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OPINIÓN - SÁBADO, 8 DE OCTUBRE DE 2011

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Habitación 907 *

Por Manuel Corral


Hay todo un equipo de doctores que siguen mirando con lupa esos pequeños neuromas, valorando el porqué del dichoso engrosamiento del hipogloso, con idas y venidas raudas batas relucientes al viento. Y correr de pruebas y más pruebas, dolorosas algunas, caminito del ascensor tan chulo el joven en la silla tirada por una diosecilla de blanco, simpática y condescendiente a mas no poder, profesional sin duda, que si a hacer una radiografía de tórax ahora, al Tac luego, a resonancia con contraste después ¡Repetición nooo..!, analítica toca, exploración de “güevos” por un galeno en busca de algo que se debió perder por entrepiernas, y que a juzgar por la cara no le gustó al mocetón el magreo lo más mínimo (si hubiera sido mujer, cachis…) y nada, que no aparece el pérfido bultito, ni falta que hace copón.

Que la desviación lingual y cervicalgias severas te quieren arrodillar -a ti, van dáos-, que tampoco la punción lumbar, resonancia de control, líquido de medula espinal al laboratorio culé (digo yo que no todo lo azulgrana va a ser nefasto para un merengue como tú, que creo te debes más al fútbol de salón del Bar Garden, equipo de amigos donde los haya); que habrá tiempo para la calma, pues siempre hay un futuro aguardando a los Jasp (jóvenes aunque sobradamente preparados) para realizarse sanos y entregados a la lucha de nuevo.

Mas sigues tirado en la cama del hospital, en la habitación 907 ventana –que ni miras a través del cristal hacia la ocre ladera del monte del Clavín, donde hay un anciano cuya pose y afán se semeja a la de tu inolvidable y querido abuelo Alfonso, que en el cielo está, que venga a atizar con una vara las ramas bajeras del almendro preñado, que venga a recoger del suelo a la cesta de mimbre el fruto deseado-, y ni por mucho calmante que te administren, analgésicos, nolotil, corticoides varios, omeprazol para reforzar el estómago, etc…sigues inquieto. Que te mueves más que una perdiz macho enjaulada. Juventud, divino tesoro, ay.

Superada la experiencia vivida allí durante quince días largos ingresado en el Hospital Universitario alcarreño, de gestión pública, ya digo, dan para mucho que pensar, reflexionar sobre el sentido de la vida, el trabajo, la familia. Y del amor. Que lo sustenta todo.

Y como de amor hablabamos, tal cual el que le profesa a su hermano por el estilo cálido, contagioso, optimista, de su “huihui”, que llena de jovialidad su entorno y pone luz a cuanto hace; te ha regalado, tengo entendido, un bonito burrito de peluche gigante de color gris ceniciento que se adorna con una margarita naranja en su blanco morro, cuyo nombre de pila es el de “Orejas”. Tú sabrás porqué.

Los padres quedan relegados al banquillo de los suplentes porque, como es lógico también, puede que jugaran bien en la primera parte del torneo pero la segunda y no menos importante, es la que el entrenador (Dios) reserva a quien toma el testigo para finalizar con bien la competición de la pareja: nueva vida. Puestos a observar, a la costilla amada hay que meterle los goles necesarios, aunque la cosa se ponga fea y el marcador se aturulle de dígitos, que quizás como sintonía a mejor de los peperos os adjudiquen nuevos cheques-bebé y así de paso relanzamos la natalidad autóctona, que tanta falta le hace a nuestra especie.

Uno, que es realista o al menos trata de serlo, sospecha de la madre de la criaturita pues ésta no se rinde a la evidencia, quiere protagonismo y claro, no admite sentirse desplazada ante lo que ella cree ser la “huída” del cariño de su retoño, que por cierto gasta ya cojones de gorila. Que no niña que no. Que hay que aceptar los tiempos con sus pausas y entregas, y ser secundones de oro. Que no es moco de pavo.

Retomando lo del hospital, allí se siguen protocolos rígidos pero bien es cierto que al menos en lo tocante a tu entorno, el personal sanitario se ha volcado con el caso; eso, aún estando agobiados muchas veces por tanto trasiego de llamadas, de visitas interesándose por el estado del enfermo, de gente por doquier..Yo creo que nada han olvidado respecto de la sanación del humano, y que la sanidad pública es un reflejo de la sociedad: mucho gasto, mucho medicamento, muchas pruebas y muchas prisas. Pero también mucha humanidad para con los enfermos, que se sienten cuidados, valorados, respetados y más, si me aceptan, hasta queridos. Humanizan la sanidad. Son vocacionales. Aman lo que hacen, cuidan su papel de sanadores, cosa impagable desde el punto de vista humano. Gracias.

Que has sido, me dicen, el juguete vivo de la planta novena, la de Neurología, el niño mimado de las de bata blanca, todas legión -sin cabra-, desde tu primer ángel de la guarda, la doctora doña Carolina Serrano hasta las enfermeras, auxiliares, celadoras “¡A ver guapetón, que viene el kit de belleza..!” Y las muy ladinas esbozando una sonrisa de oreja a oreja te mostraban a hurtadillas los pañales de adultos para un supuesto cambio postural y claro…las risas se esparcían al aire por la planta como ceniza en día de Pascua contagiando de sonrisas a familiares, enfermos, profesionales de la medicina. Todo salud. La risa.

Hay un pero, siempre hay un pero. A la ventilación nula de la habitación, casi de la planta diríase, bien por tener en los ventanales cerraduras a perpetuidad por las medidas de seguridad, el aire no corre, el calor inhóspito de la habitación casi corrompe, atufa el hedor a humanidad combinado con la peste de los fármacos que dan esa sensación extraña de aire quedo, como de estar en una cueva sin oxigeno. Te ahogas. Y por si fuera poco, el compartir la habitación por cuadro clínico ¿Lo es de igual tener a un pobre hombre octogenario agonizante de pancreatitis rabiando de dolores gritando alaridos desesperanzadores?

Con todo, valga la sanidad pública como buena porque los pobres es lo que tienen. Tenemos. Sin copago de momento. Que, como bien dice el mesonero Fidel, que imparte salubridad a raudales con esos bocatas enormes que te endilga tras la barra del “Marfil”: ”La salud no siempre se gana con dinero”.

Vinieron. Vieron. Marcharon. Siguen llegando nuevos cachitas amigos del enfermito, esos mozalbetes cual tabletas de chocolate haciendo ostentación de puro bíceps que acojona sólo de mirarlos. Son los héroes de los 1.000 abdominales, curtidos en el “Sportland”, acaso el mejor gimnasio de la ciudad.

Pero no dan envidia total porque aquí en tierras caballas tenemos a los hercúleos Caballeros Legionarios y a sus hermanos de Regulares 54, que van a su rebufo; claro que allí los alcarreños tenéis lo más preciado de las fuerzas de seguridad de la madera, los Geos, que andaban de fiesta creo por el madrileño parque del Retiro mostrando, además de su material de ultimísima generación de armas de guerra velando la paz y artilugios de fuego y tentetieso contra el mal, su firme apoyo al amigo missing. Lo que siempre es de agradecer. Que la vida continúa y allá donde uno camine senda abre, que el hombre no es de donde nace sino de donde pace, aunque siempre es grato saberse recordado. Y el recuerdo afianza la amistad. Y ésta se vuelve cercana. Y la cercanía acorta distancias. Y vuelve el hijo pródigo por Navidad.

* Dedicado a Hedu, para que nunca cambie su actitud con la vida y por ser como es: noble, altruista, de gran corazón, fuerte como la copa de un pino por más que esté mimosillo ahora, penetrante como cuchillo el “junco” que pincha por doblarlo de dolores; que nada más busca el cariño de los suyos, su amada novia en “prime time”. Y para que sane del todo, le recuerdo al hijo que abra el ipad, que Ceuta late, que Ceuta es España y que por esta nación damos los españoles hasta lo que nos pretenden quitar los aborregados políticos: la sangre. Que no la vida, que esa viaja en preferente ya que es mucho lo que arrimar os queda a los jóvenes para acercarnos al sueño que todo ser humano anhela: Abrazar el futuro.
 

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