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					Corría el comienzo del año 2000 y los partidos políticos se 
					disponían nuevamente a engrasar su maquinaria para afrontar 
					unas nuevas elecciones generales. 
					 
					En mi partido, a nivel nacional, teníamos toda la confianza 
					e ilusión puesta en revalidar nuevamente el éxito obtenido 
					en las elecciones del año 96. 
					 
					Francisco Antonio González Pérez, repetiría al Congreso de 
					los Diputados, al igual que sucedería con José Luis Morales 
					Montero que lo haría nuevamente al Senado, irrumpiendo en la 
					vida política Nicolás Fernández Cucurull, un desconocido 
					para muchos -para mi el primero- quién tendría la difícil 
					tarea de acompañar a los anteriormente citados, cubriendo la 
					vacante dejada por Francisco Olivencia Ruiz. Comprometida 
					misión tenía por aquel entonces el joven Cucurull, quién 
					escondido en su timidez, asumía la obligación de 
					demostrarnos a todos, incluyéndose él, que sería capaz de 
					afrontar la responsabilidad que el Partido Popular le había 
					enco-mendado , y que era un nuevo y desconocido reto en su 
					vida, tanto en el ámbito profesional como en el familiar. 
					 
					Su alta preparación, su modestia, su honradez, unidas a su 
					gran condición humana, han venido a certificar, que el 
					trabajo que ha desempeñado en el Senado ha tenido bastante 
					más luces que sombras. Deja la política activa un gran 
					hombre y un buen amigo. Una persona prudente, comedida, 
					respetuosa y con una alta dosis del significado de las 
					palabras lealtad y amistad. 
					 
					Hoy, estimado Senador y amigo, has tomado la decisión que 
					muchos no deseábamos, pero que muy a nuestro pesar, tenemos 
					que respetar.  
					 
					Hoy, 12 años después de haberte conocido, me uno a los 
					muchos testimonios de afecto y ánimo que a buen seguro estás 
					recibiendo - respetando igualmente - como bien dijiste en tu 
					rueda de prensa, la satisfacción despertada en aquellos que 
					se alegran de tu marcha. 
					 
					PROCESA, celebrará tu incorporación a tu antiguo puesto de 
					trabajo, y tu familia, principal pilar del apoyo recibido en 
					tu etapa política, sabrá arroparte una vez más, ante lo que 
					a mi juicio se me antoja, como una decisión no deseada, de 
					un político valiente. 
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