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					Antonio Santiago Muñoz, capataz natural de Sevilla, muy 
					conocido en el mundo cofrade, visitó ayer la ciudad para 
					ofrecer una coferencia, en el salón de actos del colegio San 
					Agustín, con motivo de los actos que viene organizando la 
					Hermandad de Las Penas por el 50 aniversario de la llegada y 
					bendición de la imagen del Santísimo Cristo de la Humildad y 
					Paciencia. El acto dio comienzo a las 21.00 horas y contó 
					con la presencia de numerosos cofrades ceutíes que no 
					quisieron perderse la conferencia ofrecida por este 
					reconocido capataz sevillano. Antonio Santiago Muñoz llegó a 
					Ceuta pasadas las 18.00 horas y pocos minutos después 
					concedió una entrevista a EL PUEBLO, durante la cual dio a 
					conocer parte de los entresijos del mundo de la costalería. 
					Antonio Santiago Muñoz, hijo del conocido capataz sevillano 
					Manuel Santiago, contaba tan sólo con 12 años cuando por 
					primera vez se puso al frente de un paso junto a su padre y 
					Salvador Dorado (El Penitente). Desde ese mismo instante y 
					hasta hoy han transcurrido 40 años, y al igual que hizo su 
					padre con él ahora su hijo lo acompaña en cada salida 
					procesional, por lo que es hijo y padre de capataces. 
					 
					Santiago se mostró encantado con volver a estar entre los 
					ceutíes gracias a la hermandad de Las Penas y al 50 
					aniversario de la imagen del Cristo de la Humildad y 
					Paciencia y especialmente por Jorge Pérez, miembro de la 
					citada hermandad, que tal y como aseguró el capataz “ha 
					movido casi Roma con Santiago para que yo pueda estar aquí 
					hoy”. 
					 
					Actualmente lleva de la mano junto con sus auxiliares, una 
					hermandad de Sevilla todos los días de la Semana Santa, 
					excepto el Sábado Santo. Junto con la hermandad de la Misión 
					que procesiona el viernes de Dolores y otras hermandades de 
					gloria, este capataz tiene el honor de ostentar el martillo 
					de las hermandades de la Paz (Domingo de Ramos), las Penas 
					de San Vicente (Lunes Santo), los Estudiantes (Martes 
					Santo), Cristo de Burgos (Miércoles Santo), los Negritos 
					(Jueves Santo), la Macarena (Madrugá), la Sagrada Mortaja 
					(Viernes Santo) y la Resurrección (Domingo Resurrección). 
					 
					P.- ¿Cuánto tiempo lleva usted delante de un paso? y ¿cómo 
					ha sido la evolución del mundo de la costalería? 
					 
					R.- Esta Semana Santa pasada he cumplido 40 años delante de 
					los pasos, empecé con mi padre cuando era niño y los 
					primeros siete años de esa vida delante de los pasos fue con 
					los costaleros llamados ‘profesionales’ o ‘antiguos’ y el 
					resto con los ‘hermanos costaleros’. Durante este tiempo he 
					tenido muchas vivencias, mucha evolución, porque el proceso 
					humano es así. Yo hoy en día no mando los pasos como lo 
					hacía hace 25 años y si Dios quiere no los mandaré igual 
					dentro de 8 o 10 años si continúo delante de los pasos. Lo 
					mismo que las personas evolucionamos, también tiene que 
					evolucionar nuestro conocimiento, nuestra formación e 
					intentar mejorar dentro de lo posible este mundo que es tan 
					bonito pero que necesita facilitar la labor y el trabajo de 
					los costaleros. 
					 
					P.- ¿Cómo se debe trabajar con los costaleros para evitar 
					posibles lesiones y ofrecer la mejor imagen en la calle?  
					 
					R.- Bueno cuando vemos partidos de fútbol o de cualquier 
					otro deporte vemos como gente profesionales sufren lesiones, 
					por lo que la posibilidad de lesionarse o sufrir algún tipo 
					de alteración en el organismo nada más que le pasa al que 
					realiza algún tipo de ejercicio. También es cierto que 
					cuanto mejor preparada esté esa persona menos posibilidades 
					de lesiones va a tener. Si nos centramos en la costalería 
					antigua, estos lo soslayaban porque su trabajo habitual 
					diario era cargar y descargar. Hoy en día, afortunadamente 
					los trabajos no son así por lo que el costalero que 
					actualmente se mete debajo de un paso, por un lado los 
					capataces abusamos de la juventud para aprovechar la fuerza 
					que estos tienen y por otro lado el costalero debe tener una 
					buena condición física para tener un menor riesgo de 
					lesiones. Es importante que tengan un buen tono muscular, 
					que corra, que haga bicicleta, en definitiva que realice 
					ejercicios aeróbicos que le otorgan una mayor resistencia al 
					músculo y por lo tanto facilita la labor del costalero 
					debajo del paso. 
					 
					P.- ¿Realiza usted algún tipo de planificación física a sus 
					costaleros? 
					 
					R.- Yo les aconsejo, pero después cada uno es libre y debe 
					ser responsable para saber qué tipo de preparación necesitan 
					para posteriormente realizar un buen trabajo bajo el paso. 
					Muchos piensan equivocadamente que meterse en un gimnasio y 
					hacer pesas le puede valer y no es lo mismo un trabajo 
					explosivo de un momento que el trabajo que realiza el 
					costalero que es más de resistencia por lo que no hace falta 
					trabajar la potencia como algunos hacen en los gimnasios. 
					 
					P.- Comentaba antes que excepto el Sábado Santo, desde el 
					Viernes de Dolores al Domigo de Resurrección sale todos los 
					días delante de un paso ¿Cómo cambia la mentalidad para 
					adaptarse a las características del paso o al sentimiento 
					que la hermandad quiera ofrecer en la calle? 
					 
					R.- Yo creo que la mentalidad el capataz no la cambia. Creo 
					que es un poco el estereotipo de todo lo que hace uno, y es 
					la hermandad la que al final llega al espectador que lo ve 
					desde fuera y hace que lo asimile de esa forma. Te puedo 
					decir que mi forma de mandar los pasos en general no varía 
					de una hermandad a otra. Está claro que en una hermandad de 
					silencio quizás hable menos, pero mi estilo, mi forma, mi 
					impronta de llevar los pasos es la misma sea una hermandad u 
					otra y en algún momento determinado se requiere dar una voz 
					de mando y en otras circunstancias no. Yo siempre le digo a 
					mi hijo que el capataz no debe de hablar mucho y no tiene 
					que dar muchas voces de mando, entre otras cosas porque al 
					costalero cuando se le manda lo único que estás haciendo es 
					molestando y cuanto menos se le moleste mejor, ya que hay 
					que dejar trabajar bien a esos hombres. 
					 
					P.- ¿Cómo se aprende y cómo se enseña esto de ser capataz? 
					 
					R.- Esto referido a un mundo estudiantil se podría decir que 
					los maestros se quejan de que tienen muchos alumnos pero 
					pocos estudiantes, y los estudiantes se quejan de que tienen 
					muchos profesores pero pocos maestros. Lo que es lo mismo 
					hace falta tener un maestro y también hace falta tener una 
					persona que quiera aprender. Esto no es una cosa que se 
					pueda aprender con mucha teoría, que yo le diga a mi hijo 
					toma lee estos quinientos folios y ya eres capataz. Esto es 
					una cosa que se va aprendiendo estando, viendo y viviendo 
					mucho dentro de este mundo, por lo que la práctica es 
					fundamental. Además le puedo decir que yo estoy hoy aquí en 
					Ceuta porque vengo a ver y a aprender, ya que en este mundo 
					no se acaba nunca de aprender. 
					 
					P.- ¿Cómo debe ser el trabajo de captación de costaleros 
					para que las Hermandades no se vean necesitadas? 
					 
					R.- Ahora llevamos unos años viviendo una época en la que 
					afortunadamente hay mucha gente que se acercan a las 
					cofradías a pedir sitio para poder salir de costaleros. Esto 
					no siempre ha sido así. Hay que recordar que en la época de 
					la transición de los ‘costaleros antiguos’ a ‘hermanos 
					costaleros’ se vivieron años muy difíciles, en los que no 
					había tantos costaleros, por lo que había que buscarlos o 
					crear un ambiente que fuera atractivo para acercarlos hasta 
					las hermandades y eso era un trabajo y es un trabajo de la 
					Hermandad y de la propia cuadrilla de capataces y 
					costaleros. No siempre hemos nadado en la abundancia en este 
					aspecto. Hay que cuidar y mimar al costaleros, estos deben 
					sentirse bien acogidos, y también tienen que saber a lo que 
					van y la responsabilidad que todo ello conlleva. Es 
					primordial que haya buen ambiente ya que eso hará que poco a 
					poco vayan acercándose más personas. 
					 
					P.- ¿Cómo son los mejores ensayos?, ¿Muchos y por cortos 
					periodos de tiempo? ó ¿Pocos pero de bastantes horas? 
					 
					R.- Bueno de esto dependen muchos factores. El primer factor 
					es la consolidación de la cuadrilla. Si esta cuadrilla está 
					consolidada y existen pocos cambios pues entonces realmente 
					no hacen falta muchos ensayos ni que sean muy largos. Si por 
					el contrario la cuadrilla no está consolidada, hay muchos 
					cambios y es muy joven y novedosa si hace falta más ensayos, 
					pero hay que tener cuidado porque si faltan gente y hacemos 
					muchos ensayos lo que hacemos es quemar a los que asisten y 
					terminas rompiendo esa cuadrilla. Hay que buscar un término 
					medio en el que la gente esté a gusto, se conozcan, haya una 
					buena relación entre los costaleros, se aprenda la parte 
					técnica importante del trabajo del costalero, pero no 
					abusemos de los ensayos y al final la gente se canse y se 
					marche, sobre todo los más veteranos. La gente más joven o 
					que llevan pocos años a lo mejor le importa y aguantan más 
					ensayos pero a medida que van pasando los años realizar 
					muchos ensayos quema. 
					 
					P.- Por último ¿qué cambiaría de la Semana Santa y que 
					dejaría como está? 
					 
					R.- Bueno yo cambiaría el afán de protagonismo que tienen 
					muchos costaleros y capataces así como de la gente de las 
					propias hermandades que consideren que ellos son los 
					protagonistas de esto. Y dejaría la esencia del porqué de 
					las hermandades. Está claro que las hermandades se fundan 
					por un motivo de fe, por lo tanto por una formación 
					cristiana a sus hermanos, por una acción importante en 
					caridad y por cultos a sus imágenes tanto internos como 
					externos, donde el culto externo por excelencia es la salida 
					procesional. 
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