PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - LUNES, 10 DE OCTUBRE DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Que sí, que no... ¿Y quien tiene la culpa?


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Etamos viendo una proliferación de controles en los accesos a la barriada del Príncipe como cumplida respuesta a las demandas de los vecinos que piden más seguridad.¿Y qué controlan y que buscan? Bueno, supongo que armas no porque el que tiene un arma no se anda paseando con ella como si fuera una mascota ni lleva una bolsita de plástico que en este caso serían para guardar los casquillos de las balas, que no los excrementos.Y la gente se queja “por las colas” pero ¿No querían más “presencia” policial? Tampoco los furgones son recibidos muy amablemente por determinados individuos. En la Península y en los barrios que por motivos profesionales y de mediación he visitado, están los llamados “aguadores” que se dice “aguaores” y que se plantan en esquinas estratégicas y cuando ven llegar a maderos o picoletos “dan el agua” es decir gritan ¡Agua!¡Agua! lo que hace que quienes tienen motivos para salir corriendo lo hagan y quienes no tengan motivos sigan a lo suyo. Aquí por lo visto dan pitidos, que es otra modalidad de aviso. ¿Y qué pueden hacer ante esa tesitura los vecinos que “estén al loro” del tejemaneje? Pues se suelen callar para no meterse en problemas y porque cuando la pequeña delincuencia está enquistada en un lugar, por pocos que sean los miembros del grupo, la gente normal les teme, no quiere buscarse ruinas y aún menos chivatear para que la Policía resuelva el dilema. ¿Que como hacen en la Península cuando un grupo o grupos alteran una barriada? según. Quiero decir según sean quienes viven en la barriada, porque si son gitanos llaman a los Patriarcas de las familias y si tienen que expulsar de la zona a algunos que joden al resto lo hacen con muy pocos miramientos. Es igual que cuando hay sangre, según la ley gitana la familia del culpable se tiene que ir de noche “desterrada” para evitar enfrentamientos futuros con las víctimas y que más gente acabe entre rejas.En los barrios gitanos se cuenta con el firme asidero de tener sus propias leyes que en algunas ocasiones son más eficaces y más talentosas que las de los payos. Pero en el caso del Príncipe se ve que hay un número de vecinos que quieren presencia policial y otro que la rechaza ¿Y no hay ningún Patriarca o notable que pueda mediar? Yo la representatividad la veo escasa, pero la culpa desde luego no la tiene el Delegado de Gobierno que trata de aportar la soluciones que puede y que no duda en enviar entre el “que sí, que no”, a los furgones y a los controles, por más dificultades que encuentren. Dificultades que en la Península se suelen saldar con multitud de detenidos por resistencia, desobediencia e inevitablemente por atentado que es cárcel segura tras las reglamentarias setenta y dos horas. Puede que aquí las detenciones sean escasas por razones físicas: los calabozos son inmundos y los detenidos no caben y encima el Delegado de Gobierno no se los quiere llevar a su casa y la cárcel está hasta la bandera de gente y van a tener que llegar a la solución de encarcelar a la gente por turnos, se deja en la puerta a la mitad y dentro a la otra mitad y luego van entrando y saliendo para caber todos. Aquí, como es una buena ciudad y es crisol de culturas, la Policía se ve muy buena y muy paciente, tan paciente que a veces me pregunto si compartimos idénticas leyes penales o si por el contrario han hecho una transferencia excepcional en materia legislativa a la Ciudad Autónoma y han promulgado artículos que yo desconozco en plan “cada maestrillo tiene su librillo” porque llega una mujer, denuncia al marido que acaba de “amenazarla” y sin más pruebas ni innecesarias molestias de investigación el pobre hombre que resulta que estaba comprando yogures en el Eroski a kilómetros de la parienta, acaba en los calabozos, por el contrario, llega un tiparraco (lo he presenciado) arremete contra un policía, le pega, le agarra por el pescuezo para estrangularle, detienen al tío y el “mando policial” pregunta sobre los motivos de la detención porque “no era para tanto” ¿Para tanto? ¡A ver si alguien tiene los santos cojones de acometer en la Península contra un policía! ¡Santos Serafines apiadaos de su alma belicosa! Aquí blanditos, blanditos y mucho “Síndrome de Maricomplejines”. ¿Y que va a pasar cuando el articulado del Código Penal de una pirueta “a la europea” y se agraven las penas? ¿Aparecerán como “atenuantes o eximentes” las que “parecen ser” atenuantes o eximentes en esta ciudad? ¡Ay cuantos abusitos se van a terminar! ¡Ay cuantos resarcimientos van a tener que recibir Policías y Guardias Civiles! ¡Ay, esa figura agravada de “atentado a agente de la Autoridad” a la francesa! De tragar toneladas de quina a que la traguen otros. Pero ese no es el asunto, el asunto es la imprecisión a la hora de demandar “seguridad” y de que los propios vecinos del Príncipe no sean capaces de “espamplonear” a los folloneros del barrio y que para “espamplonearlos” la Policía se vea con problemas. Hoy Policía sí, mañana Policía no. ¿Y quien tiene la culpa? ¡Clama al cielo! pero eso es algo que yo no tengo por qué decir ya que no me gusta insistir en evidencias ni clamar al cielo. Prefiero clamar por las reformas del Código Penal.Y por la estricta aplicación de la ley.
 

 
OPINIÓN / SERPIENTE DE OTOÑO

¡Ya estás cerrando!


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Existe algo más desolado que una ciudad sin establecimientos 24 horas? Y no me estoy refiriendo ni tangencialmente a esas tiendas “de chinos” que existen en algunos lugares y que según aparece en los reportajes televisivos, surten de botellón de forma ilegal. Por el contrario hablo de lugares que valen “para un roto y para un descosido” que se puede comprar tabaco a las dos de la mañana, una botella de agua, una coca cola, la prensa del día anterior o hacer una tardía recarga de móvil. En Ceuta, a partir de una hora todo “closed” aunque a veces el quiosco de la Plaza de la Constitución nos hace el favor de permanecer hasta más tarde y se monta un auténtico trasiego “que voy que vengo”, los automovilistas aparcan a por tabaco o alguna bebida, los jóvenes se compran las coca colas, las bolsas de chucherías y las patatas fritas, pipas, panchitos, gusanitos y demás productos embolsados a los que puede optar la economía de un adolescente. Y servidora de ustedes cuando ha de pernoctar, no por ingle casquivana, sino por asuntos de trabajo que nos tienen dándole a la tecla hasta las tantas, encuentro el consuelo y experimento cierta “calidad de vida” si encuentro el quiosco de Miguel abierto pasada la media noche y puedo comprar allí mi cena que consiste en un bollycao de leche, una coca cola, pipas y mi paquetillo de Chester que no es para cenar sino para fumármelo porque me da la gana y en mis pulmones mando yo y no Rubalcaba ni cualquiera de los floreros del PSOE. ¿Y que sucedió el pasado viernes a la 1 de la madrugada para demostrarnos a todos que vivimos en una dictablanduja coercitiva de mierda? Pues que llegó un vehículo policial, se bajó un agente (el quiosquero pensó que iba a por agua o a por un dulce) y le conminó de manera altiva: “¡Ya estás cerrando!”. Sin más explicaciones, por “la Ordenanza” que debe ser una especie de grimoso y estúpido mandamiento redactado por quienes no se ven en la disyuntiva de tener que comprarse un bollycao de leche para cenar, porque en sus casas tienen quien les cocine y les ponga el plato por delante, ni tampoco en el agobio de encontrarse sin tabaco a horas intempestivas, porque entonces mandan a alguien a que se lo traiga. De hecho las Ordenanzas están hechas a veces por los Poderosos sin antes haber “palpado” sentires y necesidades populares. Si el quiosquero vendiera “botellón” ilegalmente las madres seríamos las primeras en engancharnos con mi vecino Miguel de los pelos, pero no es el caso y vender chucherías a la juventud que se pone a comer en los bancos de piedra de un oscuro pero encantador reducto a forma de plazoleta que tiene un lindo cartel de cerámica amarilla que pone “Mártires” (Ahí hace falta una farola más que el comer para que los chavales se iluminen y puedan ver las chucherías que sacan de las bolsas porque las chucherías, que yo sepa, no van en “braille”). Y en plena crisis, con los comerciantes y los empresarios como el quiosquero que es pyme lampando por un duro y fritos a impuestos ¿Con qué santas tripas se le impide a un pymes abrir su modesto negocio y hacer unas ganancias a fuerza de horas de trabajo? ¿Así es como el PP va a apoyar, potenciar, estimular e incentivar a las pymes? Pues visto lo del quiosco ese punto del programa ya no me lo creo y puedo decir que mienten. Por más que el quiosco de la Constitución no sea excesivamente representativo de las pymes de las que habla Rajoy, pero es pymes. ¿O no es pequeño? Y lo que hicieron los guardias fue una crueldad. ¿Pymes? ja, ja, ja
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto