas, cuando están en las horas indicadas 
					anteriormente”. 
					 
					No sé qué criterios empleará el Ministerio para llegar a 
					esas 37,5 horas, que significan 17,5 horas sobre la veinte 
					que se supone son de dedicación exclusiva a la docencia. A 
					mí, en particular, me parecen escasas. 
					 
					Piensan desde el Ministerio que “España está mejorando (¿?) 
					en educación: hay casi cinco puntos menos de fracaso 
					escolar, menos abandono, casi tres puntos. Claro que hay 
					cosas que no van muy bien, pero hay que ver como era España 
					hace 30 años, en qué situación educativa estábamos, en las 
					Universidades, en la investigación... Venimos de un lugar un 
					poco difícil”. 
					 
					“Hemos dado un salto enorme en socialización de la 
					educación, con un sistema, además inclusivo. Hemos integrado 
					a más de un 10% de personas de otros países. España es, 
					probablemente, el segundo país del mundo en equidad. Tenemos 
					nueve millones de personas escolarizadas. Ahora hay que 
					asentar esos avances con procesos de calidad. ¿Qué nos 
					falta? Tenemos un sistema poco rígido, que necesita abrirse 
					más. Las medidas que hemos tomado, en relación con la FP o 
					con el último año de la ESO, creemos que lo flexibiliza para 
					que haya menos abandono, menos fracaso...” 
					 
					Pero, dejemos los “éxitos” señalados por el Ministerio, 
					aparte, centrémonos en lo que se nos viene encima. Los 
					Sindicatos más representativos han “desenterrados el hacha 
					de guerra”. Ya tienen elaborado el calendario de 
					actuaciones: 14 de Septiembre, huelga de los profesores de 
					Secundaria madrileños; 20 de Septiembre, concentraciones a 
					lo largo de toda la geografía española; culminarán el 22 de 
					Octubre con una manifestación en Madrid para traer a todos 
					los trabajadores de la enseñanza...”. 
					 
					Las centrales sindicales mayoritarias temen en la 
					consecuencias que puedan tener los recortes en nuestro 
					sistema educativo con un 30% de fracaso escolar en la 
					actualidad: “Si estos recortes se extienden por todas las 
					comunidades, se puede llegar a 50.000 profesores interinos 
					menos. 
					 
					Pero, pensemos, con objetividad: Si estas protestas, 
					indudablemente justas, no llegan a cristalizar en la 
					consecución de los objetivos propuestos, ¿quiénes serán los 
					verdaderos perjudicados?  
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