| 
                     Alimentar la memoria es mantener 
					la esperanza. Poco más puede hacer este escribano del 
					“limes” que recordar una vez más, a tirios y troyanos, que 
					la mayor matanza terrorista sufrida en España aun está, para 
					vergüenza del Estado y todo el país, sin esclarecer. Se 
					hacía ayer eco de ello Esther Sáez González, víctima y 
					superviviente de los atentados del 11 de marzo de 2004, en 
					la II Jornada del VII Congreso Internacional de Víctimas del 
					Terrorismo: con voz templada pero firme, recordó ante más de 
					300 víctimas de 39 países lo que en España es un secreto a 
					voces: “Tenemos un boquete judicial tan grande en el 11-M 
					como los que provocaron las bombas en los trenes”. Entre una 
					fuerte ovación que resonó con fuerza en la sede parisina de 
					la Escuela Militar francesa, Esther Sáez puso sin tapujos el 
					dedo en la llaga:”Aún no sabemos quiénes son los que 
					pusieron las bombas, quién lo pensó, quién tomó la 
					decisión”, para concluir denunciando por qué se destruyeron, 
					con presteza, las pruebas incriminatorias de los trenes. 
					Algo inaudito. 
					 
					El lector avisado sabe que, a lo largo de estos años, 
					dediqué algunas columnas a los atentados del 11-M en los 
					que, estimo, deslizaba suficientes datos que cuestionaban 
					documentadamente la interesada versión oficial. La realidad, 
					conviene insistir en ello, es que los atentados de Atocha 
					son un ejemplo de manual de lo que se conoce como “Falsa 
					Bandera”. Solo bajo este prisma es posible empezar a arrojar 
					algo de luz sobre esta tragedia. Naturalmente, también hay 
					una serie de vectores que, debidamente analizados, nos 
					muestran la imposibilidad incluso técnica de que los 
					atentados fueran organizados y ejecutados por sus autores 
					oficiales, más tarde oportunamente “suicidados” en Leganés. 
					Curioso atentado islamista éste, el único de su género en el 
					que no hubo terroristas suicidas ni antes ni después. No 
					cuela. El 11-M es como una piel de cebolla, con diferentes 
					capas. Detrás del mismo y en última instancia, estarían las 
					avezadas manos de algún servicio de inteligencia extranjero… 
					con altas complicidades en el aparato de seguridad español. 
					Y una excelente campaña de intoxicación y desinformación de 
					altos vuelos. Recapitulemos: ¿quién tenía el motivo?; ¿quién 
					la doctrina?; ¿quién la oportunidad?. ¿Y quiénes fueron los 
					beneficiados…?. Porque la España de hoy, no lo duden, es 
					consecuencia directa y fruto de los atentados del 11-M. El 
					11-M España, como potencia aun de segundo orden, fue quitada 
					de en medio. Y quien podía tener algunas claves de lo 
					ocurrido, como el “Papa Negro” o el yerno del ferretero, sin 
					ser llamados a declarar. 
					 
					Dedicado a la clase política, miembros de la Judicatura y 
					agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado 
					(Policía Nacional, Guardia Civil y CNI) que, siendo 
					plenamente conscientes a pie de obra de este bochornoso 
					“boquete judicial”, han escogido mirar para otro lado. 
					Entendible: patriotismo… de fin de mes. Y al Delegado del 
					Gobierno (no es nada personal), en este caso de Ceuta, cuyo 
					máximo jefe el aun Presidente nominal Rodríguez Zapatero fue 
					uno de los grandes beneficiados del atentado sobre el que, 
					por lo demás y con la complicidad de sus más directos 
					colaboradores como el tenebroso Alfredo Pérez Rubalcaba, no 
					ha dejado de echar tierra desde entonces intentando enterrar 
					la verdad. “¡Queremos saber!”, ¿se acuerdan…?; “¡Queremos un 
					Gobierno que no nos mienta!”, ¿se acuerdan…? Pues eso. ¿Quid 
					Prodest, 11-M…?. Escribí algo parecido el 18 de octubre de 
					2010: Ni olvido ni perdón. Caiga quien caiga, en España y 
					fuera de ella. En la conjura del 11-M existen varias tramas 
					al menos a dos bandas. La verdad se acabará abriendo camino: 
					por justicia, por dignidad, por honor. Visto. 
   |