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					Ha cambiado, en la mañana de una jornada festiva, las clases 
					de cada día -es maestra de Educación Infantil en el colegio 
					‘Ortega y Gasset’- por un café en el ‘Vicentino’. ”Todo el 
					mundo que es de Ceuta conoce esta cafetería”, dice mientras, 
					a la espera de que su hijo le traiga a la niña de sus ojos, 
					su nieta de cinco años, conversa sobre la enfermedad mental 
					con EL PUEBLO. María del Carmen Barranco Cazalla es 
					presidenta de la ‘Asociación Ceutí de Familiares y Personas 
					con Enfermedad Mental’ (ACEFEP) desde el año 2004, y 
					defiende, como una bandera, la convicción que le ha guiado 
					en su trabajo en la entidad desde hace casi veinte años: “De 
					la enfermedad mental se sale”.  
					 
					Las cifras la avalan. Un tercio de los afectados por una 
					enfermedad mental crónica se recupera sin secuelas. A un 
					segundo tercio le quedan algunos síntomas de manera 
					residual. El otro tercio se deteriora. A este respecto, 
					explica: “Hay que entender que no es lo mismo ser que 
					estar”. Se refiere a la diferencia entre estar enfermo y 
					padecer los síntomas durante un periodo de tiempo concreto. 
					“Hay dos tipos de enfermedad mental: por un lado está la 
					crónica, que incluye diferentes grados, desde trastornos 
					bipolares o esquizofrenia hasta fobias; por otro lado, están 
					las enfermedades mentales temporales, también llamadas 
					reactivas porque aparecen tras un estímulo, es el caso de 
					las depresiones; pueden estar asociadas a épocas del año, a 
					hechos emocionales concretos o a desequilibrios específicos; 
					es lo que sucede cuando fallece un familiar, que es 
					necesario pasar un duelo, o por la situación que están 
					pasando ahora muchas personas que, de pronto, se han quedado 
					sin trabajo”. 
					 
					Una de cada cuatro personas presentará una enfermedad mental 
					a lo largo de su vida. Este porcentaje incluye personas con 
					episodios puntuales de trastorno. Un 2% de la población la 
					tiene crónica. En todas ellas, el objetivo final es “que se 
					supere” y que la persona “tome la rienda de su vida”. Es por 
					ello que muchas de las directrices que regulan la enfermedad 
					mental están relacionadas con la ‘Ley de Autonomía y 
					Dependencia’.  
					 
					En esa línea, desde ACEFEP están a la espera de firmar un 
					convenio de ‘Promoción de la vida autónoma’, en colaboración 
					con el Imserso y la Fundación ONCE. “Han firmado seis 
					proyectos en España, pero solo el nuestro es referente a la 
					salud mental; ya se llevó a cabo en el año 2010”, comenta la 
					presidenta. Otros convenios que la asociación tiene vigentes 
					son uno de colaboración con el Gobierno de la Ciudad 
					Autónoma, otro con La Caixa y un tercero con el centro 
					penitenciario. Reciben, además, apoyo de la Delegación de 
					Gobierno, donde, a través del Plan de Empleo, varios jóvenes 
					trabajan en la asociación.  
					 
					A pesar de estas ayudas, Barranco asegura que en Ceuta las 
					carencias son “todas”. Y matiza: “No a nivel de asociación, 
					que contamos con apoyo institucional y con local social, 
					sino en lo referente a las personas enfermas. No tenemos 
					Hospital de Día, ni pisos tutelados... no tenemos nada; hay 
					interés pero todo depende del dinero”. En este sentido, 
					Barranco pone el ejemplo de la ciudad que es para ellos 
					referencia: Sevilla. “El Hospital Virgen de Macarena cuenta 
					con tres unidades diferenciadas en las que se tratan 
					enfermos crónicos, casos agudos puntuales y una tercera 
					unidad intermedia. Además, existen en la ciudad todo tipo de 
					servicios; por ejemplo son muy útiles los centros 
					ocupacionales, en los que se imparten terapias que pueden 
					ser muy beneficiosas”.  
					 
					De vuelta a Ceuta, ACEFEP tiene puestas sus esperanzas en el 
					cierre del Hospital Militar y en habilitar en ese espacio un 
					centro para enfermos mentales. Pero antes de llegar al 
					económico, hay dos aspectos, muy vinculados entre sí, que se 
					convierten en las primeras barreras a la hora de tratar una 
					enfermedad mental: el diagnóstico y el rechazo. 
					 
					Diagnóstico y el rechazo. 
					 
					“La familia es la primera en reconocer un problema. 
					Comportamiento agresivo, aislamiento, falta de apetito... 
					son algunos síntomas que pueden hacer prever a la madre, al 
					hermano... que una persona puede tener este tipo de 
					enfermedad”. Es un primer contacto en el que, en el caso de 
					los menores, también tienen mucho peso los maestros de sus 
					centros escolares. “En general, los niños con enfermedad 
					mental no requieren de unos maestros específicos, a no ser 
					de los casos como autismo o hiperactividad. Otra cosa es si 
					tienen una discapacidad, como pueden ser los personas con 
					síndrome de Down. En cualquier caso, a la hora de intuir que 
					un alumno puede padecer un trastorno se parte de la 
					observación”, matiza Barranco. 
					 
					Una vez identificado, la familia debe hacer lo posible por 
					llevar al paciente al médico, ya que este es el encargado de 
					hacer el diagnóstico. “La detección precoz sirve para 
					afrontar cuanto antes un problema y encontrar con la misma 
					rapidez una solución que evite un mal mayor”, asegura la 
					maestra. El tratamiento farmacológico suele ser el primer 
					paso, pero tanto su inicio como después el fin de un 
					tratamiento debe hacerse siempre “de forma gradual”. “Hay 
					veces que la prescripción médica se sobredimensiona en 
					detrimento de otros pilares del tratamiento como algunas 
					terapias”, apunta la presidenta, e insiste: “Es un proceso 
					lento y dificil, pero se sale. Es mejor ir poco a poco que 
					dar un paso hacia delante y tres hacia atrás”. 
					 
					Respecto al rechazo, enfermos, familiares y personal 
					sanitario “soportan día a día el estigma”. Así lo apuntaban 
					el pasado lunes en el manifiesto que leyeron con motivo de 
					la celebración del ‘Día Mundial de la Salud Mental’. 
					“Estigma viene de marca, y eso lo que ha ocurrido a lo largo 
					de muchos años con la enfermedad mental”, explica Barranco, 
					quien argumenta que la gente frente al enfermo psíquico 
					“tiene miedo”, una reacción que procede “de la ignorancia y 
					del desconocimiento”.  
					 
					“En 1986 cerraron los manicomios pero dejaron a los enfermos 
					a cargo de sus familiares, que sin una educación adecuada no 
					saben como tratarlos”, explica Barranco. En 2006 se aprobó 
					el Modelo Comunitario de Estrategias de la Salud Mental de 
					la OMS. En 2007, España ratificó la Convención de la ONU en 
					la que se discutieron los aspectos legales de la enfermedad 
					mental. Ante este panorama, Barranco agrega: “Más allá de 
					que tengamos las leyes, hay que conseguir que estas se 
					cumplan”. 
					 
					La familia, el principal apoyo 
					 
					Además del marco legal, un de los aspectos claves, y en los 
					que se centran en ACEFEP, es la familia. Desde la entidad 
					brindan apoyo al familiar, que suele ser fundamental en la 
					recuperación del paciente. “Es lo que llamamos el ‘Modelo 
					comunitario de atención a la salud mental’ y en el que está 
					integrado desde el paciente y su familia hasta el personal 
					sanitario que va a atenderlo y las entidades. Lo ideal es el 
					trabajo cooperativo entre todos”, explica Barranco, quien 
					añade que en pro “de conseguir la autonomía final del 
					paciente”, se trabajan aspectos como el autocuidado -“Que 
					quiera, por ejemplo, ducharse, o como aparece en nuestro 
					logotipo, empujarlo a levantarse del sofá, quedarse en casa 
					siempre es la peor opción”- hasta asuntos como la 
					integración laboral. A este respecto, algunos de los datos 
					que apuntan desde ACEFEP es que sólo un 5% de los enfermos 
					consigue un trabajo estable aunque esté recuperado y que, 
					además, son las personas con menor inserción laboral.  
					 
					“Se fomenta la toma de control del individuo y la 
					responsabilidad sobre uno mismo, la integración y la 
					recuperación total”, continua Barranco. “Participación, 
					dignidad, respeto, derecho a la privacidad... las mismas 
					condiciones que son inherentes a cualquier ciudadano”, 
					apunta la maestra. La familia vuelve a ser, una vez más, uno 
					de los puntos claves para potenciar cualquier mejoría. Con 
					ese fin, la asociación creó las ‘Escuelas de Familias’, en 
					las que actualmente trabajan diez grupos. “Sirven para 
					aprender a conocer los síntomas, te da habilidades para no 
					irritarte y saber actuar ante un familiar con una enfermedad 
					mental”, explica la presidenta. 
					 
					Esta actividad fue una de las mejoras que ACEFEP logró 
					cuando en el año 2006, la Ciudad Autónoma les cedió un local 
					social. Detrás llevaban un largo camino. La asociación se 
					constituyó en 1993 e inicio su trayectoria un año después. 
					Al principio eran diez usuarios con diferentes trastornos, 
					desde personas con síndrome de Down hasta alzheimer o 
					demencia senil. “No había otras asociaciones, así que éramos 
					gente muy diversa”, apunta Barranco. El año 2002 supuso un 
					cambio significativo cuando se integraron en la federación 
					nacional. En Ceuta son actualmente unos ochenta socios, 
					entre usuarios y familiares. Fijas hay unas 20 personas y 
					anualmente se atienden en torno a los 80 casos.  
					 
					De vuelta a los datos, la presidenta de ACEFEP añade: “Hay 
					más personas con enfermedad mental que con cáncer, y es la 
					primera causa de suicidio”. Es uno de los males que afectan 
					a la juventud. “Es lo que se conoce como la demencia 
					juvenil, que suele aparecer entre los 16 y los 20 años con 
					síntomas como la desmotivación”.  
					 
					Las universidades han aprobado incorporar a los Planes de 
					Estudio una especialidad en Psiquiatría infantil-juvenil, 
					que hasta entonces no existía en España. En la educación es 
					el campo en que María del Carmen Barranco mejor se mueve, 
					después de toda una vida dando clases. “Una enfermedad 
					mental es una descompensación en un neurotransmisor, pero 
					bueno, yo sé poco del aspecto clínico; sólo hablo desde la 
					experiencia y el corazón”. 
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