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                     Después de más de cincuenta y 
					cinco años pegándole a las teclas tratando de escribir con 
					humor, a pesar de no ser humorista, pues nunca me he 
					considerado como tal, dándole la tabarra a mis lectores 
					nadie puede durar de que me encanta el humor. Soy un 
					enamorado del humor y fiel seguidor de todos los humoristas 
					entre los que, por cierto, tengo grandes amigos. 
					 
					El humor es vida, ya lo dicen los más afamados doctores esos 
					que entienden del asunto del corazón, aconsejando reírse 
					como terapia para tener una buena salud. 
					 
					Cuando escucho a alguno de mis amigos los humoristas contar 
					sus cosas, paso un rato divertido, riéndome a mandíbulas 
					batientes. Pero cuando la risa aflora hasta convertirse en 
					carcajada, que de tanto reír me duelen hasta los riñones y 
					unas lágrimas traicioneras surcan mis mejillas, es cuando 
					algún político, en plan humorista, nos cuenta uno de sus 
					chistes. Eso ya es que me parto. 
					 
					Anguita puso de moda su celebre “programa, programa, 
					programa”. Fue, sin discusión alguna, el líder más 
					carismático y más popular que ha tenido IU. Los que después 
					le siguieron no alcanzaron jamás la popularidad y el carisma 
					que tenía el ex – alcalde de Córdoba. 
					 
					De LLamazares poco podemos decir, a no ser que llevó a IU a 
					su más bajo nivel en unas elecciones. Salvo que, como no 
					podía ser de otra forma, se negó a presentar su dimisión. 
					Cosa normal en un país donde, pase lo que pase no hay un 
					dios que dimita. 
					 
					Aclarado esto, vamos a lo nuestro que no es más que el gran 
					humor que tienen algunos de nuestros políticos cuando les da 
					por contar chistes. Como diría mí amigo, el gitano Juan, es 
					que tienen una gracia que no se puede aguantar. 
					 
					Les cuento uno de los chistes más graciosos que he escuchado 
					en los labios de un político, con esto de que se acercan las 
					elecciones, y ya están en campaña, ofreciéndonos todo lo que 
					se tiene que ofrecer y mucho más. 
					 
					En la Asamblea abierta de IU se ha de batido las propuestas 
					que han agrupado en lo que denominan “siete revoluciones”, 
					la economía, democrática, ambiental, por los servicios 
					públicos, para la igualdad, por la cultura y para la paz. 
					 
					Todo dentro de la más absoluta normalidad, porque cada 
					partido tiene su programa que, por cierto, todos los 
					programas están para no cumplirlos. Las cosa claras. 
					 
					Pero dentro de todas esas propuestas, el chiste ha sido 
					cuando en una de ellas IU quiere derogar las reformas 
					laborales que ha aprobado el Gobierno y subir a 1.100 euros 
					al mes el salario mínimo interprofesional. 
					 
					A pesar de que personalmente me encantaría que todos los 
					trabajadores ganasen eso y más cada mes. El chiste, digan lo 
					que digan, es de los mejores que he escuchado en mí vida, 
					España no está en crisis, nos sobra el dinero.  
					 
					Las empresas, con la crisis, no lo están pasando mal y 
					desean darle ese salario o algo más a los trabajadores. Lo 
					que pasa es que, con ese salario mensual interprofesional, 
					se iban a superar en varios millones el número actual de 
					parados. 
					 
					Chiste por chiste “Cayo, por qué no te callas”. 
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