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                     Excusatio non petita acusatio 
					manifiesta”. Y sin con la boca pequeña los portavoces de la 
					coalición oficialista Alianza por la Democracia, formada ya 
					por ocho partidos, aseguran “no ir contra nadie” la realidad 
					es otra: desde el corazón del poder vuelve a alentarse un 
					“cordón sanitario” contra los islamistas parlamentarios del 
					PJD. Por su lado el diputado de la USFP, Mohamed Achboun, me 
					comentaba el otro día en una céntrica cafetería de la plaza 
					de los Alauitas, en las inmediaciones del Parlamento, que no 
					le veía futuro a la gran coalición de centroderecha recién 
					puesta en marcha. Achboun está convencido de la remontada de 
					la Unión Socialista de Fuerzas Populares, que formaría parte 
					de uno de los tres escenarios que el avezado político, ex 
					alcalde de Martil, baraja para la formación del gobierno 
					nacido tras las elecciones. 
					 
					Una curiosa novedad en el actual proceso electoral es el 
					fraccionamiento del potencial voto “islamista”, en una 
					calculada estrategia desde arriba que sería del gusto hasta 
					del mismo Julio César, ya saben, “Divide et vinces”. Así, 
					mientras la controvertida formación Al Badil Al Hadari 
					(Alternativa Civilizacional), liderada por Mustafá Moatasim, 
					se suma al bloque de la abstención auspiciado por el 
					Movimiento del 20 de Febrero, los izquierdistas del PSU y 
					los islamistas de Al Adl Wal Ihssane (Justicia y 
					Espiritualidad), por otro lado los secesionistas de Annahda 
					Wal Fadila (Renacimiento y Virtud), formación desgajada en 
					el 2007 del PJD se integra, con su polémico ulema y diputado 
					Abdelbari Zemzmi, en la citada coalición “Alternativa 
					Democrática” escenificada por los “partidos de la 
					Administración” (el RNI, PAM, la UC y los “harakíes” del MP). 
					Finalmente y desde su largo exilio en Libia, el histórico 
					fundador de la “Chabiba Islamiya” (Juventud Islámica) y 
					líder espiritual del Movimiento Islámico Marroquí (MIM), 
					Abdelkrim Motii, clama por la “unión islámica” llamando a 
					votar masivamente el 25 de noviembre. 
					 
					La pasada semana en Casablanca y desde su despacho de la 
					avenida del 2 de Marzo, un fatigado Mustafa Ramid confirmaba 
					a este escribano del limes su firmeza al decidir no 
					presentarse a las elecciones, estimando que de haber “juego 
					limpio” su partido, el PJD, alcanzaría un notable resultado. 
					Por lo demás, “Si al PJD se le aísla no pierde el partido, 
					¡pierde Marruecos y su futuro!”, añade. Todavía el jueves y 
					en la sede rabatí del tranquilo barrio de los Naranjos, un 
					siempre sonriente Abderrahim Baali quitaba hierro a los 
					bloques electorales que descartaban la alianza con el PJD, 
					mientras después de un fluido intercambios de opiniones me 
					esforzaba en transmitir a mi siempre amable interlocutor 
					(nos conocemos desde hace algunos años) la excelente 
					proyección internacional de la que goza el presidente del 
					Consejo Nacional del partido y responsable de sus Relaciones 
					Exteriores, mi buen amigo Saad Eddine El Othmani, sin 
					ninguna duda la mejor imagen del Partido de la Justicia y el 
					Desarrollo dentro y fuera del país y cuya carrera política, 
					aun cuando de entrada tampoco participaría ahora como 
					candidato, está bien lejos de haber tocado fondo, antes al 
					contrario, el destino de El Othmani será formar gobierno a 
					corto o medio plazo. Por otro lado El Othmani debe de asumir 
					e impulsar el proceso de “agiorgionamiento” del PJD, 
					centrándolo de una vez y adaptando, a las peculiaridades 
					marroquíes, el vuelco hacia el pragmatismo emprendido en 
					Turquía por el AKP de Erdogán (lejos queda aquél alcalde 
					extremista de Estambul) cuya experiencia está siendo seguida 
					con gran atención. Está ahora por ver el debate que sacude 
					el seno de los “Círculos Políticos” de la “yamaâ” de Al Adl 
					Wal Ihssane y si el anciano e iluminado jeque Yasin 
					consiente, al fin, en dar “libertad de voto” a sus 
					disciplinados militantes, lo que podría dar un giro de 180% 
					a los resultados electorales del 25-N. 
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