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					La ex ministra de Educación (2006-2009) Mercedes Cabrera 
					llega hoy a la ciudad autónoma para participar en las XIV 
					jornadas de ‘Historia de Ceuta’, organizadas por el 
					Instituto de Estudios Ceutíes. Ofrecerá una ponencia 
					titulada ‘Juan March y el monopolio de tabacos de Ceuta y 
					Melilla’. Cabrera es catedrática de Historia del Pensamiento 
					y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Universidad 
					Complutense de Madrid. Desde el año 2004 es diputada en el 
					Congreso y ostenta el cargo de presidenta de la Comisión en 
					Educación. Durante su entrevista, vía e-mail, con EL PUEBLO 
					ha tratado temas relativos a leyes en cuya elaboración 
					participó, como la de Reforma de la Ley de Universidades o 
					la LOE. 
					 
					Pregunta.- ¿Qué puede adelantarnos de su conferencia? 
					 
					Respuesta.- En mi conferencia hablaré sobre la importancia 
					que tuvo el monopolio de tabacos en Ceuta y Melilla para 
					Juan March. March tenía dos fábricas de tabaco en Orán y 
					Árgel, y era concesionario de un consorcio internacional de 
					tabaco para la zona española del protectorado de Marruecos. 
					Además, aunque nunca se le pudo probar, dirigía una amplia 
					red de distribución de tabaco de contrabando por las costas 
					de Levante y Baleares, aprovechando las ineficiencias de la 
					Compañía Arrendataria de Tabacos de España. Por eso le 
					interesaba obtener el monopolio de tabaco en Ceuta y 
					Melilla, que estaba en manos de la Arrendataria. Le costó 
					mucho obtenerlo, y lo disfrutó durante no mucho tiempo, 
					entre 1927 y 1932. Todo eso le permitió iniciar la 
					acumulación de una gran fortuna, que luego diversificó en 
					otros negocios, pero también le trajo problemas, juicios y 
					durante la Segunda República dieciséis meses de cárcel, de 
					la que se fugó. Esto es lo que trataré de explicar. 
					 
					P.- ¿La producción de tabaco sirvió en un periodo de 
					tensión entre dos dictaduras, para que, mientras unos vivían 
					malos momentos, otros se beneficiaran económicamente?, 
					¿siempre hay quienes ‘sacan tajada’ en los tiempos de ‘vacas 
					flacas’?  
					 
					R.- El tabaco fue negocio para muchos, no sólo para March, 
					aunque en su caso fuera el origen de una inmensa fortuna. Y 
					no se puede generalizar en esto de que algunos siempre sacan 
					tajada en épocas de vacas flacas, ni creo que se puedan 
					extrapolar situaciones del pasado al presente. Ha habido y 
					hay épocas de crecimiento en las que disminuyen las 
					desigualdades sociales y otras en que aumentan, como ha 
					habido épocas en las que no existía ningún tipo de 
					protección social y otras en las que sí.  
					 
					P.- ¿Se aprende de los errores del pasado o estamos 
					destinados a tropezar con las mismas piedras? 
					 
					R.- De la historia deberíamos siempre aprender y nunca 
					deberíamos olvidar las experiencias del pasado. El estado 
					del bienestar, por ejemplo, se puso en pie en Europa después 
					de la Segunda Guerra Mundial para evitar las desigualdades, 
					injusticias y tragedias ocurridas en las primeras décadas 
					del siglo XX. Pero tampoco deberíamos creer que la historia 
					se repite porque las circunstancias cambian y no deben 
					aplicarse sin más recetas del pasado. 
					 
					P.- ¿Cuál considera que es el estado de la Universidad 
					pública española? ¿Qué opina de la constante queja de los 
					profesores, quienes reclaman una mayor atención por parte de 
					los políticos ya que temen una tendencia hacia la 
					privatización de la enseñanza? 
					 
					R.- Fui diputada en 2004 por primera vez y presidenta de la 
					Comisión de Educación cuando se discutió y aprobó la actual 
					Ley de Educación que promovió una educación de calidad para 
					todos. Ese fue el objetivo de la ley que planteó la ministra 
					María Jesús San Segundo en 2006, y que yo creo que es una 
					buena ley. Luego fui nombrada ministra de Educación y 
					Ciencia y aprobamos la Ley de Reforma de la Ley de 
					Universidades para responder al reto de la implantación del 
					Espacio Europeo de Educación Europeo. Las Universidades 
					españolas están haciendo un esfuerzo para incorporarse a ese 
					espacio universitario común y durante los últimos años 
					aumentaron los recursos de manera importante en becas y en 
					I+D+i. La crisis actual lamentablemente no puede dejar de 
					influir en ello, pero creo que deberíamos mantener es 
					esfuerzo en la mejora de la calidad de la educación a todos 
					los niveles, y muy especialmente en la enseñanza pública. No 
					sólo es la mejor garantía de la igualdad de oportunidades, 
					sino también la apuesta más segura por un futuro mejor 
					individual y colectivo. 
					 
					P.- Ya está en el senado la propuesta de que se posponga 
					la jubilación de los actuales docentes hasta los 75 años... 
					¿Qué piensa de esa parte del profesorado que, amparándose en 
					su plaza fija, no cree en una evolución, odia internet, sólo 
					cree en la clase magistral…? Y del mismo modo, ¿cómo se 
					fomenta a un profesorado que le da valor a la educación? 
					 
					R.- Maestros y profesores son la mejor garantía de un buen 
					sistema de enseñanza y deberíamos ser exigentes en su 
					formación y, al mismo tiempo, reconocer el enorme mérito que 
					tienen todos ellos. Maestros y profesores han sabido 
					responder al reto de la universalización de la educación 
					para una población cada vez más heterogénea. Como en toda 
					profesión, los hay mejores y peores, pero nunca deberíamos 
					hacer una crítica fácil a su trabajo sino apoyarles y 
					prestigiar la profesión; exigirles, pero reconocer lo que 
					hacen que es mucho y no siempre en las mejores condiciones.
					 
					 
					P.- ¿El aumento del paro y los títulos sólo para llenar 
					el currículum dan lugar a pensar que la formación no vale 
					para nada, y que hay que marcharse fuera para encontrar un 
					empleo ¿Cómo se afronta desde un cargo político esa falta de 
					expectativas de los jóvenes y, al mismo tiempo, cómo le 
					explicaría a esos mismos jóvenes que la educación y la 
					formación pueden seguir siendo valores en alza? 
					 
					R.- Yo creo que nadie duda hoy de que la formación es la 
					única garantía de un mejor futuro, individual y colectivo, 
					como he dicho antes. Los datos nos confirman que una mayor 
					nivel de formación es cada vez más necesario para conseguir 
					trabajo y prosperar, aunque pueda ser cierto que se 
					produzcan desajustes entre la preparación de los jóvenes 
					-cada vez mejor -y sus posibilidades de conseguir un empleo 
					acorde con esa preparación. Pero eso no depende sólo del 
					sistema educativo, sino de la demanda de empleo y de las 
					características de esa demanda. Durante mucho tiempo, en 
					España hemos tenido una estructura económica que ha 
					demandado mano de obra poco cualificada y disuadió a muchos 
					jóvenes de continuar sus estudios porque encontraban trabajo 
					fácilmente. Ahora las circunstancias son distintas y hay que 
					sacar otras consecuencias. 
					 
					P.- Uno de los objetivos del Plan Bolonia es fomentar la 
					conexión cultural-científica entre alumnos de universidades 
					de toda la comunidad, pero ¿hasta qué punto están preparadas 
					las universidades españolas para competir con las grandes 
					universidades europeas? 
					 
					R.- El llamado plan Bolonia, la creación de ese espacio 
					común europeo es, en mi opinión no sólo deseable sino 
					irreversible. Es una gran oportunidad para las Universidades 
					europeas y entre ellas para las españolas. Hay que persistir 
					en el empeño. Aunque como he dicho la crisis actual lo ponga 
					más difícil. Y las Universidades españolas están 
					perfectamente capacitadas para hacerlo. Tendrán que 
					especializarse en lo que mejor haga cada una. Tenemos 
					excelentes departamentos y excelentes equipos de 
					investigación, pero quizás las Universidades no deberían 
					empeñarse en hacer todas de todo, en ofrecer todas las 
					mismas titulaciones, sino en crear espacios de 
					especialización... Es lo que están haciendo. 
					 
					P.- En Ceuta conviven, en mayor proporción que en la 
					península, tanto fuera como dentro de las aulas alumnos de 
					diferentes culturas. ¿Tendrían sentido en una ciudad como 
					ésta polémicas como la del velo? ¿Cómo fomentar un espacio 
					de convivencia y tolerancia?  
					 
					R.- Como he dicho antes, la diferenciación cultural es cada 
					vez mayor en la sociedad española, que ha sido muy homogénea 
					hasta hace pocos años. En los últimos quince años, la 
					inmigración ha cambiado totalmente ese panorama anterior, y 
					eso ha exigido al sistema educativo un gran esfuerzo de 
					integración y de atención a las diferencias, que se ha hecho 
					de manera sin que se hayan producido grandes conflictos. De 
					todas maneras, es lógico que en algún momento surjan 
					polémicas, como la del velo, especialmente allí donde la 
					diferenciación cultural es mayor, como ocurre en Ceuta. 
					Precisamente es en las aulas donde esa diferenciación debe 
					ser afrontada creando espacios de convivencia y tolerancia. 
					Un buen sistema educativo es la mejor garantía de cohesión 
					social. No es fácil, pero hay que adoptar siempre las 
					medidas necesarias con la mente puesta en ese objetivo. 
					 
					P.- Ceuta tiene unos altos índices de fracaso escolar, 
					¿Hacia dónde considera que deberían ir las políticas para 
					mejorar esta situación? 
					 
					R.- El fracaso escolar tiene causas muy complejas. Unas 
					tienen que ver con el sistema educativo, que debe ser más 
					flexible para adaptarse a las peculiaridades de cada 
					población estudiantil y prestar atención individualizada a 
					quienes la necesitan, permitiendo además la reincorporación 
					de quienes lo abandonaron. Pare eso, sin duda, hacen falta 
					recursos. Pero otras causas tienen que ver con las 
					características de las familias y su capacidad para fomentar 
					el estudio en sus hijos, o con la estructura del mercado de 
					trabajo... Contra el fracaso hay que luchar desde muy 
					diferentes frentes, y uno de ellos es convencer a la 
					sociedad, a las familias, de la importancia de que los más 
					jóvenes estudien y los menos jóvenes no abandonen nunca su 
					formación continua. 
					 
					P.- ¿Está perjudicando la crisis al cumplimiento de 
					obligaciones educativas en cuanto al ratio de alumnos por 
					clase? ¿No podría ser una ecuación negativa que haya, por 
					ejemplo, muchos ordenadores pero pocos profesores? 
					 
					R.- La ratio de alumnos por clase es importante, 
					especialmente cuando los alumnos tienen características muy 
					diferentes entre sí. Pero no es la única razón de unos 
					peores resultados. Lo importante es atender a la diversidad, 
					y para eso hacen falta los profesores que sean necesarios. 
					Eso no está reñido con los ordenadores, con las nuevas 
					tecnologías: el sistema educativo debe preparar a los 
					estudiantes para lo que hay fuera, y lo que hay fuera es 
					eso. No aprender a manejarse en ese mundo de las nuevas 
					tecnologías es casi ser analfabeto funcional. 
					 
					P.- ¿Considera que la LOE es, como dicen algunos 
					expertos, una de las mejores leyes sobre el papel y de las 
					peores sobre la práctica? 
					 
					R.- Las leyes crean marcos para actuar, pero luego hay que 
					aplicarlas. Ya he dicho que la LOE es en mi opinión una 
					buena ley que, además, por primera vez en nuestra historia 
					se aprobó con una memoria económica que se ha cumplido y que 
					ha brindado hasta ahora muchos recursos al sistema. Eso no 
					quiere decir que sea una ley perfecta, porque las mejores 
					leyes son aquellas que pueden reformarse para adaptarse a 
					los cambios y los cambios ocurren hoy con enorme velocidad. 
					También es verdad que una ley de educación es imposible de 
					aplicar si maestros y profesores no la hacen suya, con todas 
					las críticas que se quiera, pero trabajando para mejorarla. 
					 
					P.- Colegios, institutos, universidades… ¿centros de 
					enseñanza unilateral o foros de debate? 
					 
					R.- Tienen que ser centros de educación, no sólo de 
					instrucción. No se trata sólo de trasmitir conocimientos, 
					sino de preparar para manejarse en la vida y para aprovechar 
					todas las oportunidades. Nunca he entendido la educación sin 
					participación, sin debate, sin ejercicio de la crítica, sin 
					fomento de la creatividad... Eso también hay que enseñarlo. 
					Y no está reñido con la exigencia de esfuerzo, sino todo lo 
					contrario.  
					 
					P.- Se acercan las elecciones, ¿cómo se prepara para 
					afrontarlas? 
					 
					R.- Estas van ser una elecciones importantes porque las 
					circunstancias que estamos viviendo son difíciles. Creo que 
					hay que explicárselo así a los ciudadanos y confiar en su 
					capacidad para entenderlo por duro que sea. No va a ser 
					fácil preservar nuestro estado del bienestar pero tendremos 
					que pelear para hacerlo porque ha sido lo que ha dado a 
					Europa, y a España, un modo especial de entender la 
					solidaridad.  
					 
					P.- ¿Cómo recuerda su paso por el ministerio y el 
					posterior traspaso de sus competencias en Educación a Ángel 
					Gabilondo cuando el cambio de ministros de Zapatero? 
					 
					R.- Me quedo con los mejores recuerdos, con todo lo que 
					aprendí, con la gente con la que pude trabajar y con las 
					batallas que dimos para mejorar la educación. Siempre he 
					entendido que en política debe haber relevos y que quien 
					llega después de uno puede y debe tener nuevas ideas y 
					proyectos. Ahora vuelvo a la Universidad, de donde salí para 
					dedicarme unos años a la política, algo que debería hacer 
					todo el mundo para entender su complejidad y opinar con más 
					cuidado sobre los políticos. 
					 
					P.- ¿Un profesor que le dejase huella? 
					 
					R.- Muchos: desde alguna maestra -Pura Díez- en mis primeros 
					años, hasta muchos profesores en el colegio en que estudié 
					-Jimena Menéndez Pidal, Carmen García del Diestro, Ángeles 
					Gasset-, y, por supuesto, muchos otros en la Universidad: 
					José Antonio Maravall, Antonio Truyol, Carlos Moya, Enrique 
					Fuentes Quintana, Antonio Elorza... La verdad es que cuando 
					lo pienso me doy cuenta de que he tenido mucha suerte... 
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