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					El funeral y entierro de Tarek Mohamed, asesinado en el 
					Príncipe de cuatro balazos el pasado miércoles, congregó 
					ayer, junto a los de otra joven ceutí fallecida, a un gran 
					número de familiares, amigos y vecinos en Sidi Embarek. Las 
					exequias transcurrieron con normalidad, en un ambiente de 
					dolor e impotencia contenidos ante la violencia que se sufre 
					en la barriada. 
					La mezquita de Sidi Embarek y sus aledaños acogieron ayer, a 
					partir del rezo de las 14.30 horas, a muchos familiares, 
					amigos y vecinos de Tarek Mohamed Mohamed, el joven 
					asesinado a tiros en el Príncipe el pasado miércoles. Una 
					barriada, la del Príncipe, atenazada por la violencia 
					despedía al segundo de sus vecinos muerto a manos de un 
					pistolero en el corto espacio de dos meses.  
					 
					A pesar del sentimiento de dolor, ira, impotencia y también 
					miedo que expresaban algunos de los presentes a través de 
					sus gestos y también de palabra, el funeral y el sepelio de 
					Tarek discurrieron sin incidentes reseñables. Sidi Embarek 
					acogía de forma simultánea las exequias por otra persona 
					fallecida, una joven mujer a la que su familia enterraba 
					también ayer. 
					 
					La Policía desplegó un fuerte dispositivo de seguridad en el 
					entorno del templo, que se llenó de fieles en el día del 
					rezo más importante de la semana para los musulmanes, el del 
					viernes. El sermón fue largo, y pasadas las 15.00 horas aún 
					continuaba la oración, que tuvo un apartado especial 
					dedicado a este luctuoso suceso.  
					 
					Cuando la oración estaba a punto de finalizar, un tumulto 
					desvió la atención de los presentes hacia el lugar en el que 
					se producía. Varias personas se alejaban poco después 
					tratando de tranquilizar a los protagonistas de la algarada, 
					visiblemente nerviosos. “Son familiares”, explicaban algunas 
					de las mujeres que asistían a la escena. 
					 
					Mientras el imán se dirigía a los fieles, frente a la 
					mezquita dos niñas, ajenas a la situación, hablaban de sus 
					cosas, de los exámenes del colegio, y “jugaban” a recitar 
					versículos del corán.  
					 
					Pasadas ya las 15.00 horas, los hombres asistentes al 
					funeral comenzaban a salir de la mezquita. Tras ellos, el 
					primer féretro, con los restos mortales de Tarek y, unos 
					metros después, el de la joven que se iba a enterrar al 
					mismo tiempo. Algunas mujeres irrumpieron en llanto al paso 
					de los ataúdes, al grito de ‘Alá es grande’. 
					 
					Según relataron algunos de los presentes, el imán dijo en la 
					parte del sermón dedicado a Tarek Mohamed que “Dios está muy 
					enfadado con quien le ha matado y quienes hayan podido 
					mandarle matar”. “Les espera el infierno”, señaló el 
					religioso, para concluir que “no es compatible rezar a Alá 
					con haber matado o mandado matar”. 
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