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OPINIÓN - VIERNES, 7 DE OCTUBRE DE 2011

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Al Senador Fernández Cucurull

Por Manuel Coronado Martín


Corría el comienzo del año 2000 y los partidos políticos se disponían nuevamente a engrasar su maquinaria para afrontar unas nuevas elecciones generales.

En mi partido, a nivel nacional, teníamos toda la confianza e ilusión puesta en revalidar nuevamente el éxito obtenido en las elecciones del año 96.

Francisco Antonio González Pérez, repetiría al Congreso de los Diputados, al igual que sucedería con José Luis Morales Montero que lo haría nuevamente al Senado, irrumpiendo en la vida política Nicolás Fernández Cucurull, un desconocido para muchos -para mi el primero- quién tendría la difícil tarea de acompañar a los anteriormente citados, cubriendo la vacante dejada por Francisco Olivencia Ruiz. Comprometida misión tenía por aquel entonces el joven Cucurull, quién escondido en su timidez, asumía la obligación de demostrarnos a todos, incluyéndose él, que sería capaz de afrontar la responsabilidad que el Partido Popular le había enco-mendado , y que era un nuevo y desconocido reto en su vida, tanto en el ámbito profesional como en el familiar.

Su alta preparación, su modestia, su honradez, unidas a su gran condición humana, han venido a certificar, que el trabajo que ha desempeñado en el Senado ha tenido bastante más luces que sombras. Deja la política activa un gran hombre y un buen amigo. Una persona prudente, comedida, respetuosa y con una alta dosis del significado de las palabras lealtad y amistad.

Hoy, estimado Senador y amigo, has tomado la decisión que muchos no deseábamos, pero que muy a nuestro pesar, tenemos que respetar.

Hoy, 12 años después de haberte conocido, me uno a los muchos testimonios de afecto y ánimo que a buen seguro estás recibiendo - respetando igualmente - como bien dijiste en tu rueda de prensa, la satisfacción despertada en aquellos que se alegran de tu marcha.

PROCESA, celebrará tu incorporación a tu antiguo puesto de trabajo, y tu familia, principal pilar del apoyo recibido en tu etapa política, sabrá arroparte una vez más, ante lo que a mi juicio se me antoja, como una decisión no deseada, de un político valiente.
 

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