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OPINIÓN - DOMINGO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / PSICOPEDAGOGIA

Estrés traumático infantil (I)

Por Asociacon Psicopedagogia de Ceuta


1. Definición

En los últimos tiempos se ha hecho evidente el uso y el abuso de la palabra estrés, se ha vuelto tan popular que ya forma parte del vocabulario cotidiano. Ahora bien, para propósito del tema a desarrollar, debemos abordar esta definición desde tres perspectivas, a saber: A) el estrés como estímulo o acontecimiento, b) estrés como respuesta adoptada por el organismo y c) estrés como interacción entre un organismo y su entorno.

Desde la concepción de estrés como estímulo, podría definirse como aquellos estímulos o acontecimientos ambientales que obligan a llevar a cabo cambios adaptativos por parte del sujeto (en este caso del niño) sobre el que inciden, provocándole un aumento de la tensión emocional y dificultando los patrones normales de respuesta. Las categorías que engloban tales acontecimientos son las siguientes (Elliot y Eisdorfer 1982): estresores agudos, limitados en el tiempo (por ejemplo, la visita del niño al dentista); secuencias estresantes (por ejemplo, la muerte de uno de los padres del niño); estresores intermitentes crónicos (por ejemplo, exámenes escolares); y estresores crónicos continuos (por ejemplo, que el niño sea objeto de abusos físicos recurrentes por parte de sus padres).

Desde la perspectiva del estrés como respuesta, se hablaría de reacción de estrés, esta visión es adoptada por numerosos autores. Ellos operativizan tales reacciones en términos de alteraciones perceptivas, motivacionales, conductuales, etc.

Ante un mismo acontecimiento estresante, dos niños pueden tener dos respuestas totalmente distintas entre sí. Este carácter diferencial de la reacción de estrés introduce la tercera de las concepciones del término estrés, aquella que lo aborda como una interacción entre el niño y su entorno. Desde esta tercera perspectiva queda conceptualizado como una desproporción o desequilibrio entre las demandas ambientales que acontecen sobre el niño y las respuestas que produce al verse enfrentado a ellas.

2. FACTORES DE LOS QUE DEPENDE LA REACCIÓN INFANTIL DE ESTRÉS

No se puede establecer una relación fija entre el evento estresante y la respuesta que éste provoca en el niño, ya que ésta puede ir desde el extremo de la adecuación/adaptación hasta el polo opuesto de la inadecuación/desadaptación a los requerimientos del medio. Con esto se pueden establecer diferencias no sólo interindividuales, sino también, dada la inestabilidad propia de la infancia, intraindividuales entre diferentes situaciones y momentos en la vida del niño.

En definitiva, los factores de los que va a depender la reacción de estrés del niño incluyen: las características del estresor, las características del niño estresado y las características del entorno social en el que se halla el niño.

1.1- Factores relacionados con las características del estresor:

Resulta obvio que no todos los acontecimientos estresantes van a tener el mismo potencial nocivo para el niño. Así, por ejemplo, un evento estresante como puede ser el nacimiento de un hermanito, en principio, resultará menos lesivo para el niño que la pérdida de uno o ambos padres y el proceso de duelo subsiguiente también será diferente.

Además por la naturaleza propia de los acontecimientos estresantes, podemos clasificarlos en las siguientes dimensiones (Milgram 1989):

• Estresores originados dentro del círculo familiar frente a estresores originados fuera de la familia.

El hecho de que los estresores tengan lugar en el seno del hogar, va a aumentar considerablemente su probabilidad de ocurrencia, así como el tiempo de exposición del niño a los agentes estresantes. Por tal motivo, se puede pensar que estos estresores serán más perjudiciales para la salud tanto física como emocional del niño. Estresores dentro del ámbito familiar son entre otros: divorcio o separación de los padres, duelo de uno o ambos padres, maltrato físico por parte de los padres, abusos sexuales en el hogar, etc.; circunstancias todas ellas que tienen una repercusión negativa sobre el bienestar emocional del niño.

• Estresores que actúan sobre el niño como sujeto frente a estresores que inciden sobre el niño como miembro de una familia o de un grupo de niños.

En este caso, los primeros representan una mayor repercusión en la salud mental del niño.

• Estresores asociados a victimización primaria del niño (ser objeto directo de acontecimientos adversos) frente a padecimiento como víctima secundaria (presenciar o tener conocimiento indirecto de tales actos).

• La duración de la exposición a los estresores.

• Los agentes estresores pueden durar desde unos minutos (por ejemplo, ser testigo de un crimen), horas (por ejemplo, padecer un secuestro en el autobús que lo lleva al colegio), o días (por ejemplo, ser víctima de maltrato físico por parte de sus padres).

• El carácter reversible o irreversible del acontecimiento estresante y de sus consecuencias, siendo los irreversibles los que tienen efectos más nocivos sobre el niño.

• El origen o naturaleza del estresor.

Si es humano como por ejemplo ser víctima de maltrato físico o consecuencia de fenómenos de la naturaleza. Por regla general, producen más perjuicios en la salud infantil, aquellos estresores que son consecuencia de comportamientos humanos intencionados, por ejemplo, abusos sexuales en la infancia.

1.2- Factores relacionados con las características del niño:


Se sabe que el mismo acontecimiento estresante no tiene las mismas repercusiones en todos los niños, va a depender del grado de vulnerabilidad del niño para padecer una perturbación relacionada con el estrés. Esta vulnerabilidad está conformada por todos los recursos y estrategias de los que dispone el niño y que se pueden dividir en dos grandes categorías: personales (edad, sexo, habilidades sociales, autoestima, etc.) y ambientales (nivel socioeconómico, salud mental de los padres, ambiente familiar, sistemas de apoyo y estilos de crianza) (Buendía y Mira, 1993).

1.3- Factores relacionados con las características del entorno social:


En este punto son de especial importancia, de cara a la prevención y tratamiento de las posibles reacciones estresantes en el niño, las redes de apoyo social de las que disponga éste. Este apoyo social (Thoits, 1986) ayudaría, entre otras cosas, a que el niño pudiera definir, comprender y afrontar (de acuerdo a su grado de desarrollo) las situaciones problemáticas que se le puedan presentar; compartir con otros semejantes experiencias similares; y obtener ayuda material y psicológica de las personas que componen su red de apoyo.

3. ATENCIÓN ESPECIALIZADA Y SUGERENCIAS DE INTERVENCIÓN

Aunque padres también sienten estrés, niños necesitan atención especial durante este tiempo. Es posible que muestren su estrés en diferentes formas. Un padre que responde al temor de su niño no lo está mimando. Al contrario, si el niño siente que no puede - o no debe - expresar sus emociones, éstas podrán aparecer luego, cuando la razón no será tan evidente. La mejor manera de ayudar a su familia a enfrentar el estrés es con su disponibilidad y un oído atento.

Niños de Edad Pre-escolar


Es posible que vea ciertos comportamientos como el mojar la cama, chuparse el dedo, o un temor de dormir solo. Sus niños quizás se quejen de dolor de estómago o de cabeza, y no querrán ir a la escuela. Es importante recordar que estos niños no se están ‘portando mal’. Tienen miedo, y éstas son algunas recomendaciones que usted puede seguir para ayudar a su niño o niña a enfrentar sus temores:

-- Párvulos necesitan saber que están seguros. Provea comodidad adicional y permita que por las noches el niño hable sobre sus temores. Déle muchos abrazos.

-- Trate de entender las emociones de su niño sobre el desastre. Anime a niños a hacer dibujos sobre el desastre y luego hablar sobre su dibujo. Diferentes juegos pueden ayudar al niño a expresar su temor o ira.

Niños de Edad Escolar

Niños de esta edad probablemente tendrán muchas preguntas sobre el desastre, y es importante que usted trate de contestar esas preguntas claramente. Si un niño está preocupado por su padre o madre en dificultad, no vale decirle al niño que no se preocupe. Esto sólo le hará preocuparse más.

Estos son algunos consejos para tener en mente con niños de edad escolar:

- Sea honesto con niños de esta edad. No diga que un desastre como este nunca ocurrirá otra vez; los niños saben que eso no es verdad. En cambio, recuerde a su hijo que usted siempre tratará de mantenerlo a salvo y que hay mucha gente trabajando muy duro para prevenir que algo similar ocurra en el futuro.

- Los temores de un niño a menudo empeoran a la hora de dormir. Quizás desee permanecer con el niño hasta que se duerma para que así se sienta protegido.

- Esté pendiente de los medios de comunicación. Imágenes del desastre y del daño causado pueden crear gran temor en un niño, y quizás sea mejor controlar lo que pueden ver. Una buena manera de hacer esto sin que el niño se de cuento de su preocupación es por medio de una actividad en un horario fijo. Por ejemplo, leyendo un cuento, dibujando, o escribiendo cartas a amigos o familiares durante la hora de las noticias.

- Permita que sus niños se expresen por medio de juegos o dibujos. Al igual que niños menores, niños de edad escolar a menudo hallan consuelo al expresarse por medio de juegos o al dibujar imágenes del desastre.

- No tema tener que decir “No sé.” Parte del proceso de recuperación tras un desastre es el mantener una comunicación honesta y abierta con su familia, y a veces será necesario admitir que usted no tiene todas las respuestas a las preguntas de sus hijos. En estos casos, explique a su hijo o hija que un desastre es imprevisible y que causa situaciones que hasta adultos hallan difícil de entender. Pero asegúrele que adultos siempre harán lo más posible para mantener a sus niños sanos y salvos.

Adolescentes


Anime a adolescentes a enfrentar sus preocupaciones sobre el desastre. Es típico de un adolescente el parecer indiferente a su situación. En general, es una buena idea el hablar sobre estos asuntos, manteniendo abiertas las líneas de comunicación y siendo honesto sobre el impacto económico, físico y emocional del desastre sobre su familia.

Adolescentes típicamente se hallan en la fase de identidad de su desarrollo. Esa identidad a menudo se define por posesiones y por amigos. Es muy difícil para un adolescente el tener que cambiar de escuelas o admitir a sus amigos que están viviendo en un albergue o refugio. Ofrezca su apoyo y ánimo recordándoles que pronto las cosas mejorarán, y pídales que ayuden con los reparos o prevención de mayor daño.

SUGERENCIAS DE INTERVENCIÓN PARA PADRES Y MADRES


“Dedique más tiempo a su hijo, y use parte de ese tiempo para conversar con ellos”.

Quizás podrá hallar algún consuelo al recrear sus alrededores familiares (por ejemplo, pida a su familia y amigos copias de fotos, y permita que su hijo reponga su juguete favorito).

No se sorprenda si su niño tiene dificultad con tiempos de separación (al ir a la escuela, o a la hora de dormir). Es muy importante asegurar al niño de su seguridad. Es bueno que el niño sepa donde está usted durante el día, y déle permiso para ponerse en contacto con usted si es necesario.

Esté pendiente de las imágenes que sus hijos están viendo, sea por televisión u otro medio de comunicación. Estás imágenes pueden ser traumáticas. Si es posible, mire televisión con sus hijos.

Permita que el niño hable sobre el desastre, pero no lo obligue. En sus conversaciones, ponga énfasis en el hecho que el niño ahora está seguro.

BIBLIOGRAFÍA


AJURIAGUERRA, J. de (1993) Manual de Pisiquiatria Infantil, Masson, España.

PIAGET, J. (1987), El criterio moral en el niño, Ed. Martínez Roca, Barcelona.

TRIANES, M. V. (1999), Estrés en la infancia, Narcea Ediciones, España.

 

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