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                     Los clarines del islamismo 
					político tocan a rebato en las próximas elecciones del 23 de 
					este mes en Túnez, donde el partido Ennahda (Renacimiento) 
					liderado por el carismático Rachid Ghannuchi, un hombre 
					pragmático que ha apostado por la moderación y el consenso, 
					confiando en tomar el poder “a la turca”, parte como 
					favorito amagando con encandilar a una cuarta parte del 
					electorado. 
					 
					También en Marruecos los islamistas parlamentarios del PJD 
					salen al galope con brío de caballo andaluz, aun cuando 
					siguen sin encontrar socio electoral, mientras los partidos 
					de la Administración y pequeñas formaciones políticas se 
					agrupan en la “Alternativa Democrática” tendiendo, una vez 
					más, un “cordón sanitario” a los correligionarios del fogoso 
					Abdelilah Benkirán, que ésta vez no van a quedarse con los 
					brazos cruzados, intentando presentarse y ganar una cosecha 
					de votos por primera vez en el mundo rural (al fin y al cabo 
					el 50% de la población del país) sin el cual, aun contando 
					con una eventual victoria islamista el 25 de noviembre, ésta 
					no dejaría de ser asimétrica. Es en este contexto donde hay 
					que situar la reciente gira por el Rif del centrista y 
					moderado Saâdeddine El Othmani, donde ha revestido especial 
					relevancia el valiente y atinado mitin dado el pasado 
					domingo día 9 en Nador por el ex secretario general del 
					Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), presidente del 
					Consejo Nacional y responsable de sus relaciones exteriores. 
					Con una militancia entregada, no en vano El Othmani es de 
					recia ascendencia beréber (amazigh se dice hoy), el 
					carismático político y una de las caras más respetadas del 
					partido de la Lámpara tanto en Marruecos como en el 
					exterior, no dudó en abogar por un Estatuto de Autonomía del 
					Rif similar al previsto para el Sáhara, incluidas las 
					actuales Provincias del Sur. Una novedad en el tradicional 
					discurso del PJD en el que pesan, a mi juicio demasiado, las 
					tesis arabistas y que, hasta el momento, no se había 
					significado ni con un guiño a la mayoritaria población 
					beréber marroquí, históricamente el substrato demográfico 
					del país. Aun cuando las palabras de El Othmani, un hombre 
					de quien me consta sigue con especial atención el desarrollo 
					del Estado de las Autonomías en España, han sido expresadas 
					a título personal según ha matizado él mismo, están por ver 
					las reacciones internas en el seno del partido, máxime 
					cuando aun está fresca la reciente salida de tono del actual 
					secretario general, Abdelilah Benkirán, comparando la lengua 
					tamazight… ¡con el chino!, lo que le valió una dura 
					reprobación, con manifestaciones incluso delante de la sede 
					rabatí del PJD, por la familia “harakí”, el amplio entramado 
					social y político de estirpe beréber repartido hoy día por 
					todo lo largo y ancho de la geografía marroquí, de las 
					llanuras a las montañas. 
					 
					Al hilo de las autonomías rematemos éstas líneas con el 
					largo embrollo del Sáhara, una buena parte fagocitado de 
					hecho por Marruecos aun cuando sobre el amplísimo territorio 
					sigue latiendo el principio de descolonización y la completa 
					pacificación por Rabat de “sus Provincias del Sur” sigue 
					estando en el alero. Dado el viento de fronda que con 
					imprevisibles consecuencias sacude el Magreb, ¿por qué no 
					tantear una salida honrosa e imaginativa para las partes 
					implicadas?: ¿algo así como un Estado libre saharaui 
					federado a Marruecos…? En el Derecho Internacional, 
					precedentes haberlos haylos. Porque con la creciente 
					inestabilidad del Sahel y las bandas terroristas de Al Qaïda 
					en el Magreb Islámico (AQMI) emboscadas y haciéndose fuertes 
					en la región, no están los tiempos para experimentos ni 
					Estados virtualmente fallidos como la RASD. La geopolítica 
					manda. Y a paso ligero tal y como van los acontecimientos, 
					que más que correr vuelan. Es lo que hay. 
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