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OPINIÓN - MARTES, 11 DE OCTUBRE DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

¡Viva la Guardia Civil!


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Ayer a las trece horas con puntualidad castrense, se inició el acto institucional que festejaba a la Patrona de la Guardia Civil en el espacioso salón (deliciosamente decimonónico ¡no se pierdan los ventanales) de los Jardines de la Hípica. Decoración con manteles blancos y mesas redondas, profusión inenarrable de uniformes de gala, fajines, medallas, condecoraciones, galones y estrellas hasta el punto de que los representantes de la sociedad civil asistentes nos sentíamos algo abrumados. Aunque los civiles iban bien vestidos, ellas con trajes de semi -cocktail y ellos rigurosamente encorbatados,la verdad es que el ambiente era tan festivo y había tanta “gente guapa” que aquello parecía la boda de la hija de un Comandante General, como poco. Bienvenida y discursos telepáticos del Teniente Coronel y del Delegado de Gobierno que, sin previo acuerdo y de manera circunstancial y meramente casual (no hay que olvidar que la casualidad es el pseudónimo de Dios cuando no quiere firmar) enjaretaron maravillosamente dos intervenciones paralelas exaltando idénticos valores, explicando la labor extraordinaria de la Guardia Civil, sus múltiples intervenciones, el grado de hechos delictivos resueltos, las aprehensiones de drogas, el factor de garantes de la seguridad ciudadana y de la legalidad, el espíritu de valor, lealtad, sacrificio, compañerismo y esfuerzo que les identifica (por cierto ¿No sería buena idea que impartieran clases de ética y de valores en las escuelas? tengan en cuenta que el bodrio de la Educación Ciudadana adoctrinadora de borregos se va a ir a tomar por saco) y un apartado especial en recuerdo de las familias que son el más firme asidero espiritual y sentimental de la Benemérita. El Delegado Chacón utilizó un léxico puramente político con buena argumentación y el Teniente Coronel utilizó un verbo castrense más vibrante pero también bien argumentado y de fondo bien trabajado. Se agradece que los discursos a pie de mesa colmada de platillos con delicias y de botellas de ambrosía, sean entretenidos e interesantes. Realmente el delegado y el Teniente Coronel resultaron amenos, Chacón más técnico y el militar más emotivo. ¿El momento culminante? Yo diría “los momentos” en primer lugar la imposición de medallas, es decir, el reconocimiento público de impresionantes historias y trayectorias personales y profesionales (¿Y por qué los condecorados no intervienen contando un poco los pasos realizados en sus caminos hasta verse delante de las Autoridades en posición firme y recibiendo una distinción?) y el segundo instante de emoción la interpretación del himno de la Guardia Civil que fue coreada por quienes se sabían la letra que eran muchos ¡Más precioso el himno! Y sobre todo escuchado de pie desde lo alto de la escalera con el salón prácticamente entelado por la roja y gualda ¿Será por falta de colores patrios?. Y ahora lo peor : Cuando se realizó el brindis no habían repartido las coca colas y solo había en las mesas bebidas espiritosas por lo que alguna infortunada analista se tuvo que quedar sin brindar, marginada, relegada, ninguneada, ofuscada y mirando en clara situación de riesgo de exclusión social (¿Que mayor “exclusión” que quedar “excluido” de un brindis por no haber comenzado a repartir las latas de bebida?) Aunque existen mayores marginaciones, como la de los sempiternos automarginados miembros de la Coalición Caballas que jamás acuden a temas institucionales por “discrepancias insalvables” con el común de los mortales y como son discrepantes, el común de los mortales suele agradecer su ausencia, cuando no ignorarla. Magnífico el catering aunque para conseguir una coca cola alguien tuvo que entrar en las cocinas a buscarla y de paso detenerse por la insistencia del amabilísimo personal que es absolutamente encantador a hacer una degustación de platos exquisitos. ¡Que remedio, nobleza obliga! Las bandejas con las viandas no acababan nunca, la variedad de platos muy conseguida y la incógnita de para qué quieren tener trescientas sillas en el piso superior si no bajan ninguna al inferior. ¿Ventajas de comer de pie? Que nadie se quedaba quieto en su mesa y aquello parecía la Gran Vía madrileña en el día del desfile de la Hispanidad, es decir se comenzaba en un extremo degustando jamón, se pasaba por los esparrágos dos salsas marchando hacia el sureste con escala en la tortilla de patatas que quitaba el sentido y se acababa en la carne “bocato di cardinale” más los innumerables “piques”. Si en la Fiesta de la Policía Nacional y sus Santos Ángeles celebraron un festival de “delicatessen” aquí, bajo la sombra del manto de la Pilarica fue verbena gastronómica de sabores patrios. ¡Y mañana la Santa Misa! ¡Automarginado el que se la pierda!. Por cierto ¡Viva la Guardia Civilm, que tiene mucho arte!.
 

 
OPINIÓN / SERPIENTE DE OTOÑO

Magnolicidio


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Apuesto lo que ustedes quieran a que todos conocemos las diferencias entre “talar” un árbol y “podar” un árbol. Talar es cortar o amputar mientras que en la poda se “descargan” un poco las ramas y se sigue un criterio bastante estético, de hecho la “poda artística” cuenta entre sus especialistas con auténticos maestros de paisajismo capaces de “domesticar” de algún modo a la naturaleza y acabar (en todos los ámbitos existen los excesos) decorando en plan “jardines de Versalles” lo que personalmente me parece una cursilada con mucha línea geométrica y mucho seto de boj recortados con amaneramiento. Y de ahí al jardín inglés donde la belleza reside en controlar de algún modo la naturaleza y la vegetación sin que se note la mano del hombre, excepción hecha, por supuesto, de las zonas de rosaleda. Pero matiz arriba, expresión “cultureta” abajo, lo cierto es que la calle Jáudenes encontraba su estética en las filas de frondosos magnolios alineados a los largo de las angostas aceras. En verano dan sombra y en invierno “resguardan” o mejor dicho “resguardaban” porque en la mañana de ayer unos operarios estaban empeñados con peculiar ahínco en una especie de poda-tala, tala-poda que mi hizo irrumpir aspaventada en las dependencias del periódico para dar la voz de alarma. Porque he presenciado en diferentes ciudades la atención y el recelo con los que siguen los Verdes la intervención con tijeras y serruchos sobre cualquier especie vegetal y miran la operación con ojo clínico dispuestos, a las primeras de cambio, a avisar a la policía para denunciar por “atentado ecológico”. Les puedo decir que llegan incluso a opinar estos fanáticos de la ecología, que son legión, sobre la conveniencia de cortar tal o cual rama y si es o si no es necesario “descargar” más o menos siempre buscando que “no se note” la mano del hombre y que el árbol no pierda su aspecto natural. ¡Igualito que en Jáudenes! Les juro que se me saltaron las lágrimas y esta tarde se me han saltado más todavía, porque eso no ha sido poda sino “escabechina” que ha transformado unos ejemplares bellísimos, cargados de flores en su momento, y de gran belleza, en una especie de escobillas de limpiar los wáteres, con los troncos despojados de ramas y un tocho de hojas en lo alto. ¿El aspecto de la calle? Vacío y desolado, despojado de paisajismo. ¿Y ustedes saben lo que tarda un árbol en volver a “su ser”? ¡Lástima de magnolios! Si en Marbella los tuvieran estarían vigilando cada brote y haciéndoles fotos promocionales para ofertar al visitante “visite nuestras avenidas de magnolios en flor” o algo similar. ¿Que dicen? ¿Que Ruiz Gallardón tramó el talar los maravillosos árboles centenarios del Paseo del Prado madrileño? Sí ¿Y como le salió? Hasta la baronesa Thyssen se amarró con cientos de ciudadanos enfurecidos a los árboles y allí no hubieron cojones de tocarlos porque la cosa tenía muy mal cariz y pasaba por denuncias en los Juzgados. ¡Ay cemento, la querencia que te tienen muchos políticos! Supongo que hoy ya habrá culminado el magnolicidio y la calle Jáudenes estará huérfana de arboleda ¿Que se metían las ramas por los balcones de algunas casas? Pues como los dueños no son mancos que corten la rama si les impide cerrar la ventana o que la utilicen para decorar el salón. Pero de “recortar” a amputar hay un proceloso y delicado trecho y lo que han hecho con los magnolios ha sido una lástima. Y sin que nadie haya reaccionado, por cierto, ¿Donde andaban los Verdes? Si es que existen.
 

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