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                     Sin lugar a dudas, esta no será la 
					última ocasión en la que comparta con ustedes mis modestas 
					reflexiones en relación a una problemática cuyos 
					protagonistas ocupan páginas y páginas en los medios de 
					comunicación, los vecinos de las barriadas del Príncipe. En 
					esta ocasión, con motivo del incremento en los últimos días 
					de actos vandálicos perpetrados por un número cada vez mayor 
					de violentos, vecinos de la misma barriada, contra los 
					funcionarios públicos que acuden presto a esta zona de la 
					ciudad a requerimiento de estos mismos vecinos con la única 
					intención de prestar labores esenciales por el bienestar de 
					esta comunidad. 
					 
					La semana pasada señale en mi colaboración semanal la firme 
					voluntad expresada, tras finalización de la Junta de 
					Seguridad extraordinaria celebrada tras los gravísimos 
					acontecimientos acaecidos en la zona, por los máximos 
					responsables políticos de las dos administraciones, General 
					del Estado y Autonómica, en relación a solventar las 
					diferentes problemáticas que padecen los habitantes de esta 
					populosa barriada. En este punto debo recordar dos de ellas 
					por su trascendencia de entre todas las medidas adoptadas; 
					la construcción de una comisaría así como, un incremento 
					sustancial en la presencia policial tanto en la propia 
					barriada, como en los accesos. 
					 
					Unos pocos políticos han criticado duramente, desde la 
					demagogia más sectaria, lo que pocos días después sería una 
					realidad constatada por los propios vecinos. La demostración 
					fehaciente de la firme voluntad de unos políticos 
					comprometidos con el bienestar general de los vecinos de 
					esta zona. Las numerosas inversiones ejecutadas, la 
					implantación de diferentes servicios que han acercado la 
					gestión administrativa a este importante núcleo poblacional 
					así como, el incremento en servicios esenciales constituyen 
					el fiel reflejo de una realidad negada por quienes pretenden 
					manipular la disposición de estos vecinos como arma 
					arrojadiza. 
					 
					Bajo ninguno concepto es admisible la proliferación de actos 
					vandálicos, bajo ningún concepto es admisible la 
					desobediencia civil contra una autoridad pública que solo 
					busca la paz social en beneficio de la comunidad en general 
					de esta populosa barriada. Las administraciones han actuado 
					diligentemente respondiendo desde el compromiso más sincero 
					a las reivindicaciones vecinales por tanto, ahora 
					corresponde a estas asociaciones actuar en consecuencia, 
					movilizando al mayor número posible de vecinos en el trabajo 
					constante, junto a la dos administraciones, en la 
					erradicación de una lacra social que atenta gravemente 
					contra la convivencia real en la barriada. 
					 
					En definitiva, formaciones políticas, sindicales y vecinales 
					tienen la obligación moral de consensuar acciones conjuntas 
					contra la proliferación en los últimos días de estos actos 
					vandálicos, alejando totalmente de sus estrategias 
					sutilmente planteadas, la confrontación continuada en la 
					búsqueda de su propio beneficio en cumplimiento del viejo 
					proverbio “a mar revuelta, ganancias de pescadores”. Por 
					cierto, cualquier movilización vecinal debería desarrollarse 
					en la propia barriada y siempre bajo el lema “Todos unidos, 
					no a la violencia”. 
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