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OPINIÓN - DOMINGO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Empleo–Recuperación Empleo

Por Manuel Hernández Peinado*


Hablar de economía en España es hablar del carácter global de una crisis que es internacional. Es una crisis especialmente profunda, que está cambiando muchas cosas. De hecho, está cambiando las bases mismas del sistema económico. Es una crisis agresiva, cambiante y, por lo que se puede apreciar, persistente. El origen es lo que llamaríamos la desregulación sin complejos, que tiene su nacimiento en la década de los ochenta del siglo pasado y que estamos pagando sus consecuencias ahora y de una forma intensa. El resultado de esa desregulación es un sobreendeudamiento de los países y entre otros los de la zona euro y también EEUU, así se han producido desequilibrios en nuestra economía y en la economía mundial. Pero profundizando en ello, el origen de todo esto es una decisión política, ya que fue política la decisión de no regular los mercados. Y la prueba de que fue política es que cuando la crisis financiera estalla son los políticos, los estados, el G-20, los que se reúnen para intentar buscar una solución. Y efectivamente, lo hacen, parcialmente, pero lo hacen.

Las conclusiones del G-20 de Pittsburgh recogen las medidas que hay que adoptar para solucionar la situación en la que nos encontramos, contemplando asuntos tan importantes como la regulación del mercado financiero, el cambio climático, el desarrollo sostenible… Todo lo que hay que hacer está ahí. Resulta triste que solo se hiciera en parte, al principio, cuando la lluvia arreciaba, y que luego se ha olvidado. El resultado es que hemos vuelto a recaer. Pero es verdad que esa reunión del G-20 demuestra que los estados tuvieron que intervenir porque era una decisión política el origen de nuestra crisis, al menos en parte, y en segundo lugar pusieron rumbo a una gobernanza global que es una pena que se haya quedado a mitad de camino.

Abordar el problema de la economía española, como de la economía de la zona euro, es hablar de la necesidad de estabilizar los mercados, y es también hablar de muchas carencias que esta crisis ha puesto sobre el modelo de desarrollo de la Unión Europea. Un modelo de desarrollo en el que avanzamos rápidamente en la unidad monetaria y dejamos atrás otras cosas que ahora echamos francamente de menos. Y es por ahí por donde camina la dirección en la que apunta el programa socialista para las próximas elecciones. Se trata ni más ni menos de cubrir las carencias que una y otra vez se han mostrado de una forma clara a lo largo de estos tres años largos de crisis. Es necesario cumplir el Tratado de Lisboa, hay que conseguir que la Comisión pase de representar a Europa a defender Europa, hay que sentar las bases de un presupuesto europeo, de una armonización fiscal. En síntesis, se trata de completar el modelo, que no está completo, de la Europa económica.

El contexto anterior es en el que España aborda su crisis. Así pues, estos son los datos del problema. España no va a salir de la crisis por sí sola, saldrá con los demás. Necesitamos a los demás, esencialmente a la Unión Europea, pero no solo a ella. El contagio viene también del otro lado del Atlántico. Por tanto, no vamos a salir solos. Estamos inmersos en una economía global, para lo bueno y para lo malo.

Es cierto que nuestra crisis tiene algún hecho diferencial, la burbuja inmobiliaria que creció desde la década de los noventa al abrigo de una legislación del suelo particularmente ineficaz, de numerosas desgravaciones fiscales, de una demanda desbordada, también por el hecho de que crecía nuestra población. Por supuesto, del “dinero barato”. Y el resultado se traduce en ingresos de las administraciones públicas en caída libre y desempleo en notable subida.

Con el Gobierno Socialista se ha dedicado el dinero a hacer investigación, desarrollo e innovación (duplicando el presupuesto), mejorar la educación, construir infraestructuras y hacer políticas sociales.

En España tenemos que reconducir los desequilibrios que la burbuja ha dejado en nuestra economía, para ello es necesario tener una economía sana y competitiva, que la podemos conseguir cambiando alguna de las pautas de nuestro crecimiento. Hemos de aprovechar nuestro capital, que lo tenemos y que lo hemos construido y mejorado en los últimos tiempos, el tecnológico, el físico y el humano. Hemos de tratar de reconducir una parte del ahorro, que lo hay, a pagar deuda, pero también hacia la inversión reactivadora. Hay que hablar de una economía que piense en producir y menos en consumir, que piense más en exportar y menos en importar. Estas serían las pautas fundamentales.

Por otro lado está la creación de empleo neto, y éste hay que crearlo aunque sea con apoyo desde el Estado, si sustituimos subsidios por salarios, mejoraremos la confianza de los trabajadores que encuentran empleo y de paso de los inversores. Cambiaremos esa desconfianza y ello es crucial.

Resulta obvio que el empleo es el punto de llegada de un crecimiento económico sano y competitivo pero lo que se propone el Partido Socialista Obrero Español, de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba, es que sea también, en parte, punto de partida. De modo que proponemos crear empleo para facilitar la recuperación, una recuperación que de forma sostenida acabará realimentando el empleo. En resumen, la propuesta sería: empleo, recuperación, empleo.

PSOE CEUTA
 

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